Manuel Torrecillas: «Sin los bancos y los trabajadores no hubiera llegado a donde estoy»

Maite Martínez Blanco
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El empresario hellinero acaba de ser reconocido por la Confederación de Empresarios de Castilla-La Mancha, a propuesta de FEDA

Manuel Torrecillas Sorio. - Foto: Arturo Pérez

Sorprende la lucidez de Manuel Torrecillas (Hellín, 1932). A sus 82 años, este hombre de negocios ha sido reconocido por la Confederación de Empresarios de Castilla-La Mancha (Cecam), a propuesta de la Confederación de Empresarios de Albacete que, en su última edición de premios San Juan, ya le otorgó una mención especial. «Supongo que es un reconocimiento a mi trayectoria, porque no he parado de crecer hasta ahora con la crisis», dice con humildad este hellinero, testigo excepcional de la historia del automóvil en nuestro país.  

Usted empezó de cero, ¿cuáles fueron sus orígenes?

Muy humildes. En Hellín teníamos un taller de bicicletas, donde también se hacía algo de fragua, fontanería, calderería... mi padre era un manitas, lo arreglaba todo. Luego nos vinimos a Albacete, con mi hermana Loli, que al casarse se separó del negocio familiar, y mi hermano. Nos dieron la concesión de Montesa y más adelante de la Seat, entonces nos hicimos socios de Rubens, que como ya era muy mayor, nos vendió su negocio.

¿Es ahí donde empieza su despegue empresarial?

La Seat era importante, se nos referenciaba con la marca.

Dice usted que entonces los coches no se vendían, que en realidad se compraban. ¿Ese es el sueño de todo empresario?

Se vendían sin regateo y sin nada. Entonces había 100 clientes esperando un coche,  ahora hay 100 coches esperando un cliente. No sé que prefiero, aquello también era tremendo, los coches venían muy de vez en cuando e incluso cuando se entregaban era noticia: ‘le han dado un coche a fulano de tal...’; al fin empezaron a fabricar más y llegaron otras marcas, montaron fábricas en España y empezó a haber coches en el mercado y una competencia que es normal.

¿Qué dimensiones tiene ahora el Grupo Torrecillas?

En estos momentos tendremos unos 200 millones de facturación y unos 350 empleados. Tenemos concesionarios de varias marcas en las provincias de Albacete, Murcia y Alicante.

¿Cómo les ha afectado la crisis?

Mucho, las ventas han decrecido un 60% y algunas marcas más. Hemos tenido que ajustar plantillas, y sí, resulta doloroso.

¿Se puede dormir con tantos empleados a su cargo?

Nosotros hemos llegado a tener 750 trabajadores. Sí que se puede dormir, a todo se acostumbra uno, al pasar de 100 trabajadores ya pierdes el miedo, te acuestas y piensas ‘que sea lo que Dios quiera’; miras hacia atrás y piensas ‘menudo lío he armado’. Aunque el miedo no se debe perder nunca.

¿Cuántas veces le han dicho a usted que era un inconsciente?

Muchas, muchas. El miedo hay que tenerlo, pero hay que saber medirlo. El miedo te dice dónde está la raya que no hay que pasar. No es ni de tontos, ni de locos. El miedo nos hace falta a todos, a un empresario, a un médico y a un agricultor.

En sesenta años al frente de una gran empresa ha visto pasar más de una crisis, ¿qué diferencia a esta recesión de otras?

Las otras crisis han sido de tipo interior, motivadas por problemas que ha tenido el país y en un año o dos se han resuelto. En esta crisis lo que ha pasado en España es que antes teníamos muchas fábricas, producíamos mucho y vendíamos mucho, pero ahora se fabrica de todo en el sudeste asiático y se está metiendo mucho producto de aquella zona del mundo aquí. Esto ha dado lugar a que algunos fabricantes hayan cerrado y otros se hayan ido a Asia a fabricar, y sí, han fabricado producto allí y aquí mientras tanto se han fabricado parados. Creo que a medida que los asiáticos vayan demandado niveles sociales más altos y sueldos más altos, habrá fabricantes que vuelvan a trabajar aquí y se corregirán esos desequilibrios.

¿Es de los que opinan que estas épocas tan duras sirven para algo, que enseñan lecciones?

Nos ha servido para movernos. Con la burbuja del ladrillo, del automóvil y de todo, nos acomodamos. Ahora ha habido que espabilarse y se están haciendo cosas muy bien. Hay mucha gente exportando y abriendo nuevos caminos, tengo esperanzas. España se va a recuperar, en menos tiempo del que yo mismo creía.

¿Es cierto que se atisban signos de recuperación?

Sí, se nota también en la venta de coches. Hace un año estaba todo parado y ahora se nota ya algo de movimiento. El español es duro, sobre todo la gente que procede de zonas como Albacete, donde no hemos tenido ese clima tan benigno, la gente está acostumbrada a tenerlo más difícil, saben superar los momentos duros y están saliendo muy bien.

¿Cómo ha cambiado el consumo de automóviles y el consumidor a lo largo de estas décadas?

El cliente de ahora entiende mucho más, cuando viene a comprar sabe ya lo que quiere, ya ha tenido varios coches y ya entiende de mecánica. Compra con mucha seguridad. Además las marcas, absolutamente todas, se han dado cuenta que el cliente es el rey del negocio y las fábricas y los concesionarios están muy mentalizados de que con el cliente todo lo que se haga es poco, hay que cuidarlo para que no se vaya.

¿Cuáles serían las claves del éxito de un empresario que ha sobrevivido a estas crisis?

El éxito viene de ir dando trompazos por la vida, sin perder la ilusión. El éxito es lo que le da a la gente la felicidad en cualquier orden de la vida.

¿La ambición es necesaria en un empresario para crecer, para progresar?

Más que ambición creo que para progresar lo que hace falta es ilusión, sin ilusión no se llega a ninguna parte. Y sobre todo con voluntad, la voluntad es más fuerte y más segura que la inteligencia. Hasta hoy me levanto cada mañana con la misma ilusión y el día que ponga un pie en el suelo y no la tenga, ese día habrá terminado mi vida.

¿Un empresario no se jubila?

No, salvo que no tenga hijos o gente que continúen con el negocio y tenga que vender la empresa. Cada día, a las nueve de la mañana yo estoy en mi sitio. Ahora, eso sí, trabajo solo hasta mediodía, aunque algunas tardes tengo que ir, pero ya me voy permitiendo el lujo de descansar alguna tarde.

El relevo en las empresas familiares no es nada sencillo, ¿qué aconseja llegado este momento?

El empresario debe tener en cuenta cómo son sus hijos, si van a ser capaces de seguir con el negocio, no engañarse y dejarle la empresa sólo por el hecho de ser su hijo. Si no tiene condiciones y voluntad de seguir, ese hombre debe pasar el negocio a manos de personas que estén como ejecutivos en la empresa. Hay que ser inteligente y no dejarse guiar solo por los sentimientos, ser práctico. Es mejor no dejarle la empresa a un hijo que no puede porque no tiene capacidad o porque no quiere llevarla, porque hay hijos que no quieren seguir adelante. A otros les gusta más que al padre.

Usted tiene cuatro hijos, las dos hijas no han seguido el negocio familiar, pero sus dos hijos sí.

Mis hijos son dos locos como yo, trabajan sin horas y sin días, están siempre encima del coche yendo de un lado a otro, viendo dónde abrir un sucursal... siempre estamos a ver qué inventamos. ¿A ver si no qué vamos a hacer?

El empresario hace un inciso, reflexiona. Y dice:

El crédito es bueno, siempre que uno sea prudente y piense que lo puede devolver. El crédito te ayuda a ir haciéndote mayor e ir teniendo más volumen.

Ahora que los bancos están tan denostados, rompe una lanza en su favor...

Creo que la gente no es justa con los bancos. Dejo aparte las cajas de ahorro, que es algo que nunca entendí. El banco es una necesidad que tenemos, es un intermediario del dinero, lo coge al que lo tiene y se lo da al que lo necesita para crear más riqueza. El banco no es más que eso. ¿Qué la banca algunas veces ha tenido malas prácticas?, seguramente, pero no es la generalidad. Cuando empecé a crecer, todo el dinero que tenía era del banco y como yo mucha gente que tiene una casa la han pagado con una hipoteca.

¿Por qué dice que las cajas de ahorro nunca las entendió?

Eso de que no hubiera profesionales no lo comprendía, parece que en el banco puede estar cualquiera que sepa leer y escribir. Y no, los bancos tienen otro estilo, son sociedades anónimas y tienen un consejo de administración que vela por sus accionistas, no es como una caja con personas que no tienen nada que ver con el accionariado y que han hecho y deshecho...

Un ejemplo son las tarjetas opacas de Caja Madrid, ¿no?

Es una barbaridad tan grande que no me gusta hablar de eso, me repele. Con algún  hombre de los que salen en la prensa me he llevado una desilusión, creía que eran honestos.

¿Y sus trabajadores?

Digo como con los bancos, sin mis trabajadores y colaboradores no hubiera llegado donde estoy, quién no piense así es un atontado. Los trabajadores son buenos en general, siempre hay alguno que no está a gusto, con ese hay que hablar y que se vaya si quiere a otro sitio. Yo he tenido trabajadores increíbles, mejores que yo, que han dado la cara por la empresa ante clientes y proveedores. Empresario y trabajador debieran ser la misma cosa. El empresario debe ser un hombre considerado y pensar que todos tenemos derecho a todo y dar oportunidades.

Los salarios en estos años se han ajustado bastante, ¿ha llegado el momento de que se recuperen?

Los sueldos ya no deben bajar más, han bajado bastante, y debemos de empezar a pensar en lo contrario, si no la persona no se atreve a comprar y está asustada. Hay que empezar a recuperar la seguridad y estabilidad, y que la gente vuelva otra vez a comprarse cosas y a disfrutar de la vida.

¿Volveremos a lo que fuimos?

Creo que sí, pero con mucho más conocimiento y sin gente de esa que se volvió un poco loca en el momento de la burbuja.

¿Nunca pensó en abrir negocios en otro sector?

Nunca, es muy difícil hacer las cosas bien y no he tenido capacidad para ser constructor o tener una almazara o una finca, no  he tenido nunca ningún negocio que no haya sido de ruedas. Esto me ha permitido que gente muy buena de Albacete o de Hellín que tenía trabajando de segundo o tercero, me los he llevado a otras provincias a puestos de mando.

¿Qué consejo daría a quien se aventure a montar un negocio?

Antes de empezar hay que salir a la calle, a vender, a conectar con gente que tiene experiencia, seguro que así saldrán ideas y cogerá cosas que le pueden servir. La gente joven, sin estudios o con carrera, que no tenga trabajo, ¡que no se queden en casa tumbados en el sofá llorándole a la madre!, que con cualquier excusa salgan a la calle, ahí está la universidad. Ahora, eso sí, hay que ser constante. La persona que tenga voluntad y una buena idea no puede fracasar.

Usted tiene nietos, ¿qué siente al ver que muchos jóvenes emigran a buscar oportunidades?

Me da mucha pena, es una riqueza que estamos regalándosela a otros países, pero más vale que puedan hacerse con un sueldo bueno allí y siempre tengan la esperanza de volver a su país. Aprender y volver, porque como en España no se vive en ningún sitio.