'El Juli' pincha en su particular encerrona

PEDRO J. GARCÍA
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El diestro madrileño puso voluntad y entrega en el festejo en el que actuó en solitario en pie, pero un mal ganado y su mal manejo de los aceros empeñaron la tarde

El Juli aceptó el reto de quedarse en solitario a pie para la corrida de toros de ayer, tras la caída del cartel de Alejandro por lesión, lo que supuso su particular encerrona ferial y que por distintos motivos pinchó en varias acepciones del término, porque estuvo fallón con los aceros y pinchó a sus toros, incluido un bajonazo que ni los más viejos del lugar le recuerdan, porque El Juli es, habitualmente, un cañón con los aceros. Y pincho, en el uso coloquio, porque fracasó en su empeñó de triunfar en su encerrona, aunque en su descargo hay que reconocer la entrega y voluntad que puso, ante un encierro con el que fue imposible, pero ahí, él también lleva en el pecado la penitencia, porque es el que elige ganadería y este año le había salido bien en varias ocasiones con los de Garcigrande y Domingo Hernández, pero ayer la moneda cayó cruz en Albacete.

decidido. El diestro madrileño llegó muy decidido para afrontar la primera de sus dos tardes en el abono albacetense, con el añadido de que se convirtió en algo especial, una vez que la corrida mixta de un rejoneador y dos diestros dejó sólo a El Juli a pie, afrontando el reto que le propuso la empresa de enfrentarse en solitario a cuatro toros. Aceptó como la figura que es y, tampoco hay que obviarlo, porque su apoderado forma parte de la empresa y no le iba a dejar tirado en tan importante tarde del abono. Ahí estuvo presto El Juli, que venía a por un triunfo, pero que se fue con un pinchazo, más acusado ante sus dos primeros enemigos, los dos más manejables y que se dejaron, a los que pudo cortar algún trofeo si no es por su poco habitual fallo a espadas.

La disposición se vio en el saludo de capote al primero de su lote, en el variado quite que le recetó y en el brindis al público de su faena, que comenzó por bajo, con gusto, lucido el de desprecio y serie ligada con la derecha en un prometedor inicio de  faena a un noble y manejable astado con el que brilló más en el toreo al natural, con hondos muletazos, deslucidos por las claudicaciones del toro cuando le bajaba la mano, lo que hizo que la faena tuviese buenos pasajes al natural, pero que no terminase de romper. Toco se terminó de truncar con el fallo con los aceros y tras un pinchazo, una estocada contraria y un descabello su labor fue silenciada.

Más arreado si cabe salió El Juli para enfrentarse al segundo de su lote, un toro manejable, porque sabía que el festejo llegaba al ecuador y tras hacer agua en su primera labor tocaba enderezar la tarde. Y para ello lo puso el diestro casi todo de su parte, empezando por algo tan poco habitual como verle clavado de rodillas en su inicio de faena para continuar con templadas series con la derecha, sin obligar al toro, bajo de casta y de fuerzas, para ir metiéndole poco a poco en la muleta y arrancándole los pases en el tramo final, ya con el toro casi apagado. El torero puso todo lo que le faltaba al toro en un derroche de voluntad, pero cuando ya acariciaba una oreja y podía colocar la tarde a favor, llegó lo que casi nunca sucede, lo que es tan poco habitual como verle de rodillas, que es fallar con la espada y, además, como lo hizo, con un feo bajonazo que primero enrabió al diestro, conocedor de lo que acabada de emborronar, y después le llevó a disculparse ante el respetable, que entendió su fallo y le ovacionó antes de dar cuenta de la tradicional merienda, que sirvió para reponer fuerzas a los espectadores, pero no para cambiar el tono del festejo, porque si cabe fue a peor y quizás hubiese sido precisa una merienda de casta para el toro de Garcigrande y para el de Domingo Hernández que quedaban por lidiarse.

El Juli salió dispuesto a levantar la tarde, a que tomase signo favorable, pero no fue posible, primero con el quinto de la tarde, un manso de Garcigrande, y después con el sexto, un toro sin clase de Domingo Hernández. No era la tarde y al quinto lo toreó sin más, porque la transmisión y la emoción eran nulas y sólo con la voluntad del diestro no se pudo solucionar. Con el sexto, al que recetó un gran puyazo Juan Francisco Peña, más de lo mismo, con una faena que nunca pudo ser, por lo que decidió abreviar y despachó al toro con media estocada y un descabello. Toca esperar al día 17.

una oreja para ventura. El rejoneador Diego Ventura, que al igual que El Juli también hace doblete en el abono -tendrá su segunda tarde en la corrida de rejones de mañana-, paseó la única oreja de la tarde tras una faena muy poco variada ante un toro de San Pelayo que contribuyó con su movilidad. El jinete, que centró su labor en templar de costado estuvo muy desigual a la hora de clavar, con un rejón de castigo contrario y banderillas no siempre en su sitio, con el añadido de que el rejón de muerte cayó trasero y contrario, lo que no fue impedimento para que lograse un trofeo.

Peor enemigo tuvo en su segundo, un toro manso, sin fijeza ni celo alguno, con el que el jinete tampoco es que expusiese una barbaridad, siendo al final su labor ovacionada por el respetable.