Los encantos de Alcalá del Júcar

Ana Martínez
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Correos escoge este municipio albacetense, junto con Albarracín, La Alberca y Santillana del Mar, para una nueva emisión de sellos

Llegando por la CM-3254, el primer mirador ya advierte al turista de lo que le espera un kilómetro más adelante: Uno de los pueblos más bonitos de España. Así es Alcalá del Júcar. Un municipio declarado histórico-artístico en 1982 y que, junto a la Torre Eiffel y la Gran Mezquita de Estambul, recogió en 1986 el tercer premio a la mejor iluminación artística, organizado por la casa Philips.

Los top ten rurales no dejan de incluir a Alcalá del Júcar como destino preferido del turismo de interior. La última buena noticia es que Correos acaba de anunciar la emisión de una nueva serie filatélica para resaltar la variedad de pueblos con encanto que hay en España y difundir así el patrimonio geográfico del país.  Junto con pueblos tan bellos como Albarracín (Teruel), La Alberca (Salamanca) y Santillana del Mar (Cantabria), Correos ha escogido para esta primera emisión a Alcalá del Júcar, una fortaleza musulmana que formó parte de la línea defensiva que los árabes construyeron en las riberas del río, para contener la creciente presión de los reyes cristianos.

La localidad ha ido adquiriendo tanto auge dentro del sector del turismo rural, que hoy cuenta con 600 plazas hoteleras -una por cada dos vecinos empadronados- y una capacidad en restauración para 900 comensales.

No hay forma de conocer el número exacto de visitantes anuales. Una pista la pueden dar las entradas al Castillo, unas 25.000 en 2015 y alrededor de 4.000 entre Jueves Santo y Lunes de Pascua de 2016, según la gerente de la Asociación de Turismo Rural de La Manchuela, Encarna Arteaga. Pero claro, no todos los turistas pasan por el Castillo. Encarna explica que el 80% de estos turistas proceden de Valencia y Murcia, visitantes que se quedan bastante sorprendidos por el paisaje: «Vienen viajando por la llanura y no se esperan este enclave natural ni el conjunto arquitectónico de Alcalá; la panorámica es lo que más gusta a los turistas», concluye Arteaga.

¿Y qué encanto le ven sus habitantes?  María José Torres se encarga de realizar las visitas guiadas en temporada alta. Trata de combinarlo como dependienta de la panadería La Artesana. Detrás del mostrador, vende a los turistas su pan y su bollería reconocida en toda La Manchuela. Desde que existen las redes sociales, no deja de colgar fotografías y reportajes de su pueblo. «No sé lo que tiene, pero es precioso». Como informadora turística, María José visita con los turistas el castillo, las cuevas y la iglesia, aunque «lo más relevante de Alcalá del Júcar es su entorno natural y el agua».

A 1 de enero de 2015, en Alcalá del Júcar había empadronados 1.250 vecinos, de los cuales alrededor de 700 habitan en el municipio y el resto están distribuidos por sus cinco pedanías: Las Eras, Casas del Cerro, La Gila, Zulema y Tolosa.

Accesos imposibles. La distribución de sus casas excavadas en la montaña, mirando hacia la hoz del Júcar, configuraron un pueblo de calles muy estrechas y empinadas que obligaron a sus habitantes a vivir en la parte de arriba del Castillo o en la rambla, donde el acceso con coches es mucho menos complicado: «En la parte de en medio, las casas están prácticamente deshabitadas», relata la panadera.

Basta darse una vuelta por Alcalá del Júcar para entender que toda la actividad del pueblo se ha bajado a la playeta y a la rambla, al otro lado del margen del río, donde bulle la actividad comercial y turística. El estanco de Víctor Monedero tiene una antigüedad de 99 años. Víctor es la tercera generación de un negocio que trata de resistir, como puede, en la parte central del pueblo. Ya se está planteando bajarse a la rambla porque «el 80% de los vecinos fijos viven ahí».

Para este oriundo alcalaeño, el mayor encanto de Alcalá del Júcar en su entorno natural, su castillo, sus cuevas, su plaza de toros, Tolosa, El Tranco, las rutas senderistas... No echa de menos servicios básicos ni prestaciones, eso sí, al pueblo le falta «gente», porque el desempleo ha provocado la despoblación de Alcalá, que llegó a tener más de 3.000 vecinos empadronados.

Uno de los personajes más famosos de Alcalá del Júcar es El Diablo. Lleva 36 años abriendo Las Cuevas del Diablo, una cafetería montada como museo etnográfico que, a excepción de la Guerra Civil, se utilizaron como corrales para animales, alacenas, bodegas, palomares... En la actualidad, estas cuevas conectan con la cueva natural fortificada del Rey Garadén, que cuentan con una posada y un pasadizo desde donde se controlaba el río. Para El Diablo, la gran riqueza de Alcalá del Júcar es el agua, el propio enclave del pueblo, el castillo y «la nobleza de sus gentes».

Lorenzo González Mora nació en 1937 en Alcalá. Residente en Quart de Poblet (Valencia), pasa largas temporadas en su pueblo natal, especialmente en verano. Para él, el río Júcar es el principal valor de un municipio que Lorenzo pasea cada mañana para después almorzar con sus amigos y comprar el pan. No se plantea trasladarse definitivamente a su pueblo, porque en invierno «hace mucho frío» y en Valencia «hay mejor temperatura».

Pero como la perfección es difícil de conseguir, estos cuatro vecinos de Alcalá del Júcar coinciden, curiosamente, en la misma crítica: la organización de despedidas de soltero y soltera que llevan años celebrándose en el municipio y que están deteriorando el turismo de calidad por el que muchos empresarios del sector han apostado. Si no se pone remedio, Alcalá del Júcar dejará de registrar un 80% de familias visitantes que buscan un turismo activo y de multiaventura. Todo por culpa de esas despedidas de fin de semana que atraen a un turismo muy ruidoso y de borrachera. «Esto parece el Magaluf de la Mancha», critica el estanquero, quien asegura que todos los vecinos del municipio están posicionados en contra de estas celebraciones, sobre todo porque «montan mucho escándalo de madrugada». Una oferta que «sobra» en opinión de El Diablo, porque además obstaculiza el turismo de calidad: «Las despedidas están destruyendo el turismo de clase, nos están perjudicando a todos, arrasa con todo, rompe puertas y ventajas, no deja descansar y, además, sólo deja dinero a uno».

De momento cabe esperar que la nueva ordenanza de seguridad y convivencia ciudadana que aprobó el Ayuntamiento de Alcalá del Júcar empiece a dar sus frutos.