El portero que paró al cáncer

José Luis Royo
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El guardameta Álvaro Griñán volvió a jugar con el Albacete Juvenil de categoría nacional dos años y medio después de que se le detectara una leucemia, de la que se recuperó tras someterse a un trasplante de médula

Dicen que para ser portero de un equipo de fútbol hay que estar hecho de otra pasta, aguantar cosas por las que los jugadores de campo no pasan como la soledad de un puesto en el que un error se eleva a la máxima potencia con respecto al del un delantero. A todo esto, Álvaro Griñán le ha sumado el tener que superar una leucemia que le ha tenido apartado de los terrenos de juego casi tres años. El pasado sábado, Álvaro volvió a ponerse entre los tres palos para defender la portería del Albacete Juvenil Nacional, en el que fue, sin duda, el mejor día de su vida.

Con 17 años es un chaval muy maduro, algo lógico tras haber superado un trance muy complicado. «Fue uno de los días más importantes de mi vida», recuerda Álvaro, que se enteró la noche antes del partido de que iba a ir convocado y «hasta la hora del partido estuve muy nervioso, no pude ni dormir».

Ahora se le dibuja una sonrisa en la boca cuando revive este episodio, pero la mueca se torna a seria cuando recuerda por todo lo que ha pasado. «Ha sido bastante duro», reconoce. «Antes podía ir a todos los lados, pero de un día para otro no puedes estar en ningún sitio, no puedes estar con tus compañeros, ni ver los partidos porque tenías que estar en el hospital, eso se hace muy duro».

Dos años y medio ha durado esta travesía luchando contra el cáncer, pero en ningún momento se ha sentido solo. «El equipo no me ha dejado, han estado conmigo en todo momento, desde el primer día hasta el último», algo que se pudo ver el pasado sábado cuando a falta de un cuarto de hora Ángel Moreno, entrenador del Albacete Juvenil Nacional, decidió darle entrada y sus compañeros le arroparon. De hecho, Álvaro tiene claro que «si no hubiera sido por ellos esto no hubiera podido salir adelante».

En este sentido, recuerda que «desde que empecé en el fútbol he ido con una serie de compañeros que aún siguen en el Juvenil conmigo y ellos han sido un apoyo muy importante».

El día que le comunicaron que padecía leucemia fue duro. «Te preguntas por qué te pasa a ti», recuerda Álvaro, que echando la vista atrás revive momentos en los que «estás cansado de ir tanto al hospital, de estar encerrado en una habitación». En esos momentos «es cuando más me he apoyado en mis amigos, en los compañeros del equipo, que eran los que me animaban a seguir para adelante».

El  fútbol se volcó. El caso de Álvaro Griñán saltó a los medios hace poco más de un par de años, cuando la plantilla del Albacete Balompié saltó al Carlos Belmonte en un partido de Liga con unas camisetas mostrando su apoyo a este jugador, por aquel entonces cadete, al que poco antes le habían detectado leucemia. «Para mí fue un momento muy bonito, porque también salieron mis compañeros de equipo, fue alucinante».

Desde entonces ha llegado a todos los rincones del mundo futbolístico y grandes guardametas se han volcado con él. Así, a Álvaro le han regalado camisetas Casillas, Pepe Reina, Keylor Navas, Courtois, Casto y muchos más porteros. De hecho cuando España jugó en el Carlos Belmonte ante Georgia, estuvo con Pepe Reina. «Pude estar y charlar con él en el hotel, fue un gran momento. Me dijo que tirara para adelante, que confiaba en mí y que podía salir de la enfermedad y que sabía que iba a volver a jugar al fútbol». Las predicciones del ahora meta del Bayern de Munich se han cumplido.

Los jugadores del Albacete también han mostrado su apoyo a Álvaro durante estos años y tras su reaparición han sido muchos los futbolistas que le han mostrado su apoyo en las redes sociales. «Cuando vi el mensaje de Diego Benito o de periodistas deportivos, pensé que era una locura. Para nada me esperaba que tuviese tanta repercusión», reconoce el joven guardameta del Alba.

También tiene buenas palabras para el Albacete Balompié porque «se han portado perfectamente, siempre me han estado apoyando, me han dado todo lo que he necesitado».

Lo que está claro es que el mundo del fútbol ha arropado al Álvaro durante todo este proceso y por eso quiere agradecer públicamente «gente muy importante que me ha estado apoyando durante la enfermedad como Zalazar, Pepe Carcelén o el Chuti Molina, que me han mandado muchos regalos, equipaciones, guantes de portero» y también recuerda el cariño de los veteranos del Alba, de cuya asociación fue secretario su padre. «En un partido amistoso sacaron camisetas mandándome ánimos».

El trasplante. El 13 de noviembre de 2012, día en el que le diagnosticaron la enfermedad «fue un palo», recuerda Candi, el padre de Álvaro y, aunque al principio todo parecía más o menos controlado «porque con tratamiento lo normal es que saliera para adelante, a los dos meses te dicen que hay complicaciones y que hay que hacer las pruebas porque hay que ir al trasplante de médula. Aquello fue otro palo».

Afortunadamente, tras realizarle las pruebas a sus padres y a su hermana, resultó que  la hermana «era compatible y le dio la médula y es la que le ha salvado la vida». De no haber sido así tendría que haber acudido al banco internacional y esperar a que apareciera una médula compatible, algo que no es nada fácil.

Por eso, tanto Álvaro como su familia piden que la gente se haga donante de médula. «No es nada complicado, te sacan sangre y ya está y si eres compatible con alguien te sacan sangre durante cuatro horas y ya está no pasa nada más», explica Candi, mientras que Álvaro asevera que «no pierden nada y pueden salvar muchísimas vidas».

Aunque desde que el 18 de junio de 2013 se le practicó el trasplante está curado de la leucemia, Álvaro debe seguir pasando unos controles rutinario, que «al principio eran semanales, después mensuales, ahora estamos yendo cada tres meses e imaginamos que dentro de poco lo pasará a seis y después será un año, así hasta que pasen cinco años», asegura Candi Griñán.

Álvaro que estuvo sin entrenar ni jugar desde el 2012 hasta que en febrero del 2014 volvió a los entrenamientos, «pero en abril me salió una necrosis en la rodilla y estuve siete meses lesionado», asegura el futbolista. Esta lesión es una de las secuelas que puede dejar la dura enfermedad por la que ha pasado. «De tanto tratamiento, tantas pastillas, los huesos ya no están como estaban antes y cuesta todo bastante más».

Su padre apunta que el cuerpo de Álvaro ha sufrido «muchos trastornos» durante la enfermedad, «ha pasado de 54 kilos a a 85, volver a 64, son muchas alteraciones». No ha sido un trago fácil para sus padres, es más, el propio Candi reconoce que «él siempre ha tenido la sonrisa en la boca y el que nos ha dado los ánimos, siempre ha estado alegre, en cuanto le daban el alta en el hospital me pedía que lo llevara a la Ciudad Deportiva, allí era feliz y eso hacía que nosotros también lo fuéramos».

Y es que Álvaro no perdió nunca el contacto con los que han sido sus compañeros desde siempre. «En el momento que salía del hospital venía a casa a ver a la familia y después a la Ciudad Deportiva para estar con mis compañeros».

Candi también fue futbolista y también formó parte de la cantera del Albacete, donde coincidió con Pedro Camacho de entrenador. Candi tiene claro que «ser deportista ayuda en estos casos, sobre todo mentalmente. Él ha sido un luchador, de hecho el año pasado nada más empezar a entrar tuvo lo de la rodilla y tuvo que parar otros siete meses, metido en el gimnasio y no ha faltado ni un solo día para recuperarse y al final ha tenido la recompensa de volver a jugar».

Su carrera. Durante la enfermedad no llegó a plantarse si iba a poder volver a jugar al fútbol o no, le preocupaba más «qué iba a pasar cuando acabase con todo esto, cómo iba a encontrarme, si iba a ser la misma persona que era antes».

Álvaro es un prometedor portero, aunque quizá su meta no sea llegar a profesional,  al menos, no es algo que necesite. «No me planteo llegar arriba o no, he superado la enfermedad y ya soy feliz. Quiero vivir mi vida y llegar hasta donde pueda».

A pesar de haber pasado por este complicado trance, no ha perdido ningún curso y de cara al futuro tiene clara su vocación. «Me gustaría estudiar fisioterapia», reconoce, sobre todo porque es una profesión muy relacionada con el deporte. Y es que para Álvaro «todo lo que esté relacionado con el deporte me gusta».

Los Guachis. Durante su enfermedad ha recibido muchos apoyos, pero formar parte del grupo Los Guachis del Hospital de Albacete, ha sido algo clave en su recuperación. «Los Guachis somos los niños que estamos o hemos estado en tratamiento contra el cáncer e intentamos divertirnos lo máximo posible, hacemos obras teatrales, vídeos, para que sea un poco más alegre y que no lo veamos todo negativo».

De hecho, Álvaro llegó a bailar un tango en una de sus actuaciones con Los Guachis. «Al principio costó, pero cuando le pillas el tranquillo, pero la verdad es que nunca me imaginaba que bailaría un tango y menos en público».

Ahora que ya esta recuperado no quiere olvidarse de los compañeros que ha dejado en el hospital y que luchan contra el cáncer. «Les quiero decir que tiren para adelante, que no se vengan abajo porque todo lo que se propongan lo pueden conseguir con fuerza y con sacrificio». Así es Álvaro Griñán, el portero que paró al cáncer.