¿Merece la pena dedicarse a la política?

Israel García-Juez
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El presidente de la 'Xunta' celebra un desayuno en Madrid al que no acude un solo ministro para evitar hablar de Rato

Corren tiempos adversos para aquellos que se dedican a la política de forma honesta, pues son tantos los casos en todos los partidos y a todos los niveles que es muy difícil evitar un conato de arcada cuando se abordan estos asuntos. Pero Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia y lo que es mejor; un muy potencial candidato para sustituir a Mariano Rajoy (al que el PSOE reza para que Dios le guarde muchos años), siempre ha sido un hombre muy valiente, de hecho no está casado, y quiso tirar de personajes bíblicos para explicarnos qué es lo que está pasando en la política española. Para ello habló de los publicanos, aquellos que afrontan los difíciles retos pase lo que pase (los del PP según él) y los fariseos (aquellos que no tienen soluciones para nada porque no han gestionado nada y prometen aquello que saben que no podrán dar; Podemos, Ciudadanos Y PSOE). También atacó a UPyD hablando sobre aquellos que identifican a las personas con el partido, «yo soy el partido»  dijo para explicarlo, al margen de las ideas que se quieran promover y comentó la figura de los falsos Mesías. «Detrás de mí hay un partido con miles de personas preparadas para gobernar. No creo que los de nuevo cuño tengan gente para hacerse cargo de España», sentenció. 
Lo que más me llamó la atención es que ni un solo ministro acudió a este desayuno informativo, supongo que tratando de evitar tener que hablar con los molestos periodistas, que diría el bueno del presidente del Gobierno. Es mucho mejor, esperar a la celebración de los maitines del lunes y que expliquen a estos aguerridos ministros nuestros cómo desembarazarse de la alargada sombra de Rato. 
Cuando todos los asistentes empezamos a entonar el canto gregoriano, recordó Feijóo que Ciudadanos no quiere AVE para Galicia y sus 5,5 millones de habitantes, que el federalismo del PSOE es inaceptable si implica que unas comunidades sean distintas de otras y superfluo si solo consiste en cambiarle el nombre y que los pactos todos contra el PP son balcánicos y volcánicos. 
Sobre Rato dijo que es un ejemplo de que a este Ejecutivo no le tiembla la mano a la hora de perseguir hechos delictivos y cada vez que se le hablaba de Bárcenas o de los problemas de corrupción en el PP, Alberto salía por la tangente asegurando que al PSOE, a pesar de estar institucionalizada la corrupción en Andalucía, no le ha pasado factura política. 
Será sucesor de Rajoy si así lo estima Mariano, dijo Alberto y, como no podía ser de otra forma, tratándose de un gran gallego en muchas de las cuestiones planteadas nos quedamos sin saber si en el ascensor subía o bajaba el presidente de la Xunta. Lo digo por el chiste sobre gallegos. 
Otros ilustres paisanos suyos acudieron a la cita como es el caso del director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa engominado hasta las cejas. También estaba el presidente del Consejo de Estado, José Manuel Romay Beccaría. Hubo un pequeño problema con Esperanza Aguirre que, a pesar de que iba con una chaqueta color Ciudadanos, ya ha dicho muchas veces que quiere integrarles en el PP como se descuiden, no estaba previsto que ella acudiera y no había una silla para ella en la mesa presidencial. Hizo amago de ubicarse en otro lado y la acomodaron al lado de su querida Cristina Cifuentes, que tan bien se llevan y tan amigas son. O eso al menos es lo que nos cuentan desde Génova 13 y ya se encarga Espe de recordar que su candidato era Nacho González a la Comunidad de Madrid. Un amplio ramillete de secretarios de Estado trataba de suplir la no presencia de sus jefes y así vimos a Pedro Argüelles (que es el miembro del Gobierno con mayor patrimonio personal), José Luis Ayllón, a Carlos Espinosa de los Monteros (que considera que es muy anglosajón desayunar gratis en los hoteles buenos), a Antonio Beteta (que, desde que adelgazó mucho, come como un pajarillo) o a Víctor Calvo-Sotelo que como buen asturiano es capaz de desayunar en un bar en la calle y acto seguido meterse en un hotel y volver a repetir el mismo acto. Vi al presidente de la SEPI, Ramón Aguirre y a pocos empresarios gallegos pues son muy discretos. Además, en la Villa y Corte siempre se desconfió de los gallegos por su acentuada astucia y por esa retranca (humor negro) que en las Castillas se entiende tan mal.