Detergente, café y dignidad

M.M.B.
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La lavandería social que Justicia y Paz montó hace tres años en un local de Las 500 Viviendas, en Hermanos Falcó, facilita a las personas sin recursos mantener la pulcritud de su ropa, clave para evitar el rechazo social

En la plaza Félix María Samaniego se escribe cada mañana una fábula, entre el olor a detergente, el aroma a café y la cálida acogida de los voluntarios. Pero es una fábula que tiene poco de ficción y mucho de realidad. La dura realidad de quienes a diario se cogen 45 cajas de ajos y no tienen ni donde lavar su ropa o de los sin techo a quienes las adicciones o la enfermedad mental los han empujado a sobrevivir en la calle. Entramos en la lavandería que hace tres años abrió Justicia y Paz en el barrio de Hermanos Falcó. El padre Miguel, un sacerdote habitual de los asentamientos de inmigrantes, empezó llevándose la ropa de los temporeros a su casa para lavarla. Se dieron cuenta que este servicio era necesario y la oenegé Justicia y Paz se lanzó a ponerlo en marcha. El obispado les dejó un local, un bajo en los bloques de Las 500 Viviendas, frente al Hospital y la parroquia de Santo Domingo de Guzmán asume los gastos de luz y agua de las cuatro lavadoras que dan vueltas sin cesar.