El lápiz que dibujó la arquitectura moderna

M.M.B.
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Albacete debe a Antonio Escario, arquitecto de hábil mano, su presencia en el movimiento arquitectónico de la segunda mitad del siglo XX. Su ópera prima, losFilipenses, fue elegida para representar a España en la Bienal de Venecia de 2014

Racionalidad y humildad fueron sus máximas. Lo contó no hace mucho él mismo, en una de sus últimas visitas a la ciudad. Cuando confesó que aún después de una dilatada trayectoria profesional de más de medio siglo, entre sus preferidas figuraban dos de sus óperas primas, el oratorio de los Filipenses y el Museo de Albacete. 

Antonio Escario (Albacete, 1935-2018) se fue hace unos días y dejó un amplio catálogo de edificios que lo perpetuarán. «Por su sólida trayectoria profesional y la inmensa calidad de su legado construido, Escario pertenece al universo de los grandes creadores del siglo XX. Esa minoría selecta que, con humildad y en silencio, son capaces de hacer realidad los sueños colectivos, como el que fuera su verdadero guía espiritual, el arriesgado reformador Sáenz de Oiza», proclama el arquitecto Javier Domínguez, autor de una monografía que repasa la vida y obra de este arquitecto que nació en Albacete y se consolidó como profesional en Valencia, tierra donde fue reconocido en el año 2013 por sus colegas como Mestre Valencià D’Arquitectura.