El mundo gira al ritmo de Wagner

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El bicentenario del músico alemán rinde homenaje a un hombre tan amado como rechazado, creador sublime y ególatra antisemita

El mundo gira al ritmo de Wagner

Sir Simon Rattle recordó recientemente que al dirigir sus primeras óperas de Richard Wagner colocaba un pequeño cubo junto al púlpito. «Tenía la sensación de que era lo más maravilloso, lo más embriagador que había experimentado jamás. Y, en seguida, sentía que iba a vomitar». La anécdota es reveladora: para bien o para mal, solo el convulso músico alemán podría generar un comentario así.

De Leipzig a Venecia, de Buenos Aires a Shanghai, el mundo celebra ahora el bicentenario de Richard Wagner (1813-1883) con una catarata de conciertos, conferencias y publicaciones que intentarán desentrañar uno de los grandes enigmas de la música: el de un artista amado o rechazado con fervor casi religioso y el de una personalidad en la que convivieron un creador sublime y un ególatra antisemita.

«Tarde o temprano llega el momento en que uno ya no puede sustraerse al éxtasis, al efecto narcótico de su música», explicaba Rattle al semanario Die Zeit con motivo del aniversario. Para el británico, director de la Filarmónica de Berlín, óperas como Tristán e Isolda van «más allá de la música y del arte. Wagner traspasa la barrera del sonido».

La celebración tendrá su punto cúlmine el 22 de mayo, día en que se cumplen los 200 años de su nacimiento. Christian Thielemann, acaso el mejor intérprete wagneriano de la actualidad, dirigirá esa noche un «concierto de cumpleaños» en el santuario de Bayreuth, donde el propio Wagner creó su teatro.

La misma ciudad bávara celebrará el tradicional festival anual del 22 de julio al 28 de agosto. El programa incluye una nueva puesta de la tetralogía El Anillo del Nibelungo, con dirección escénica del siempre provocador Frank Castorf.

El Anillo se renovará también en la Staatsoper de Berlín. Su director, el argentino israelí Daniel Barenboim, terminará de estrenar una nueva producción con régie del belga Guy Cassiers y estrellas como Irene Theorin, Peter Seiffert y René Pape.

Thielemann dirigirá también conciertos homenaje en Dresden, donde el músico pasó parte de su vida, mientras que Leipzig, su ciudad natal, estrenará un Anillo para niños y programará Las Hadas, Rienzi y La prohibición de amar, las tres primeras obras del artista que se representan rara vez. Otras Óperas alemanas como las de Múnich, Fráncfort o Hamburgo prevén funciones especiales.

Sin embargo, el aniversario se vivirá también fuera de Alemania. La monumental tetralogía podrá verse completa en las óperas de Nueva York, Melbourne, París, Viena, Milán o Londres, en algunos casos con nuevas puestas de escena. Venecia, refugio inspirador para Wagner y la ciudad donde murió, presentará un Tristán e Isolda.

Las celebraciones comenzaron ya el año pasado con el estreno mundial de una versión reducida del Anillo en el legendario Teatro Colón de Buenos Aires. También en España Plácido Domingo dirigió en Valencia un concierto homenaje al alemán y al otro grande de la ópera que celebra bicentenario este año: Giuseppe Verdi (1813-1910).

Cuesta imaginar un músico que desate tantas pasiones como Wagner, musicales y extramusicales. Por eso los homenajes no se limitarán a las salas de ópera y adoptarán las formas más diversas.

Alemania emitirá una moneda conmemorativa de 10 euros -detalle que no carece de ironía, tratándose de un músico siempre acosado por las deudas-, un simposio sondeará la relación de Wagner con sus mujeres y otro proyecto invitará a los jóvenes a escribir letras de rap con libretos del músico, por no contar el sinfín de biografías, epistolarios y ensayos que se editarán durante todo el año.