'El Prado disperso' pervive en la ciudad

A.M.
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En 1876, el Ministerio de Gobernación cedió al primer museo de la capital numerosas pinturas de los siglos XVI, XVII y XIX, obras pertenecientes a la pinacoteca del Museo del Prado que cuelgan en varias instituciones públicas

Escaleras de acceso a la primera planta de la Diputación, donde cuelgan algunos de los cuadros. - Foto: Esparcia

Rondaba el año 1876 cuando la ComisiónProvincial de Monumentos de Albacete acordó la creación de un museo de bellas artes y antigüedades. Para la custodia de los bienes patrimoniales e históricos se habilitaron dos habitaciones en el segundo piso del por entonces Gobierno Civil. Sin embargo, en 1894, este museo estaba desarmado.

Este fue el verdadero origen del actual Museo de Albacete. En la primera etapa comprendida entre 1876 y 1887 -tal y como recoge su directora Rubí Sanz en un trabajo realizado sobre la historia del Museo-, el Ministerio de Gobernación remitió numerosos cuadros de los siglos XVII y XIX, obras que correspondían a autores como Carducho, Mateo Gilarte, Francisco de Solís, J. Benlliure, R. Villodas, entre otros.

No fue hasta 1927, con la inauguración oficial del Museo Provincial Arqueológico de Albacete, cuando algunos de estos cuadros se distribuyeron en diversas instituciones oficiales como Diputación, Gobierno Civil, Audiencia Territorial y Ayuntamiento, quedando unos pocos en las salas de exposición del museo.

Un acta de la Comisión Provincial de Monumentos del 3 de diciembre de 1939 da cuenta de las pérdidas producidas a causa de la guerra y de los daños detectados en algunos de los lienzos.

La historia puede resultar curiosa, al fin y al cabo historia es. Lo que sorprende es que esos cuadros, y otros muchos más, todavía continúan colgandos en las paredes de la Diputación Provincial de Albacete, del Ayuntamiento, del actual Palacio de Justicia y de la Subdelegación del Gobierno, casi cien años después de haberlas recibido por parte de la Comisión Provincial de Monumentos.

Lo más llamativo es que todas estas obras -23 en total que fueron cedidas, menos una que ha sido devuelta y tres que están ilocalizables- pertenecen a los fondos del Museo del Prado, es decir, que la capital albacetense cuenta con cuadros, «temporalmente cedidos», por el Museo Nacional del Prado con sede en Madrid.

Un Museo que exhibe en su propia sede algo más de 1.300 obras, mientras que alrededor de 3.100 se encuentran en diversos museos e instituciones oficiales de distintas comunidades autónomas. Esto es lo que se conoce como El Prado Disperso... y también está en Albacete.

Según el inventario realizado por Adela Espinos, Mercedes Orihuela, Mercedes Royo-Villanova y Guadalupe Sabán, la capital albacetense contaba con 23 cuadros originarios de los siglos XVI, XVII y, fundamentalmente, del XIX, aunque con el paso del tiempo, algunos de ellos no se encuentran donde dice el catálogo de El Prado Disperso y otros se han devuelto al Museo madrileño o al Reina Sofía, bien por que se ha desecho la sociedad a la que le fue encomendado, bien para su restauración.

Una gran parte de El Prado Disperso que llegó a finales del siglo XVIIIa Albacete y que fue depositado a mediados del XX en diferentes instituciones públicas está repartido por despachos, salas de reuniones y viviendas del Palacio de Justicia, en la calle San Agustín de esta ciudad, donde llegaron el 10 de diciembre de 1946 procedentes del Museo Provincial de Albacete, donde se habían depositado por Real Orden de 8 de junio de 1880. Con esta matrícula se encuentra La Oración en el Huerto de Mariano de la Roca y Delgado (1825-1872), dos pinturas de Juan Espina y Capo tituladas Recuerdos de Bretaña e Impresión de la luz en Madrid, y Ensayo al órgano, de Matías Moreno (1840-1906).

El 3 de agosto de 1901 llegaba a Albacete procedente de El Prado el Frutero de Julián Sanz del Valle, que se puede contemplar en la sala de autoridades del Palacio de Justicia. Mientras, en el despacho del presidente del Tribunal Superior de Justicia cuelgan un Juan Espina -Recuerdos de Bretaña- y El Peregrino, firmado por Agapito López San Román, fallecido en 1873, quie junto Impresión de la luz, Ensayo al órganoy Claustro de la Inclusa -este de Cecilio Pizarro-, llegaron a la entonces Audiencia Territorial el 10 de diciembre de 1946.

Entre las cuatro paredes de la secretaría de presidencia del TSJ de Castilla-La Mancha se puede contemplar un Tomás Murillo titulado Perspectiva de ciudad, fechado en Roma en 1914 y depositado por Orden de 26 de febrero de 1932 en el Museo de Albacete.

A pesar de que la colección propiedad de El Prado que tiene cedido el Palacio de Justicia acaba con Tarde de Otoño, de Gabriel Esteve, hasta la Audiencia Territorial llegaron otras dos obras más:El Rancho, del reconocido pintor bilbaíno Álvaro Alcalá Galiano -medalla nacional de Bellas Artes en 1920-, que fue destruido el 1 de marzo de 1963; y la Ciocciara a la ventana, una obra estilo napolitano atribuida al sevillano Francisco Díaz Carreño que, por el momento, está sin localizar.

En conclusión, el actual Palacio de Justicia de Albacete llegó a colgar entre sus muros 11 cuadros procedentes del Museo del Prado, de los que conserva nueve en estos momentos, algunos de ellos en las viviendas que existen en el edificio de la calle San Agustín. El Palacio de la Diputación Provincial, obra del arquitecto hellinero Justo Millán, no podría haber decorado mejor su novedosa estructura del lucernario central, con vidriera, en hierro fundido, que con las obras procedentes del Museo del Prado. Una de las mejores obras de la pinacoteca de este centro y de las que más orgullosa se puede sentir esta ciudad por tenerla en una de sus instituciones públicas es la Inmaculada Concepción de Francisco de Solis, pintor y grabador madrileño que pintó numerosas obras para las diferentes órdenes religiosas de Madrid. Un cuadro que se puede admirar en la primera planta del antiguo Palacio Provincial, donde se encuentran el artístico salón de plenos y los despachos de presidencia, entre otros.

En este caso, la Diputación Provincial tiene a la vista los cinco cuadros del Museo del Prado que le fueron depositados por Real Orden de 8 de junio de 1880. Además de la mencionada Inmaculada Concepción de Solis, Mateo Gilarte, Vicente Carducho -con dos obras- y Ernesto Menager son los autores de las obras de artes que cuelgan en la primera planta del Palacio Provincial.

El 20 de agosto de 1956 llegaron hasta la Subdelegación del Gobierno, por entonces Gobierno Civil, otros tres cuadros que habían sido cedidos por el Museo del Prado en 1880: La prisión de Moctezuma, de Antonio Gómez y Cros; Carlos V recibe en Yuste la visita de San Francisco, de Joaquín María Herrer y Rodríguez; y Fuente de Pollensa, de Joaquín Tuleda. En la actualidad, éste cuadro -por pertenecer al siglo XX- fue retirado por el Reina Sofía para proceder a su restauración. Los otros dos se pueden contemplar en el despacho del subdelegado del Gobierno y en la sala de recepciones.

Por su parte, el Ayuntamiento de Albacete también recibió el Mensaje de Carlos Ial Cardenal Cisneros, del madrileño Ricardo de Villodas y de la Torre, cuadro con el que obtuvo en 1878 la segunda medalla en la Exposición Nacional. Según fuentes de la Concejalía de Cultura, este cuadro se encuentra instalado en la primera planta del Museo Municipal.

La anécdota más curiosa de este inventario que el Museo del Prado tiene cedido a Albacete es la que ha sucedió con un retrato del diestro Antonio Villa, firmado por Francisco Posada Moreno (1883-1912), depostado por Real Orden de 14 de julio de 1928 y cedido al Club Taurino de Albacete que existió hasta la década de los 90. Tras su desaparición, el Museo de Albacete se encargó de la localización de este cuadro y se ocupó de su traslado al Museo Reina Sofía, encargado de custiodiar los cuadros pintados a partir del nacimiento de Pablo Picasso. En el catálogo elaborado sobre El Prado Disperso aparecen dos obras que fueron depositadas en el Museo de Albacete en 1932 pero que, a día de hoy, están sin localizar:Una telefonista, de Ricardo López Cabrera; y La cueva trigada, de E. Pou, cuadros que no se encuentran entre los fondos del Museo de esta provincia, tal y como ha confirmado su directora Rubí Sanz.

El Prado Disperso se encuentra así representado con 19 antiguos cuadros, la mayoría pintados antes del nacimiento de Pablo Picasso en 1881.Un tesoro semiescondido del que pocos ciudadanos pueden disfrutar.