El cine oculto

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
-

Sobre el bingo Astoria sobreviven los restos de una vieja sala cinematográfica cuyos proyectores funcionaron 30 años

El cine oculto

Atentos al soniquete del bingo, mientras juegan sus cartones, seguro que muchos de los clientes del bingo Astoria ni tan siquiera sospechan que sobre sus cabezas quedan los restos de un antiguo cine. El oculto cine Astoria.

El cine Capitol, en la plaza del Altozano, salvado para Filmoteca Municipal, es la única vieja sala que ha quedado en activo en nuestra ciudad, donde hoy sólo se puede ver cine comercial en los modernos Yelmocineplex de Vialia y de Imaginalia.

Aquellos cines de barrio fueron apagando sus proyectores y cerrando sus puertas. Algunos desaparecieron para siempre. Otros se reformaron y transformaron para dar paso a otros negocios se suponía que con más futuro, como sucedió con el Astoria. Un falso techo rebajó la altura del cine y las butacas del patio de abajo dieron paso a mesas redondas donde los bingueros aguardan la suerte. Pero sólo hay que subir las viejas escaleras que daban acceso al gallinero para descubrir ese cine que fue. En la oscuridad, casi no puede apreciarse pero queda un inmenso artesonado de madera, que soporta la techumbre del edificio, desprovisto ya de los adornos de escayola que un día decoraron la sala.

«Hace unos años, un terremoto que hubo en Mula se dejó sentir aquí, lo poco que quedaba de escayola se cayó, así que se terminó de retirar», recuerda Joaquín Ruiz, gerente de la sala Astoria que amablemente nos enseña las tripas del local, «es muy parecido al cine Versalles, en Madrid, que hoy también es un bingo», apunta.

Las filas de butacas del gallinero permanecen intactas, eso sí, acumulando polvo y años. Y sobre esta segunda planta de butacas, puede accederse a la sala de proyecciones. Viejos cuadros de luces, una vieja mesa con un flexo utilizada supuestamente para montar las películas, recuerdan para lo que sirvió aquel pequeño habitáculo en cuya pared se abren pequeños ventanucos por donde se proyectaba la película.  

El periódico Albacete definía al cine Astoria como «flamante cinema», cuando se inauguró allá por 1949, según se recoge en La aventura del cine (Albacete, en el centenario del séptimo arte). El cronista del momento relataba que este nuevo cine, que se inauguró un sábado, 19 de marzo para más señas, tenía «el grato incentivo de reanudar, aunque otro sea su nombre y  otros y muy depurados y elegantes sus detalles decorativos interiores y exteriores, la vida de la empresa que durante muchos años regentó el Teatro Cervantes, que ahora es ocasión de recordar con el cariño que las cosas antiguas del viejo Albacete suelen dejar, al menos, en los que acostumbramos a reconstruir añejas estampas de la ciudad, para hallar el contraste de su ayer y hoy, la significación de su rico presente».

viejos proyectores. La empresa que promovió el cine Astoria era Luis Martínez Sánchez (LMS), procedente del Levante. Para estrenar el nuevo cine se eligió Feliz y enamorada, película que se proyectó utilizando las máquinas del antiguo Teatro Cervantes, ya que el propietario era el mismo y esa sala había cerrado poco antes de la guerra civil española. El día de la apertura, los albaceteños pagaron seis pesetas por ver la película que protagonizaban Diana Durbin y Robert Paige, aunque unos días después de la inauguración se rebajó el precio de la entrada a cuatro pesetas en el patio de butaca, tres en el entresuelo y dos en el anfiteatro. El público acogió muy bien esta nueva sala Astoria, porque al parecer era un «cine espacioso y confortable», que además destacaba por su decoración. Sí que hubo quejas en los comienzos de esta sala por su sonido, atribuibles según los cronistas de la época a la «irregularidad del servicio eléctrico».

La empresa de Luis Martínez Sánchez siguió explotando el cine Astoria durante unos años, que además aprovechaba el verano para abrir también el popular cine Azul. Antes de echar el cierre como cine, la sala Astoria fue gestionada por José Pérez García, que tomó el relevo del empresario levantino.

El domingo 4 de mayo de 1980, con la proyección de la película Violación y ...?, protagonizada por Andrea Allan y Karl Lanchbury, se apagaban para siempre los proyectores del Astoria. Su sala pasaba a convertirse en una sala de bingo, la más grande de la ciudad.

El bingo, regentado en su día por el club Albacete Balompié, es hoy propiedad del Grupo Cirsa y se ha convertido en la única sala de juego que ha sobrevivido en la ciudad, pues el bingo, como ocurrió en su día con los cines, anda sumergido en una profunda crisis que ha dado lugar al cierre de multitud de salas en España.

Esta sala de juego Astoria, sin embargo, parece tener larga vida por delante. Con 36 empleados, sigue siendo uno de los bingos rentables que quedan en España.