"En esta ciudad se han cometido barbaridades contra el patrimonio"

A.M.
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Miguel Cano no ha dejado de rendir homenaje con su pintura a la tierra que lo vio nacer, Albacete

 Disolventes. Incontables botes con pinceles, caballetes y lienzos decoran un espacio en el que la radio suena de fondo. Tampoco faltan los libros de arte, las fotografías antiguas familiares, aquellos primeros óleos con los que empezó a ganar concursos. Un sencillo flexo verde nos descubre en lo que emplea su tiempo: un pequeño bodegón con dos membrillos, una de sus pasiones que nunca ha traicionado. Él es Miguel Cano, pintor querido y admirado en la tierra que lo vio nacer, Albacete, ciudad a la que nunca ha dejado de rendir homenaje a través de la realidad de su paleta de colores.

¿Cómo, cuándo y por qué se inicia en esto de las bellas artes?

Tenía siete años cuando mi padre me apuntó a la academia de Diego Rivera, que era pintor y escultor. A mí me gustaba mucho dibujar, pero como a cualquier niño de mi edad. Lo complicado en este oficio es que vayas creciendo y te siga gustando.

¿Qué aprendió?

Aprendí a dibujar. Diego Rivera nos enseñaba a dibujar, porque en realidad era lo que nos gustaba. Dibujábamos estatuas, bustos, modelábamos con barro, aprendimos a encajar... Los dibujos los hacíamos en papel de estraza. Entonces todo el mundo tenía claro que el dibujo debe ser la base de un buen pintor. Ahora, un niño va a una academia y lo ponen inmediatamente a calcar una lámina con óleos, su madre le pone un marco y tan contentos. Allí pintábamos algo con acuarela o sanguinas, pero el óleo no lo empecé a tocar hasta los 12 años.

¿Recuerda cuál fue su primer cuadro con esta técnica?

Un retrato de Goya. Lo pinté en 1961 y lo valoré en 500 pesetas.

¿Siempre se ha dedicado a las bellas artes?

No, qué va. Con 13 años me incorporé al taller mecánico que tenía mi padre, donde mis hermanas ya trabajaban de torneras y mecánicas. Allí cortaba a las cinco de la tarde y me iba a la academia de Diego Rivera. Si tenía que hacer jornada completa y comerme un bocadillo en el taller, lo hacía. Todo por no faltar a clase. Era mi pasión.

¿Cuándo empezó a ganarse la vida con la pintura?

Pues a esa edad ya me presentaba a concursos de pintura al aire libre y ganaba los primeros premios. Recuerdo que los convocaba el Frente de Juventudes que estaba en la calle Ricardo Castro. Gané pintando el parque de Abelardo Sánchez, el entorno de la Catedral, el Altozano... También, la tienda Muebles De la Rosa me encargaba cuadros comerciales de esos que la gente ponían encima del tresillo.

¿Su padre siempre le apoyó en esta aventura?

Mi padre me llamaba Fernando, porque mi nombre completo es Miguel Fernando, aunque mis amigos y hermanos me llaman Cano. Mi padre me decía: «Fernando, ser pintor es una profesión muy difícil» e insistía en que aprendiera el oficio de mecánico-tornero. Estuve en el taller hasta que en 1977 entré en la Base Aérea como personal civil contratado al servicio de la administración. Allí estuve 11 ó 12 años, hasta que me dieron el Premio de Artes Plásticas de Castilla-La Mancha en 1988. Ese año decidí pedir la excedencia para dedicarme en exclusiva a la pintura. Fui pidiendo prórrogas hasta que se me agotaron. Nunca volví. Pero, aún con estos empleos, nunca he dejado de pintar.

¿Su padre llevaba razón?

Sin duda. Esta es una profesión muy dura y difícil, pero he trabajado en lo que me gusta. Sin embargo, la libertad tiene un precio y hay que pagarlo. Y yo soy de los que no se pueden quejar, porque mi pintura es más fácil de vender y mi  mujer siempre ha trabajado.

Efectivamente, su estilo pictórico es fácil de vender por su realismo. ¿Fue una elección comercial o una preferencia personal?

En la juventud, el caos plástico es absoluto. Tienes un gran cacao mental y vas desde lo clásico a lo moderno. Yo no tuve de joven la coherencia de Antonio López, pero siempre me gustó mucho más la figuración y el realismo. Por eso me he movido en esos estilos.

¿Se acuerda de su primera exposición en Albacete?

Mi primera exposición la hice en la Sala Estudio de Lozano en 1980. Fue muy variada, como era normal en todos los pintores. Entonces ya llevaba yo cuadros urbanos de la calle Ancha.

Bueno, también ha hecho mucho retrato.

Muchísimos. Estuve mucho tiempo dedicado de forma exclusiva a los retratos. Muchos de los que hay de presidentes de la Diputación son míos. Hice varios que habían fallecido y cuando el personaje ha estado vivo, ellos han elegido pintor. Los retratos del Rey Juan Carlos que había en el Ayuntamiento y en la Diputación también son míos. Tras su abdicación, la Diputación lo ha puesto al lado de Alfonso XIII, pero el Ayuntamiento no sé qué ha hecho con él. Ya les he lanzado la posibilidad de que me encarguen el retrato del Rey Felipe VI.

¿Qué tipo de dificultad tienen los retratos? ¿Quizá saber retratar la personalidad del retratado?

No es más difícil un retrato que un paisaje. Es verdad que el retrato es más fácil si conoces al personaje y si no te condiciona nada.

¿Cómo dice?

Bueno, hay gente que me ha encargado un retrato suyo, pero sin que le saque las arrugas de la cara.

Usted que ha pintado infinidad de lugares, edificios y rincones de esta ciudad, ¿cómo es Albacete?

En esta ciudad se han cometido barbaridades contra el patrimonio. Mi última exposición surgió precisamente por el centenario que cumplía la Gran Vía de Madrid. Siempre he pensado que nuestra Gran Vía particular es la calle Ancha. Tengo muchos cuadros sobre esta calle, desde la plaza del Altozano hasta la plaza de Gabriel Lodares, y por eso monté la exposición. Esta calle tiene encanto, pero lo peor es que la gente de aquí no los conoce, no se ha parado a admirarlos. En la colección plástica había detalles pintados que la gente de Albacete nunca ha visto, porque no mira hacia arriba.

¿Cree que hemos perdido un importante patrimonio histórico arquitectónico?

Todavía en la calle Marqués de Molins, entre el Altozano y la calle Mayor, se conservan algunos edificios, cúpulas y detalles arquitectónicos muy interesantes. Por ejemplo, el edificio Legorburo es una copia del edificio Capitol de Madrid. Luego, entre calle Mayor y hasta la plaza de Gabriel Lodares, queda el Casino Primitivo y la Casa Cano, pero el mayor disparate fue la mole de Fontecha y Cano. La Casa Charcos, es la más antigua de la calle, data de 1911. En el centro comercial que hay ahora había un jardín precioso. Llegando al parque nos queda la Casa de los Flores (antiguo Montecasino) y al chalet de Fontecha. No hay nada más, cuando en realidad toda la calle Ancha tenía un gran interés arquitectónico. Lo más triste es que la calle Tesifonte Gallego fue de las más perjudicadas por la especulación urbanística de los años 60. Nunca entenderé cómo es posible que una ciudad que tenía tan poco, la dejaran en nada.

Recuerdo que algo similar pasó con el telón original del Teatro Circo, el que usted reprodujo.

Sí, es algo similar. Cuando me enteré que querían rehabilitar el Teatro Circo me acordé de que el telón original era obra de Ramiro Undabeytia, el que fuera marido de Purificación Urrea y maestro de Diego Rivera. Yo recuerdo que desde niño veía cómo estaba pintado el telón. Por eso le propuse a Pérez Castell la posibilidad de recuperarlo, pero no sabían dónde estaban. Fuimos a la escuela taller y después a unas naves del polígono. Al final encontramos un atadijo de saco atado con cuerdas, lo desliamos y por un pico descubrí el telón y el bambalinón. Estaba hecho polvo, destrozado, porque el telón estaba pintado al temple y eso se desmorona... Además, le habían cortado un trozo a modo de puerta. Fue una pena. Lo que conseguimos fue recuperar el bambalinón original, aunque es metro y medio más grande. El telón es una copia exacta del cuadro que pinté cuando encontramos el viejo. Lo tuvimos que extender en plena calle y hacerle fotografías con una grúa. Aquí lo del patrimonio no se ha cuidado nada.

¿Qué le queda por pintar?

He pintado el Recinto Ferial sin gente, sin Feria, sin bullicio... La Fiesta del Árbol, el depósito del agua, medianeras irreconocibles, el callejón de las Portadas... Nunca he encontrado una panorámica en la que se reconozca mucho Albacete. Pinté una desde el edificio de Cultura, pero puede ser cualquier ciudad. Es verdad que tengo pendiente un rincón: la Fuente de los Espejos, ubicada al lado del Museo, en el parque. Le tengo que ver la perspectiva para ver si la pinto.

¿Se considera pintor profeta en su tierra?

Esta ciudad siempre me ha tratado bien, su gente y los medios de comunicación. He vivido de mi pintura, no tengo patrimonio, pero he sacado adelante a mis hijos y han podido estudiar carrera. Cierto es que mi mujer también ha trabajado y eso es importante.

También es una persona muy política, muy de debate.

Yo soy una persona de izquierdas y si he tenido que firmar manifiestos, los he firmado. Recuerdo cuando me subí al escenario a leer el manifiesto del No a la Guerra.

Y esta exposición tan pública de sus convicciones políticas, ¿no le ha pasado factura?

No, nunca, todo lo contrario. Nunca me he sentido perseguido ni discriminado por el Ayuntamiento. De hecho, mi mejor exposición fue la que hice cuando era alcalde Juan Garrido. Ocupé las cuatro plantas del Museo Municipal. Y ahora con el homenaje a la calle Ancha también me han tratado muy, muy bien.

¿Qué le puede recriminar al gobierno actual?

Los recortes que han aplicado en la educación y la sanidad. Creo que son dos derechos intocables.

¿Entiende lo que ha pasado en Grecia?

Pues claro que sí. Lo que ha pasado en Grecia va a pasar aquí. La gente está muy cansada del bipartidismo que se han montado entre PP y PSOE. Estamos hartos. Recuerdo que cuando Felipe González apareció en la escena política nos metían miedo y nos decían que venía el lobo. Con Podemos están haciendo lo mismo. No sé si los votaré porque tendré que ver su programa, aunque, la verdad, luego los incumplen.

¿Cómo se siente con los discursos políticos actuales?

Me siento insultado, porque se creen que somos imbéciles. La señora presidenta de aquí ganó por un diputado, pero lo que tenía que haber hecho es haber estado en su comunidad, trabajar por su tierra, y no en Madrid, que es lo que más le ha preocupado.

Bueno, su gobierno ha pergeñado el Museo de Arte Realista.

Eso es cierto, pero a mí me suena a proyecto electoralista. Imagino que algo se hará con Antonio López y su grupo, pero no creo que esté al completo para la Feria. No va a dar tiempo. Yo estoy encantado con el Museo, creo que Antonio López lo tiene merecidísimo.

¿Estará su obra presente?

No lo sé, no soy de los que piensan que los pintores locales tienen que estar por ser de aquí. El grupo de Antonio traerá mucha obra y bastante buena e importante.