Lydia Valentín (Ponferrada, 1985) puede presumir de su condición de ser una de las figuras deportivas españolas más importantes de todos los tiempos. La halterófila acaba de ofrecer una clase magistral en el Box Tarsis de Albacete antes de partir hacia Turkmenistán, donde intentará lograr en los próximos días un nuevo título mundial a su extenso palmarés. Valentín repasó algunas cuestiones de actualidad para La Tribuna.

Además de las técnicas que enseña, ¿cómo opera el elemento mental en un deporte de tanta exigencia como la halterofilia?

En cualquier deporte de alto rendimiento es fundamental un estado mental muy trabajado porque, si no, de nada servirá la técnica para desarrollar después el gesto. Es importante el estado mental, el técnico y el físico.

¿Cuánto le ha influido ese aspecto mental en una carrera deportiva como la suya?

Año tras año, competición tras competición, hay que aguantar las lesiones y los contratiempos que surgen por el camino. Tienes un objetivo, un sueño que desarrollar y no puedes pararte nunca.

Durante todo ese tiempo, ¿no tuvo ningún momento de debilidad ni pensó que no iba a poder?

Nunca. El momento más complicado para mí fue cuando me lesioné a finales de 2015, que sucedió de repente en una concentración para el Campeonato del Mundo a medio año de los Juegos. Ahí me empecé a preocupar de verdad porque pensaba que no llegaría a Río, pero me autoengañé con mi estado mental pensando que ya estaba recuperada cuando se trataba de una lesión nerviosa que no tenía operación. Dije ‘¡ya está!’ y eso me ayudó mucho.

¿Cómo llega al Campeonato del Mundo?

Es un momento diferente, voy a competir en una categoría diferente, pero lo afrontó a tope, como siempre he hecho, dando el 200% en cada competición y entrenamiento. Voy muy motivada y quiero disfrutar del Mundial.

Tendrá ya en la cabeza los Juegos de Tokio.

Los tengo, pero eso será a largo plazo. Hace nada que fui a Río y en un año y medio tendremos Tokio. Todo lo que hacemos se orienta a ello.

Se la ve muy enfadada por los escándalos de dopaje que afectan a su deporte.

Esto es deporte y eso no está permitido. Cuando se hacen cosas de esas ya deja de ser deporte, se pasa a un espectáculo totalmente diferente en el que no se es deportista, sino otra cosa. Hay unas normas que se deben respetar y cuando no es así, eso no entra en los valores del deporte. Claro que te enfadas porque eso es como subir un puerto con un motor en la bicicleta y sabes que vas a ganar.

Después de todo lo que ha ocurrido, ¿se sigue produciendo en competiciones de alto nivel?

Sí.

¿Llegará algún día en que todo esto no se produzca?

Confío en que sí, al menos la gente va ahora más prudente y se está cortando. Es importante que la gente se corte.

¿Se le valora realmente en su país con ese palmarés?

Nunca me lo había preguntado, pero me quedo con la satisfacción personal que es lo más importante. Lo he conseguido todo en la halterofilia, se ha hablado mucho de ella en España y he abierto camino para nuevas deportistas. Posiblemente podría haber sido más valorada por ser campeona del mundo y olímpica, pero me dedico a esto porque me gusta. Si se reconoce, estupendo.

Algunos no llegamos a entender lo que sucedió con su candidatura al Príncipe de Asturias por aquello de valorar los méritos.

Yo tampoco. A lo mejor a veces hay intereses más personales y no se es todo lo justo que se debería ser, pero no me meto.

Más allá de la competición de alto nivel, le agradará transmitir a la gente sus conocimientos como lo ha hecho en Albacete.

Estoy contenta por el hecho de que se pusieran en contacto conmigo y les flipara que viniese para contar mi experiencia y mi forma de entrenar para que ellos lo lleven a cabo y les pueda ayudar. Para mí eso es fundamental.

¿A quién le debe más por haber alcanzado esos logros en su carrera deportiva?

A mi familia y a los entrenadores. Mis familiares han estado ahí desde que me inicié y sin mis entrenadores no hubiese pasado todo lo que ha pasado.