Aire fresco para la Casa Vieja

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Un puñado de vecinos comprometidos impulsan una cooperativa integral, con sede en una acogedora antigua vivienda de la calle Blasco Ibáñez; un espacio que abren a la creación artística y a otras formas de economía

En el número 9 de la calle Blasco Ibáñez ha abierto sus puertas La Casa Vieja. Aunque en ella puedan recogerse para llevar a casa unos sabrosos tomates de los huertos cercanos, tomar un refrigerio o contemplar creaciones artísticas, La Casa Vieja no es una tienda, tampoco un bar, ni tan siquiera una sala de exposiciones al uso. La Casa Vieja es eso, una vieja casa que abre sus puertas a todos aquellos que comulguen con la filosofía de las cooperativas integrales.

Es esa filosofía que se ha expandido al calor de la crisis y que habla del decrecimiento, de autogestión, de participación y de hacerlo todo desde abajo. Sus convencidos defienden una alternativa económica al servicio de las personas y de la comunidad, son ciudadanos que creen en el apoyo mutuo y el bien común, relaciones que se tejen en base a la confianza y que sirven para dinamizar la vida cultural. Quieren ser protagonistas de la transformación de la sociedad. Su sueño sería que cada barrio tuviese su propia ‘casa vieja’, una especie de «una utopía contagiosa que es lo único que podría decrecer el consumo indiscriminado», proclaman.

La cooperativa es una herramienta jurídica excelente para dar salida a sus inquietudes y esta antigua casa de la calle Blasco Ibáñez, cuya planta baja han alquilado como sede de sus actividades, les sirve de lugar para el encuentro. La necesidad de juntarse no es nueva, pero sí lo es el paso que han dado de contar con un espacio físico.

CONTINENTE Y CONTENIDO. «Esta casa nos encontró a nosotros», dice Paco Gómez, uno de los socios de la cooperativa. Pero aunque la casa solo por sí misma tiene un gran atractivo, quienes la habitan insisten en que «el bombón está dentro, en el contenido», recalca Julián García Olivares, otro de los socios. Su patio central, su sala gris reservada para exposiciones, el espacio interior dedicado a la realización de talleres y otras estancias, como el almacén (rebautizado, con toda la intención, como alma-zen), han sido acondicionados por los propios socios.

«No hemos comprado casi nada, todo es de segunda mano y hay muchas cosas que hemos sacado de la basura para reutilizarlas», nos cuentan, mientras observamos un rollo de bobina de cable reconvertido en mesa o unos botes de conserva pintados de colores que sirven de lámpara. Es esta la filosofía. Consumir lo menos posible. Decrecer.

La Casa Vieja se ha gestado con poco más de 60 socios, ciudadanos que abren la puerta a otros vecinos comprometidos que compartan sus principios. Unos principios que proclaman en su página de Facebook. «No es una asociación sectaria. No es una organización jerarquizada. No se debe a ninguna marca o partido político. No es un negocio. No es elitista, no es cerrada y no pretende marcar estilo o moda. La Casa Vieja es un concepto, una idea, un espíritu. Sin apellidos, es una alternativa a la cultura oficial, a la cultura de despachos». Estiman que con unos 500 socios o unidades familiares podrían «autogestionarse».

EL GRUPO DE CONSUMO. El espacio colectivo de La Casa Vieja servirá, entre otras muchas cosas, de almacén para los productos que adquiera el grupo de consumo que se pretende impulsar. «Se trata de hacer compras colectivas y evitar intermediarios», resume Paco, buscando eso sí a proveedores cercanos, a ser posible en un radio de 100 kilómetros. La proximidad del productor es lo más importante, si además es ecológico se valora más, «consumir productos con certificación ecológica traídos de Chile puede ser eco, pero no creo que sea lógico», trata de explicar Paco, para quien más importante que los sellos certificadores es la «confianza» que ofrezca el productor.

Quienes se asocien al grupo de consumo podrán adquirir artículos de dos marcas señeras en la provincia, El Cantero de Letur y Panadería Rincón del Segura, pero también otros productos como unos jabones elaborados por una joven de Aguas Nuevas, las cremas de caléndula y los productos de la huerta que salen de los huertos de Ambientea o algunas de las cervezas artesanas que se fabrican en Albacete y Chinchilla (Ancestra, 69, La Nena o Quijota). Este grupo de consumo recogerá la experiencia de Straperlo, una iniciativa similar que funciona hace tiempo en los pueblos de la Sierra de Albacete y que ha venido suministrando a un puñado de familias de la capital.

La artesanía tendrá su espacio en La Casa Vieja. El calzado que fabrica El Cometa de Socovos o los trabajos de talabartería firmados por Con un par de manos, son dos de los proveedores artesanos con los que trabajará esta cooperativa integral.

Además del grupo de consumo, los socios podrán utilizar la herramienta jurídica que les ofrece la cooperativa para ofrecer sus servicios, tanto a los demás socios como a otras personas o entidades. Pintores, fontaneros o informáticos, por citar algunos oficios, asociados a La Casa Vieja podrán canalizar su trabajo a través de esta cooperativa.

Como espacio de creación, está abierto a albergar talleres artísticos, gastronómicos o exposiciones, presentaciones de libros o charlas. Todo lo que se le pase por la mente de sus socios y que coincida con los ideales de La Casa Vieja, tendrá cabida en este lugar. En agenda tienen ya sus primeras citas. El 3 de septiembre harán una segunda inauguración de la exposición con la que han estrenado su casa, 36 artistas 36, una muestra de artistas plásticos locales, con obras de grandes nombres como Miguel Cano o Avendaño, y también piezas firmadas por artistas más jóvenes, como Sergio Delicado o Mañas.

La idea que tienen, explicó Sergio Delicado, es organizar otro par de exposiciones colectivas similares en los dos próximos meses, reservando el mes de octubre a la fotografía y noviembre a la ilustración, «son dos vías creativas bastante potentes en Albacete», subrayó este joven artista que tiene pensado ofrecer un taller de pintura en La Casa Vieja. A partir de estas muestras colectivas, la sala quedaría abierta a exposiciones individuales, «nuestra idea es apoyar a los creadores locales, pero también habrá propuestas de traer gente de fuera».

La creación artística convivirá con otras inquietudes en la sala de talleres. Los creadores de la cerveza 69, que se elabora solo con ingredientes naturales en Albacete, presentarán sus producto en La Casa Vieja el día 4 de septiembre y al día siguiente la bailarina Cecilia Jiménez convoca una demostración de Baile Social y Lindy Hop. Al pasar Feria, el 27 de septiembre, la ironía del recientemente fallecido Javier Krahe estará presente, «es urgente hacerle un homenaje».