Pedro Miguel González Urbaneja: «La geometría está muy presente en el lenguaje coloquial»

A.D.
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El profesor de Matemáticas impartió varias charlas en el IES Andrés de Vandelvira y en la Agrupación Politécnica del Campus

El prestigioso profesor de Matemáticas Pedro Miguel González Urbaneja, autor de varios libros, visitó Albacete para impartir varias charlas en el IES Andrés de Vandelvira o en la Agrupación Politécnica del Campus, invitado por la UCLM y la Sociedad Castellano-Manchega de Profesores de Matemáticas, (Scmpm). Habló sobre La matemática en la construcción del lenguaje. ¿Podríamos hablar sin geometría?

¿Podríamos hablar a diario sin geometría?

Si nos atenemos a lo que escribió el que fue presidente de la Academia de la Lengua, Lázaro Carreter, difícilmente podríamos hablar sin geometría, porque la geometría está muy presente en el lenguaje coloquial y en el mediático.

¿Algún ejemplo?

Constantemente en el uno y en el otro se alude a las altas esferas, sectores afectados, segmento de jóvenes, radio de acción, espiral de violencia, perspectiva de visión, prisma o ángulo bajo el que se divisa un entorno, que suele ser poliédrico, a los círculos de empresarios. También constantemente hablamos de polígonos de desarrollo o curvas de crecimiento y qué decir de las conductas rectas o sinuosas, trayectorias rectilíneas y cómo no, nuestra vida sufre puntos de inflexión o un giro de 180 grados. Solemos aludir a paralelismos o situaciones semejantes y argumentos que parten de ciertas premisas o postulados y axiomas. Es muy frecuente la alusión a triángulos amorosos y círculos viciosos. Podríamos seguir porque el lenguaje matemático, sobre todo geométrico, se cuela, con metáforas perfectamente válidas e idiomáticamente bellas que, a veces son ridículas «cornadas» a la lengua.

También habla de estas «cornadas» a la lengua.

A veces empleamos muletillas y como ejemplo, cuando decimos, esto es infinito, tenemos que ver que nada es infinito, sino que cuando hablamos de infinito, lo que queremos decir es que es muy grande, o cuando decimos que un vaso es redondo, tampoco es así, porque un vaso es circular, redondo podemos emplearlo cuando queremos indicar que algo me ha salido redondo, con la mayestática simetría de la esfera. La mayoría de las veces utilizamos bien el concepto geométrico, pero otras son esas «cornadas» a la lengua, como diría Lázaro Carreter.

¿Sabemos de dónde vienen estas expresiones?

Muchas veces sí lo sabemos, aunque en ocasiones hablemos por aproximación, la cuestión es entenderse, más o menos, lo que pasa es que para nosotros los matemáticos, no nos sirve el más o menos, porque Matemáticas es una ciencia exacta y cuando hablamos decimos lo que queremos decir, porque previamente las cosas las definimos y los argumentos los demostramos.

También está presente en la escritura, en poesía.

Poesía y matemática comparten la medida, pero mucho más, también la armonía, la belleza, el juego, artificio o creatividad la comparten. Son elementos comunes plenos de analogías y paralelismos, que conforman lo que podríamos llamar, en términos matemáticos, la topología de un territorio común, por eso, poetas y matemáticos han comparado la experiencia de demostrar un teorema con la experiencia de construir un poema, en ambas se puede alcanzar un sublime estado anímico, casi místico, que irradia armonía y belleza. Por eso, matemáticos como Weierstrass decían que un matemático que no tenga algo de poeta, no será nunca un matemático completo.

¿También nuestros políticos utilizan estas metáforas?

Sobre todo en cuestiones de tipo estadístico se ve muchas veces que los políticos utilizan esa estadística de una forma muy engañosa, cuando dicen que van a promover una política, de forma que nadie cobre por debajo de la media nacional. Realmente dicen cosas que son virtualmente imposibles, que suenan muy bien de cara al electorado. El lenguaje se desvirtúa y se vuelve engañoso. En muchas ocasiones todos hemos oído hablar de algo que es tan difícil como la cuadratura del círculo. No, porque la cuadratura del círculo no es difícil, es imposible; se trata de un problema matemático primigenio. Aunque desde luego, no hay que ser tan exigente, aunque sí, digamos, somos exigentes los matemáticos con el lenguaje.