Donde el Tajo es parque nacional

Luis J. Gómez
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A una hora de las algas de Talavera y a dos de las espumas de Toledo, el Tajo vertebra el parque nacional de Monfragüe. Pero a pesar de la protección, el río arrastra problemas de contaminación y de 'embalsamiento'

Donde el Tajo es parque nacional

Los visitantes paran el coche junto al mirador del Salto del Gitano... y miran al cielo. En ese punto de Monfragüe, el único parque nacional de Extremadura, se apelotonan cámaras de fotos, teleobjetivos y prismáticos que siguen los vuelos circulares de todas las parejas de buitres negros que han hecho de esas paredes rocosas su casa. Imponen -y hasta dan cierto miedo- por todos los que hay sobrevolando y por el tamaño de cada uno cuando se acerca y despliega sus alas.

Pero si esos visitantes son de la provincia de Toledo o de Guadalajara seguro que también miran hacia abajo, hacia el río Tajo que ha formado esas paredes rocosas. A una hora de las algas de Talavera y a dos de las espumas de Toledo, el río es  un parque nacional. En otoño a los miradores no llegan malos olores y el agua aparenta gozar de salud. ¿Pero es realmente así? ¿Se recupera el río con los nuevos aportes que recibe en Extremadura o sigue arrastrando la contaminación que hay en Toledo?

El portavoz de Ecologistas en Acción en Castilla-La Mancha tiene claro que el río tampoco va ‘vivo’ por esa zona. «La declaración de parque no se hace por sus valores ligados al medio acuático, sino por el monte mediterráneo de alrededor», expone.

El presidente de la Plataforma del Tajo en Toledo, Alejandro Cano, apostilla que «es una hipocresía que se haya denominado parque nacional un espacio donde el río no lo es, es una laguna, un embalse». Cree que precisamente «lo primero que se tendría que hacer» es restaurar el río, al igual que lo están haciendo con parte de las riberas cambiando eucaliptos por vegetación autóctona.

mortandad de peces. Quizá si los visitantes de Toledo y Guadalajara fueran a ver Monfragüe en verano, no tendrían tantas dudas a la hora de comparar el estado del río. Yes que hay un problema del que no se escapan:la eutrofización. A lo mejor no les suena por el nombre, pero sí por sus consecuencias. «Con las temperaturas altas y al unirse con la contaminación, hay bastante mortandad de peces», explica Chema Mazón, que lleva el grupo de energía de Adenex, una asociación que se creó hace cuarenta años para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura. Dice que entonces el olor es «pestilente» y que las aguas se ven verdes por las algas.

Además avisa de que al entrar en Cáceres, el embalse para refrigerar la central  nuclear de Almaraz influye a la hora de aumentar la temperatura del río. Dice que han tenido que hacer modificaciones para ajustarse al umbral que marca la normativa.

Mazón asegura que les llega contaminación a Monfragüe de la que se vierte en el río a la altura de Aranjuez. Es ahí donde desemboca el Jarama en el Tajo. El afluente lleva mucha más agua que el río principal y, lo que es peor, mucha contaminación. El Jarama lleva también el agua del Manzanares y el Henares y recoge los residuos de una de las zonas más pobladas y con más industria del país.

Desde la Plataforma del Tajo en Toledo, Alejandro Cano avisa de que el embalse del Castrejón, a la altura de La Puebla de Montalbán, «sirve de primer vaso de decantación de toda la porquería que viene de Madrid». De hecho, calcula que el «70% del embalse está colmatado, lleno no de agua, sino de todos los sedimentos que ha ido acumulando». Y eso, recordando que las Barrancas del Castrejón están protegidas como monumento natural. Hernández de Ecologistas en Acción, cree que la contaminación del río en el Tajo medio acaba reflejándose en Monfragüe, aunque es difícil precisar en qué medida.

Aparte de lo que arrastra, el Tajo carga con nuevos problemas según avanza su cauce. Mazón apunta a la «invasión de fitosanitarios del olivar por filtración del agua», que localiza sobre todo por la zona de los Ibores, fronteriza con la comarca de La Jara. Tampoco llega a compensar del todo el aporte de nuevos afluentes como el Tiétar, pues avisa de que «esa agua, desde el embalse del Rosarito la usan los tabaqueros». Dice que donde se quita el tabaco, se está transformando en cultivos de frutales para aprovechar el regadío.

Pero a todo esto se añade el hecho de que el río Tajo y sus afluentes se van regulando tramo tras tramo por presas. Leandro Monroy ha conocido el antes y después del río desde su pueblo de Garrovillas de Alconétar, aguas abajo de Monfragüe, donde ha montado un museo en el que han dedicado un apartado a la pesca tradicional. Se acuerda de «cuando el río era río, con sus estiajes, y sus riadas...» y constata que ahora «el Tajo está embalsado en toda la provincia, donde termina un embalse, empieza otro». Él también por su zona ve el Tajo con algas en verano. Incluso dice que hace poco subió a los Canchos de Ramiro, por donde baja el Alagón, que es otro afluente, y estaba el río verde. Verde en otoño.