Cartagena calienta los tendidos y Galán llega al corazón

PEDRO J. GARCÍA
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Leonardo Hernández completó una terna en la que todos cortaron dos orejas y salieron en hombros en una tarde triunfalista, con más premios que rejoneo

Sergio Galán fue el triunfador. - Foto: J.M. ESPARCIA

La corrida de rejones cambia de público y aficionados en los tendidos, pero siempre es garantía de una de mas mejores entradas del abono -ayer ya fue la séptima y el casi lleno es el mejor resultado cosechado hasta el momento-, y de una tarde triunfalista, como sucedió, con los tres rejoneadores abandonando la plaza de toros en hombros. Tres triunfos a distinto ritmo, por uno fue al paso -Andy Cartagena-, otro al trote -Leonardo Hernández- y el tercero al galope -Sergio Galán-, gran triunfador de la tarde, pese a que para las estadísticas quede que los tres jinetes cortaron dos orejas cada uno.

Cartagena y Galán ya compartieron cartel el año pasado, con las mismas ganaderías, y sólo cambió el acompañante, Leonardo Hernández, y la presencia de un sobresaliente porque el tercer jinete estaba lesionado y no podía echar pie a tierra, por lo que si tenía que descabellar ahí tendría el amparo del diestro. Todavía recuerdo el titular que puse: El festejo pasó de ‘mira quién baila’ a ‘tú sí que vales’, haciendo referencia a dos programas de televisión para diferenciar la labor de uno y de otro. Y este año podía repetir el titular perfectamente, pero no me parece correcto. Los dos cortaron dos orejas: Cartagena al cuarto y Galán al quinto, pero la labor de uno fue de baile y la del otro fue de valía, que es muy distinto.

DOS PARTES. El festejo vivió dos parte, la primera, fría, y la segunda caliente, que es cuando se cortaron cinco de las series orejas que pasearon los rejoneadores, aunque tampoco es que el espectáculo creciese mucho, salvo con la labor de Galán en el quinto, lo que hizo que más de uno estuviese pendiente del resultado del Albacete Balompié y de su partido en Sevilla, en el que derrotó al Betis y eso sí que una puerta grande, o más bien la del Príncipe, que es más selecta.

El público aficionado al caballo vivió una tarde triunfal, pero también es preciso decir que saboreó el rejoneo con Sergio Galán en el quinto de la tarde. Templó de salida con Amuleto y dejó un rejón de castigo arriba, pero sobre Ojeda calentó más, templando de costado, con recortes por los adentros, y clavando al estribo, lo mismo que hizo Galán sobre Apolo, con el que también lució doma, pero en la cara del toro, -no alejado, como hizo Cartagena-, y terminó de calar en el tendido con un par muy ajustado. La faena, intensa y templada estaba hecha y sólo faltaba rematarla, que lo hizo a lomos de Artista, con un rejón de muerte contrario que hizo rodar al toro sin puntilla: Galán recibió el premio de dos orejas que le abrieron una puerta grande que ya saboreó el año pasado.

El polo opuesto fue Andy Cartagena, frío con el que abría plaza, parado y embistiendo a arreones, sin ajustarse y viendo cómo el astado llegó varias veces a sus monturas, que ya estaban bastante castigadas por la espuela del jinete. Mal con los rejones de muerte, su labor fue silenciada. Con el cuarto de la tarde, Cartagena estuvo en su salsa, donde apareció su tono populista, bailando a los caballos , siempre muy lejos del toro, pero consiguiendo llegar al público, sobre todo con Mediterráneo, el utilizado en el último tercio y el más espectacular. Tuvo la entrada de los presentes en los tendidos, pese a que su rejoneo fue poco ortodoxo al clavar, siempre a toro pasado, con el añadido de un rejón trasero y perpendicular que descordó al toro. Daba igual, había gana de triunfo y Cartagena lo logró, con dos orejas que fueron excesivo premio.

Completó la terna Leonardo Hernández, quien cortó una oreja a cada uno de sus enemigos, en dos faenas de voluntad, más meritoria la primera, ante un toro con poca movilidad. Más anodina fue la que realizó al que cerró plaza, eternizándose para clavar las banderillas, aunque supo calentar al final a los presentes en los tendidos con Xarope, al igual que hizo en su primera faena. Una más una fueron dos y también salió en hombros.