La viuda del marqués es obligada a dejar la finca de Los Llanos

MAITE MARTÍNEZ
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Bárbara Kalachnikoff tiene hasta el 26 de noviembre para abandonar la que ha sido su casa estas últimas décadas, al lograr el actual marqués que se anule el usufructo vitalicio del palacio

Uno de los cortijos de reciente restauración que pueblan las 10.000 hectáreas de la finca de Los Llanos. - Foto: Consuelo lópez

Barbara Gutiérrez-Maturana Kalaschnikoff tendrá que abandonar la casa palacio de la Dehesa de los Llanos el próximo 26 de noviembre, a no ser que una decisión judicial de última hora lo impida.

Este singular ‘desahucio’ de la viuda del difunto marqués de Paúl es solo un episodio más de la descarnada batalla judicial que hace más de una década enfrenta a los herederos de la fortuna de Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios y Pries, don Carlos, el marqués de Paúl, cuyos restos descansan en esta finca de Los Llanos desde que falleciera en mayo de 2004.

El difunto marqués se casó dos veces. De su primer matrimonio con Julia Altuna nacieron dos hijos, José Antonio y Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios y Altuna, éste último actual marqués de Paul y enfrentado a la segunda mujer de su padre, Barbara Kalaschnikoff, de cuya relación nacieron tres hijas Cristina, Bárbara y Alejandra, la última fallecida prematuramente en el 2002.  

El palacio de los Llanos. La casa palacio de la Dehesa de Los Llanos ha sido el domicilio familiar de los Gutiérrrez-Maturana desde los años 70. Y allí vive la viuda del difunto marqués, Barbara Kalaschnikoff.

En una carta fechada el 24 de septiembre de 2001, el marqués le comunica a sus cinco hijos que es su voluntad que, a su muerte, su esposa Bárbara tenga el «uso y disfrute» de una serie de bienes, entre otros la finca de la Dehesa de Los Llanos, su casa palacio, sus servicios, muebles, colecciones artísticas, alhajas, recursos cinegéticos, jardines y explotaciones agrícolas y ganaderas; un piso en Madrid, dos casas ubicadas en Maro y Marbella (Málaga) y otra más en la Granja de San Ildefonso (Segovia).

Muerto ya el marqués y con un puñado de pleitos entre los dos bandos familiares, los Altuna y los Kalafchnikoff, en marzo del 2005, la viuda firmó un contrato de usufructo de la casa palacio con la empresa Dehesa de los Llanos, la filial del holding Mazacruz que es propietaria de la finca, con el fin de asegurarse hasta el fin de sus días que podría seguir viviendo allí, a cambio de una cantidad de 300.000 euros. Carlos Altuna, -actual marqués de Paúl pues al ser el primogénito heredó el título del padre-, recurrió contra este usufructo vitalicio, pleito que se paralizó a la espera de que el Tribunal Supremo se pronunciarse sobre una donación que el difunto marqués había hecho a su hijo en vida. Esto ocurrió en 2012.

Así las cosas el proceso se retomó y en junio del 2013, el juzgado de primera instancia número 2 de Albacete anuló dicho contrato de usufructo, aunque eso sí, reconoció a Bárbara el derecho a seguir viviendo en dicha casa palacio, «donde está empadronada desde diciembre de 1998 y donde ha vivido a lo largo de los 35 años de duración de su matrimonio con el difunto marqués de Paúl y continúa haciéndolo en la actualidad».

Sin embargo, un año después la Audiencia Provincial estimó las pretensiones de Carlos Altuna, anulando ese «comodato» que el juez de instancia entendía que permitía a Bárbara Kalachnikoff seguir viviendo en la finca de Los Llanos. La viuda de Paúl ha recurrido esta decisión al Tribunal Supremo, pero mientras se resuelve este nuevo pleito Carlos Altuna ha pedido que se ejecute la anulación del usufructo y, en virtud de dicha petición, el 26 de septiembre el juzgado comunicó a la viuda de Paúl que tiene dos meses para abandonar la casa palacio.

A poco más de un mes de la fecha límite, este lunes los abogados de Bárbara presentaron un nuevo recurso al juzgado clamando contra la medida, alegan el daño que se le causará pues «se pretende privar a una mujer de edad avanzada (75 años) de la que ha sido su vivienda habitual durante los últimos 45 años».

Éste es solo uno de los más de una treinta de pleitos, repartidos por los juzgados de Albacete y Madrid, que enfrentan a las dos partes en conflicto; Carlos Altuna, por un lado, y Barbara Kalaschnikoff y sus dos hijas, por otro. Y, en el centro de todo, la fortuna de Larios, aglutinada en una única sociedad con diversas filiales, Mazacruz, cuyo control está ahora en manos del hijo primogénito del difunto marqués, Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios y Altuna, quien consiguió que, primero los juzgados de Albacete y después el Supremo, declararan válida una donación de 135.252 participaciones que su padre le firmó estando ingresado por una dolencia del corazón en la clínica Ruber Internacional de Madrid en mayo del 2000.

Gracias a esta donación, Carlos Altuna se ha hecho con el 27,46% de Mazacruz, pero cada una de sus participaciones vale por cinco en virtud de un voto quíntuple que consiguió en un controvertida junta de accionistas cuya celebración y validez se discute, cómo no, también en los tribunales. El resultado es que las Kalaschnikoff, siendo propietarias del 72,54% restante de las participaciones, no tienen capacidad para decidir sobre su patrimonio.

El marqués superó aquella crisis cardíaca del año 2000, tras ser intervenido en Houston (Texas) y, según declaró ante un juez antes de morir, no supo que había firmado aquella donación hasta dos años después, en 2002, cuando su hijo la hizo valer.

Es aquí donde arranca una batalla judicial que perdura con múltiples pleitos, unos ya zanjados, otros aún por resolver. El penúltimo episodio sucedió la semana pasada, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha decidido que ambas partes se sometan a un arbitraje, un proceso extrajudicial que podría terminar con la repartición de las sociedades de Mazacruz.

Mientras tanto, en Albacete está pendiente aún de resolver la partición de la herencia. El marqués, en su último testamento dado el 17 de junio de 2003, decidió que a sus dos hijos Altuna, Carlos y José Antonio, les iba a dejar la estricta legítima y además dispuso que se les pagase esta parte en metálico, 20 millones de euros a cada hijo. En los últimos días de vida del marqués, el enfrentamiento con su hijo era tal que dejó por escrito su «voluntad» de «prohibir, desde ahora y también para después de su muerte» que sus dos hijos «entren jamás en los domicilios familiares», especialmente en la Dehesa de Los Llanos.

La finca de Los Llanos, la joya de este holding, no solo por el valor de sus 10.000 hectáreas, sino por el significado simbólico de este lugar que ideó el marqués de Salamanca y donde están enterrados los antepasados de los Larios, el difunto marqués de Paúl y su hija Alejandra.