Miles de llamadas en busca de esperanza

CARLOS ZULOAGA
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El Teléfono de la Esperanza celebra sus bodas de plata con 77 voluntarios

Se han cumplido 25 años de uno de los servicios sociales que trabaja los 365 días del año, las 24 horas del día, para poder ayudar a todos aquellos que se encuentran en una difícil situación personal, familiar, laboral y que en algunos casos les puede llevar a la intención más trágica de la vida, como puede ser el suicidio. Nos referimos al Teléfono de la Esperanza, que celebra sus bodas de plata, con la misma ilusión del primer día y evolucionando en la formación de sus voluntarios para poder seguir realizando el trabajo altruista en Albacete y su provincia.

El aniversario se conmemoró con diferentes actividades y sirvió para que los fundadores, presidentes y voluntarios del Teléfono de la Esperanza recordaran todo lo hecho y tomaran más fuerza e ilusión aún para el futuro.

Los primeros pasos comenzaron en la Parroquia del Buen Pastor, en 1990, gracias a un grupo de personas que quisieron seguir los pasos de los que iniciaron el Teléfono de la Esperanza a nivel nacional, en Sevilla, allá por 1971, cuando un grupo de sacerdotes preocupados por la situación de algunos enfermos pensaron que con un teléfono y una voz amiga tras el auricular se podría solucionar los problemas emocionales de los pacientes. Desde entonces ha corrido mucho tiempo y en la actualidad son 30 las sedes abiertas en todo el territorio nacional, entre ellas la de Albacete.

Y en Albacete desde los inicios en esa parroquia se ha avanzado mucho, y se ha ido mejorando en todos los aspectos. Desde la parroquia se pasó a la primera sede que estuvo en un piso de la calle en Octavio Cuartero y años más tarde se trasladaron a la sede definitiva, en la calle Federico García Lorca. Y desde entonces han sido siete sus presidentes, Caridad Navarro, Elías García Grimaldo, María Elena Villacorta, Llanos García, Salvador Moya, Carmen Soria y el actual, Joaquín Fresneda.

«En la actual sede estamos bien, aunque a veces tenemos que hacer filigranas, pero nos arreglamos porque estamos en el centro sociocultural del barrio y podemos utilizar algunas de sus salas. Además algunos cursos intensivos que realizamos con todos los voluntarios los realizamos en otros lugares, como las Angustias, la Casa de Ejercicios, en los Escolapios». En lo que llevamos de año Joaquín Fresneda recuerda que desde el Teléfono de la Esperanza se han atendido 1.585 llamadas y 399 entrevistas y en lo que se refiere a los cursos de promoción de salud emocional hasta la fecha se han hecho 126. El año pasado se cerró con 2.084 llamadas recibidas, de las que el 65,30 por ciento fueron realizadas por mujeres y un 34,70 por hombres. La mayoría de ellas, unas 700 eran procedentes de usuarios de las capital, 350 de la provincia y otra buena parte, más de 600 procedían de otras provincias y algunas se derivaron al 112. Además en dicho año hay que sumar las 640 entrevistas que los técnicos y voluntarios del Teléfono realizaron en la sede a personas que precisaban ayuda ante una determinada problemática.

«Nuestra misión es ofrecer un servicio gratuito con los 77 voluntarios que contamos a todas las personas que requieren de nuestros servicios. Pero aquí no sólo se trata de descolgar el teléfono, ya que se realizan cursos y actividades para prevenir y mejorar la salud emocional de las personas, de sus familias y del conjunto de la sociedad. Para ello hacemos entrevistas personales con psicólogos, abogados, trabajadores sociales y otros especialistas, y también de orientación familiar con orientadores y terapeutas familiares». Los voluntarios siguen adaptándose a las nuevas situaciones y de ahí que se ofrecen talleres para crisis específicas y otros cursos de desarrollo personal para ampliar el conocimiento de uno mismo y desarrollar unas habilidades que mejoren el bienestar psicológico, interpersonal y familiar.

<b>Conocimientos.</b> De ahí que los voluntarios se afanen en esa ampliación de conocimientos, que ahora se realizan en Albacete, pero que como recuerda Fresneda en los inicios del Teléfono de la Esperanza «los voluntarios tenían que trasladarse a Murcia a realizar dichos cursos». En este aspecto en la actualidad los voluntarios tienen un encuentro al mes «que sirve para estar juntos, para conocerse mejor, ya que por el tema de los turnos en el Teléfono no suelen coincidir. Estos encuentros sirven,  además, para seguir formándose, en reciclarse en lo que nosotros creemos que es necesario. Ahora se ha firmado un convenio con la Dirección General de Tráfico para las víctimas de accidente de tráfico y claro, te tienes que actualizar y formar a los voluntarios». Voluntarios, por otra parte, que para empezar a trabajar en el Teléfono de la Esperanza tienen que pasar tres años de formación, «hasta ese momento no pueden coger el teléfono, es mucha la responsabilidad y tienen que estar bien formados”.

La sede en Albacete está operativa durante toda la semana, pendientes de que suene el 967 52 34 34.  Además, en la sede hay dos trabajadoras, una psicóloga y una administrativa. Y durante la semana hacen falta 36 voluntarios para descolgar el teléfono y atender las llamadas, ya que son 36 los turnos que tienen.

El Teléfono se sustenta con subvenciones de diferentes administraciones como la Diputación, el Ministerio de Sanidad y la Junta de Comunidades. «Además los propios voluntarios tienen una cuota y hay donativos individuales y de empresas, que denominamos socios económicos. También contamos con la Tómbola en la Feria, las empresas donan productos y luego se sortean, y también sacamos algo de las loterías».

Durante estos 25 años el número de llamadas ha ido creciendo, como no podía ser de otra manera, «los motivos de las mismas suelen ser la soledad, problemas en las relaciones de la familia, con los hijos, también hay alguna llamada de tipo suicida pero aunque la gente piense que son muchas por esa leyenda, no llegan al siete por ciento del total. También hay llamadas por la crisis, pero pocas, y de adolescentes, de crisis de ansiedad». Porque en el caso de las llamadas suicidas suele ocurrir que «hay personas que están pensando en hacerlo y llaman y se produce la primera toma de contacto. Dentro de esas llamadas si  que hay crisis suicidas, que lo piensan, y otras que llamamos  crisis en curso, porque nos llaman y ya han tomado pastillas o están en ese inicio. Hemos tenido un par de casos de gente que quería morirse hablando con alguien, dos que yo conozca. Es así de frío pero es cierto. El orientador no puede hacer nada, ya que no sabe de dónde viene esa llamada, y lo único que puede hacer es hablar con él, escucharlo y poco más. Otras veces sí que puedes llamar al 112 o a la Policía, pero si te dan la dirección. Y en esos casos sí que se ha podido salvar una vida».

Joaquín Fresneda afirma que el futuro del Teléfono de la Esperanza está asegurado, «tenemos voluntarios que van de los 30 años a los 80. Los jóvenes no se implican tanto, ni tan siquiera utilizan nuestro servicio a pesar de los problemas que pueden surgir en las redes sociales. Son muy reservados, se lo quedan para ellos. Pero pienso que cuando se llega a una cierta edad, a la treintena, la gente está formada y ya piensan en una forma de voluntariado. Lo que ocurre es que hay muchas ONGs y en la nuestra se requiere mucha formación para poder trabajar, ya he comentado que para descolgar el teléfono tienen que estar tres años formándose».

Por último, el presidente del Teléfono de la Esperanza recuerda que el próximo curso que tienen pensado realizar será el 22, 23 y 24 de enero en Escolapios, bajo el título ‘Ayuda a tus hijos a crecer’, se tratará de orientar a todos los padres en los problemas que tienen que afrontar con sus hijos.