La provincia registra hasta cinco excavaciones arqueológicas al año

I.M.
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Todo el territorio es un gran yacimiento; los hay de la Prehistoria, pero también los hay más 'cercanos' en el tiermpo.

Toda la provincia albacetense es un gran yacimiento arqueológico. De hecho, de media al año se vienen autorizando entre cuatro o cinco excavaciones en yacimientos arqueológicos. En este año han sido en Libisosa en Lezuza, en el Tolmo y en Pico Tienda, ambos en Hellín, y en el Cerro de los Santos en Montealegre del Castillo. Luego están las intervenciones de urgencia o emergencia.

Quizás sea por su condición de tierra de paso, pero lo cierto es que de las tierras albacetenses han salido algunos de los tesoros cuyos originales se exponen en el Museo Arqueológico Nacional, y una réplica en el Museo de Albacete, como es el caso de la Dama  Oferente, todo un pilar dentro de la cultura ibérica, que se encontró en el Cerro de los Santos en la primera  excavación que realizaron los Padres Escolapios de Yecla. La Dama es, no obstante, sólo una de las piezas que uno puede encontrarse expuesta en Madrid.

Cuantificar el número de yacimientos que hay en la provincia es imposible, según comenta Rubí Sanz, directora del Museo Arqueológico de Albacete, porque continuamente están apareciendo, como igualmente es imposible determinar de todos ellos cuál es el más importante porque, matiza Sanz, importantes hay muchos, pues todo dependerá de la óptica con la que se mire. Así, por citar varios ejemplos, indicar que Montealegre del Castillo es un yacimiento muy importante para la cultura ibérica por el santuario que allí hubo, lo mismo que Lezuza es importante por ser una de las pocas colonias romanas que el emperador Augusto funda en España, mientras que el Tolmo de Minateda es importante porque durante 3.000 años ha habido gente viviendo allí. Tuvo vida desde la Prehistoria hasta la época contemporánea, pasando por el medievo y la tuvo por su consideración de lugar estratégico para las comunicaciones entre Cartagena, puerto de mar, y la Meseta.

Los primeros documentos en los que se habla de yacimientos arqueológicos en Albacete y de la aparición de esculturas están fechados en el siglo XV y están localizados en Alcaraz. No obstante, no sólo en Alcaraz uno puede encontrarse un yacimiento, sino que igualmente puede hacerlo en los otros 85 municipios que forman la provincia. Los hay desde los prehistóricos hasta los contemporáneos «porque ser encrucijada de caminos también conlleva una continúa mezcla o cruce de culturas», comenta la directora del Museo del Parque de Abelardo Sánchez. Las primeras excavaciones arqueológicas en la provincia datan, por su parte, de finales del siglo XIX, y al igual que ha pasado en otros puntos del país, aquí los expolios también han estado muy presentes e incluso los ha habido de importante calado, comenta la directora del Museo Provincial, quien igualmente recuerda que en el 2003, gracias a la Guardia Civil, se intervinieron a un señor de la capital más de 2.000 piezas arqueológicas precisamente procedentes de excavaciones que él hizo sin autorización, 2.000 piezas cuyo destino fue la institución museística que dirige Sanz. Luego están las piezas que donan los particulares y que son continúas. Ahora bien, nada más se encuentre un yacimiento arqueológico, explica Rubí Sanz, lo primero que el arqueólogo debe de hacer, incluso, antes de ponerse a excavar, es conocer lo que hay por dos motivos fundamentales: el primero, que uno no excava por excavar, sino después de una selección previa. Y el segundo, porque, además, hay que protegerlo, hay que cerrarlo en pro de que no se destruya, y hay que mantenerlo conforme lo recogido en las leyes de Patrimonio, de Museos y a la responsabilidad social que este descubrimiento conlleva desde el momento en que estamos hablando de trozos de una historia que es común a un país, el nuestro.

Luego está la parte administrativa, por expresarlo de alguna forma. Por un lado, está quien da las autorizaciones de excavación. Las autorizaciones las da el Instituto de Patrimonio a través no de una comisión, como pasaba hace años, sino vía una única persona encargada de determinar cuáles son más interesantes , denuncia Rubí Sanz. No obstante, «no sólo en este punto el Museo de Albacete no dice nada sino que igualmente, desde hace siete años, el Museo tiene vetado o prohibido ir al campo a recoger materiales arqueológicos, una de sus funciones, por otra parte, más importantes. Ésto, en teoría, lo debería hacer alguien, de la antes Delegación ahora Dirección Provincial de Cultura, pero tampoco se hace, por lo que al final se está perdiendo más de un material arqueológico en la provincia de Albacete».

Sólo por citar un ejemplo, añade a continuación, «diré que en la Semana Santa de hace dos años, un señor nos llamó desde Nerpio para comunicarnos que cuando iba por el campo vio en un terraplén, en concreto, en una grieta que había hecho una máquina, un cráneo. Hoy por hoy nadie sabe dónde está ese cráneo».

LEZUZA. Pero, además, denuncia también la directora del Museo del Parque Abelardo, «hay una excavación en la provincia que no entrega, como está obligado por la Ley de Patrimonio que deja bien claro que todo lo que hay bajo subsuelo es de dominio público e igualmente así consta en su permiso de excavación, los materiales al Museo, otra cosa es que el Museo de Albacete haga un depósito, algo que puede hacerse porque lo descubierto o encontrado allí es de titularidad de la Junta de Comunidades, y que se queden en Lezuza», dice Sanz.

 La excavación a la que hace referencia Rubí Sanz, es la de Libisosa, y quien obra así, comenta, «es su director. Es más me atrevería a decir que hay más de una pieza que no ha publicado y que está escondida desde hace tiempo en un almacén municipal y, además, bajo malas condiciones de conservación, cuando lo encontrado se ha financiado con dinero público y el yacimiento está en lugar público».

El yacimiento de Lezuza precisamente es uno de los puntos en los que este verano ha habido excavaciones, mientras que en otros puntos, como es el caso del Tolmo de Minateda, en lugar de excavaciones lo que se ha hecho ha sido trabajar más a nivel de superficie. La diferencia entre el Tolmo o Montealegre, por señalar otros dos yacimientos grandes, por expresarlo de alguna forma, es que «ellos si entregan regularmente, a diferencia de Lezuza que sólo lo ha hecho en una ocasión. Recuerdo que, allá por los inicios de la década de los 90, hicieron la primera prospección, recogieron fragmentos de cerámica que había en superficie y entregaron al Museo de Albacete, como comunicaron en aquel entonces a los medios de comunicación, 25.000 piezas, 25.000 fragmentos que no son patrimonio de nadie, sino de todos».

El Museo del Parque de Abelardo Sánchez tiene en estos momentos catalogadas 18.000 piezas de todo tipo y de todas las épocas. No obstante, si Rubí Sanz tuviese que destacar alguna de las piezas arqueológicas que allí se exhiben al público, estas serían las siguientes: una cabeza roma que procede del Tolmo de Minateda y que se encontró en 1929; una escultura, la del caballo de la Losa, de Casas de Juan Núñez; un vaso con decoración de soles y que fue descubierto en Almansa o el candil de Liétor, que es musulmán.

Todos estos objetos, concluye, no sólo son parte de la historia sino que también nos cuentan una.