El doctor Alberto Ocaña está en la primera línea de la lucha contra el cáncer de mama y ginecológico. No solo desde la consulta, tratando a pacientes, sino también desde el laboratorio. Su empeño es hacer ciencia para dar respuesta a los enfermos, pese a lo complicado que es dedicarse a la investigación por estos lares.

¿Qué le llevó a la Medicina y a especializarse en Oncología?

No quise ser médico, mi intención era estudiar Ingeniería Aeronáutica, pero como provenía de Ciencias de la Salud no me dieron plaza. Ese verano me fui a Inglaterra a estudiar inglés y cuando regresé mi madre no sabía cómo enseñarme la carta en la que me daban plaza en Medicina, que era mi sexta opción. Cuando terminé tuve claro que no ejercería de médico sin más, mi interés estaba en la investigación y en poder hacer algo por los demás. Me gustaban otras especialidades, como Dermatología, pero me incliné por Oncología pensando en que ahí habría más necesidades.

¿Qué es la oncología traslacional?

La investigación traslacional consiste en identificar problemas clínicos que tienen los pacientes, ir al laboratorio a buscar la solución y luego aplicarla para ver si funciona. En España no existe el reconocimiento del médico científico, como si lo hay en Estados Unidos y otros países, donde uno puede hacer esta especialidad y luego en los hospitales existe esta figura. En nuestro país la sanidad está en manos de las comunidades autónomas y esa figura no se contempla entre el personal estatutario. Por tanto, que un médico investigue al final depende de que su inclinación personal. En mi caso hice la tesis doctoral en el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca, que pertenece al CSIC, y me fui al extranjero a aprender. Más información en la edición impresa de La Tribuna