Juan Amo, el aviador que coloreó La Mancha

Ana Martínez
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Coetáneos, admiradores y familia desglosan la figura artística y más personal de Juan Amo Vázquez, del que destacan el cromatismo y la perspectiva a vista de pájaro que imprimía a sus paisajes

Deja cuatro hijos y un ingente legado entre cuadros, investigaciones y libros de texto. Juan Amo Vázquez nos dijo adiós el pasado 19 de junio conforme vivió: con discreción, con paciencia, sin prodigarse demasiado. Se fue uno de los grandes pintores de Albacete, coetáneo de otros que le precedieron en esto tan natural como es la muerte como José Antonio Lozano, Ángel González de la Aleja, Alfonso Quijada y Roberto Ortiz Sarachaga.

Antes que pintor, Juan Amo fue padre, «un muy buen padre», recalcan sus hijos. Paco, Elisa, María Llanos y Juan se sientan rodeando una mesa llena de fotografías, algunos apuntes a grafito y parte de los libros de texto que sobre dibujo elaboró su padre durante más de 30 años para Anaya. Libros que han manoseado generaciones y generaciones de españoles y que Juan Amo empezó a escribir tras conocer al jefe de la editorial, Germán Sánchez Ruipérez.

De las entrañas de sus hijos solo brotan buenas palabras: «Era una padre comprensivo, muy paciente, nunca nos riñó, era muy discreto y tenía un gran sentido del humor» y aunque la rectitud marcó la educación de los cuatro, «era mucho de cuidar a su familia y a sus amigos».