Cancerígenos permitidos

Luis J. Gómez/ Toledo
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Muchos productos que se utilizan en las cadenas de trabajo contienen sustancias cancerígenas, pero su uso está permitido dentro de unos umbrales que se consideran seguros. Desde CCOO avisan de que «ningún valor límite es seguro»

Payo trabaja con las plantillas para que sepan identificar las sustancias con las que trabajan. - Foto: David Pérez

Hidracina, nitropropano, anisidina, óxido de etileno, cloruro de cromilo, diazometano... Todas estos agentes químicos tienen algo en común. Están en la ‘lista negra’ de los cancerígenos o mutágenos, es decir, que tienen los temidos códigos de R45 para las que pueden causar cáncer, R46 para las que pueden causar alteraciones genéticas hereditarias, R49 para las que pueden causar cáncer por inhalación, R40 para posibles efectos cancerígenos o R68 para posibilidad de efectos irreversibles. Pero estas sustancias -y otras muchas más- están permitidas aunque sean cancerígenas. Ojo, están permitidas siempre que se usen por debajo unos umbrales que se consideran seguros. Es lo que se denomina el valor límite, dentro del cual los trabajadores podrían estar expuestos ocho horas diarias y 40 horas semanales durante toda su vida laboral, sin sufrir efectos adversos.

Sin embargo, desde Comisiones Obreras advierten de que «ningún valor límite es seguro en la exposición a cancerígenos». La secretaria de Salud Laboral del sindicato en Castilla-La Mancha, Raquel Payo, explica que «hay muchos disolventes, pinturas, alquitranes, muchas sustancias cancerígenas que no está prohibida su comercialización y su uso» y que, es más, están «extendidísimas en el medio laboral». Payo argumenta que «todo nos haría pensar que el valor límite de los cancerígenos es cero, pero no es así, porque la presión de las casas comerciales hace que muchos cancerígenos en el medio laboral tengan un valor límite determinado».

Payo cuenta que estos umbrales suelen irse bajando con el paso del tiempo. Hay ejemplos como el del cloruro del vinilo, que décadas atrás tenía un valor límite de 200 partes por millón y, años después, se rebajó a dos partes por millón. «Nade nos puede hacer pensar que los estudios toxicológicos dentro de diez años, de cinco o de un año demuestren que ese valor límite no es fiable», concluye.

Por este motivo, cuando la Administración se plantea revisar el ‘tope’ de uso de algunas de estas sustancias, Payo asegura que los sindicatos inciden para que se baje. Pero añade que «las casas comerciales hacen mucha presión sobre los poderes públicos» para que dichos valores límite no se muevan, porque repercutiría en la comercialización del producto.

Con esta situación por delante, CCOOtiene una campaña que se llama ‘Cáncer cero en el trabajo’ y en la que enseñan a los trabajadores a identificar si las sustancias con las que trabajan son cancerígenas. Para ello es fundamental que tengan «las fichas de datos de seguridad» de esas sustancias, una especie de DNI donde se especifica la composición de producto y los riesgos de esas sustancias con códigos en los que los R45, R46, R49, R40 o R68 delatan que son cancerígenas o mutágenas.

Payo explica que de este trabajo en Castilla-La Mancha ya han conseguido cambios importantes para los trabajadores. Señala que en una empresa se logró que se cambiara un material cancerígeno por otro que no lo era. Pero también admite que hay casos en los que esas sustancias no se pueden eliminar porque son imprescindibles para el proceso de producción. En esos casos, señala que primero se debe intentar aislar al empleado del producto durante el proceso. Y en caso de que no se pueda, proporcionarle un equipo de protección individual.

Sectores para estar vigilantes.

«En cualquier sector podemos encontrar cancerígenos». Raquel Payo avisa de que estas sustancias se pueden encontrar en los trabajos más insospechados, en parte porque también aparecen en productos que incluso pueden tener uso doméstico (siempre dentro de los umbrales fijados de seguridad). Pero reconoce que su presencia se ve más en el sector industrial y algunos concretos como el de la madera. «Tiene una presencia de sustancias químicas muy altas con una rotación tremenda de las sustancias», expone, «en un determinado momento se podía usar un determinado disolvente, pero si una casa comercial te daba uno que era más barato o con mejor finalización, se cambiaba».

En estos momentos el sindicato tiene fichas de alrededor de 150 empresas de Castilla-La Mancha con las que quieren hacer un estudio. Además han quedado en pasarles la información a la Inspección de Trabajo, que también está haciendo su propia campaña de cancerígenos en el puesto laboral.