El Madrid agranda su leyenda

AGENCIAS
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El conjunto blanco se impone al Atlético en la tanda de penaltis y vuelve a levantar el máximo título continental dos años después

El Real Madrid conquistó ayer ante el Atlético su undécima Copa de Europa en una tanda de penaltis a la que se llegó tras un empate 1-1 y después de un enfrentamiento dramático y no apto para corazones sensibles.

El equipo blanco manda en Europa. Nadie tiene más títulos que él. Esta vez tuvo el aplomo de un conjunto que sabe cómo resolver finales y, por supuesto, tiene la suerte que, según dicen, debe tener todo campeón. Por contra, el Atlético vivió un destino cruel. Otra vez.

El choque fue claramente de menos a más, hasta acabar en pura taquicardia. Una primera parte poco llamativa dio paso a una segunda vibrante. Luego la emoción opacó al fútbol.

Cuando se esperaba a un bloque rojiblanco intenso en la presión adelantada, al menos los primeros minutos, lo cierto es que prefirió juntarse atrás y esperar cosas que en realidad no sucedieron. A cambio, el bloque ‘merengue’ ofreció la puesta en escena propia de un equipo que sabe jugar como pocos las finales.

Pero el Atlético cometió un error difícil de ver en una escuadra tan dominadora de los aspectos defensivos esenciales. Concedió faltas a su rival, que es imponente en el juego aéreo. Y así llegaron las dos ocasiones más claras de los blancos en la primera parte del duelo.

A los cinco minutos, Gareth Bale lanzó y Karim Benzema remató a tres metros del arco, donde Jan Oblak sacó la pelota con una milagrosa intervención. Nada pudo hacer el arquero para impedir el gol del enemigo, que llegó poco después.

Ocurrió a los 15 minutos, en otra falta regalada que acabó en otro remate desde cerca. Esta vez fue de Ramos, otra vez él, como en la final de hace dos años en Lisboa. También es cierto que marcó en un posible fuera de juego que los numerosos jueces no vieron.

Si ya estaba cómodo, el Real Madrid pasó a jugar en butaca. Los ‘colchoneros’ solo se decidieron a intentar cosas en ataque en la parte final de la primera mitad, con su oponente bien agrupado y sumando a Bale al centro del campo para defender.

El descanso llegó sin agitaciones dentro de un juego decadente por momentos y marcado por las precauciones de ambos rivales.

El cambio de Simeone fue lógico. Quitó del campo a Augusto y añadió profundidad y calidad en ataque con Carrasco. Pero la primera gran oportunidad atlética no llegó por méritos propios, sino por concesión ajena. Fue a los 47 minutos cuando Pepe cometió un error impropio de su experiencia y derribó a Torres en el área. Griezmann apostó por la fuerza desmedida y el penalti lo estrelló violentamente en el larguero.

El conjunto de Simeone era por entonces el gran dominador ante un Real Madrid vestido con el disfraz rojiblanco, el de un equipo preocupado por defender. Y comenzó a sufrir mucho, también porque no sabía cómo retener el balón. Carrasco, tras una incursión de Juanfran por la derecha, igualó el choque en minuto 78. El encuentro se fue a la prórroga.

El tiempo añadido se cobró muchos heridos, jugadores que se iban al suelo por la fatiga y con calambres en las piernas. La prórroga era ya dramática, una guerra en la que solo faltaba por comprobar quién sería el caído final. Y eso solo lo iba a decir el más cruel de los jueces futbolísticos: los penaltis.

Ahí triunfó el Real Madrid porque marcó todos sus lanzamientos, con la sangre fría de un equipo que lleva el gen ganador en el escudo. Juanfran mandó al palo cuarto lanzamiento rojiblanco y el título se fue a la casa del máximo rival. El conjunto ‘merengue’ siempre resiste y en está ocasión la suerte también estuvo de su lado.