Las 7 plagas del Tajo

Luis J. Gómez / Toledo
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La falta de agua por el 'efecto trasvase' y la contaminación ha llenado el Tajo de especies invasoras, ha secado parte de sus riberas y ha puesto en peligro zonas protegidas. Algunos daños son casi irreversibles

Si un pescador se acerca al Tajo y ve junto a la orilla montones de peces muertos, pensará probablemente en el daño que está haciendo al río la falta de agua por el ‘efecto trasvase’ y la contaminación que llega de Madrid a través del Jarama. Pero también debería pensar en esos daños si ese día pesca una carpa, un lucio o un black-bass, que son especies invasoras que se han adaptado mejor a las aguas turbias que las autóctonas como la boga o el barbo. También debería preocuparse si en vez de a la sombra de un chopo está a la un árbol de zonas secas como el taray, o si puede llegar andando a lo que era antes una isla.  
«Desconozco que en Europa haya un río como el Tajo, que pasa por dos capitales europeas y tres ciudades patrimonio, y que no tenga caudales ecológicos», clama Roberto González, de SEO-Birdlife. Explica que con el nuevo Plan de Cuenca no se soluciona este problema porque falla a la hora de marcar objetivos ambientales y, por tanto, también cuando propone medidas para alcanzarlos. Julio Varea, de Greenpeace, apunta que la proliferación de especies invasoras es un problema de calibre. «Las invasoras aprovechan las flaquezas de las autóctonas». Además avisa  de que «cuando una zona está contaminada» de invasoras, es difícil de ‘descontaminar’.
«Tenemos un río zombi», comenta Miguel Ángel Hernández, de Ecologistas en Acción, «sobrevive por inercia, está ahí, tiene agua, pero no alberga la vida natural que le corresponde. ¿Estos daños son irreversibles? Según Hernández, el «poder del agua» puede hacer que algunos ecosistemas se regenerasen. Pero en otros casos, como ocurre con la presencia de invasoras, no será fácil volver a la situación anterior.

La ‘dieta’ del trasvase está haciendo que el río pierda en anchura y gane en profundidad

Uno de los efectos del trasvase se deja notar directamente en el cauce y es que esta particular ‘dieta’ está haciendo adelgazar al Tajo. «Ha disminuido su ancho», señala Miguel Ángel Hernández, de Ecologistas en Acción. «Es algo que se puede observar en los ojos de los puentes por Aranjuez, que son puentes con seis ojos, pero el río solo pasa por uno o dos en todo el año», apunta. Así se puede observar en la imagen facilitada por la organización ecologista(derecha). Hernández añade que el impacto geomorfológico también se está notando en que ahora el río es más profundo, una transformación que afecta directamente a la vegetación de sus riberas.
Roberto González, de SEO-Birdlife, señala que por el Tajo a la altura de Aranjuez «estará pasando seis hectómetros cúbicos, no más, porque apenas se cumple» y denuncia que «eso no es un río, es un canal». González explica que los ríos necesitan «caudales fuertes» y también «necesitan riadas, porque los hábitats que hay en los ríos necesitan de estas fluctuaciones».

Así desemboca el río Jarama en el Tajo. Pero, ¿cuál es el afluente de los dos?

Las imágenes áreas que se pueden cotillear gracias al Google Earth reflejan una de las situaciones más curiosas del Tajo: la desembocadura de uno de sus afluentes, más importantes. Se trata del Jarama, que a su vez recopila previamente las aguas del Manzanares y del Henares. El río estrecho que llega por la derecha, casi un arroyo, es el Tajo. Y el río grande que hace el meandro por la izquierda es el Jarama. «Es el mundo al revés», apunta Julio Varea, de Greenpeace, «el afluente lleva diez más agua que lo que puede llevar el Tajo». Y añade: «El Jarama es una cloaca». Desde SEO-Birdlife, González explica que por el Jarama vienen las aguas residuales de Madrid y sus más de seis millones de habitantes, aunque apunta que Madrid depura sus aguas y que sería «un problema menor» si el Tajo llevase más caudal. Hernández, de Ecologistas en Acción, alerta de que la Confederación del Tajo no descarta almacenar esas aguas depuradas del Jarama en el embalse toledano de Finisterre durante el invierno, para luego liberarlas en verano para cumplir con los caudales mínimos.

Los más pequeños (mariposas, libélulas o escarabajos) también lo notan... y mucho

Son tan pequeños que a veces no se les tiene en cuenta, pero si en el Tajo no se ven tanto como antes no es por su tamaño, sino porque también notan la falta de calidad de las aguas del río. Miguel Ángel Hernández, apunta que la «degradación» del Tajo se nota en toda la cadena del ecosistema de un río. El primer foco se suele poner en los peces o en las aves que necesitan de humedales, pero Hernández da también la voz alarma con los invertebrados. «Muchas veces nos olvidamos de las libélulas, las mariposas, los escarabajos, los que están asociados con las condiciones del agua», comenta. Según el portavoz de Ecologistas en Acción «han desaparecido» en buena parte o al menos se ha notado que «la disminución de esta fauna ha sido mayor en toda la cuenca del Tajo». Hernández no oculta que hay otros factores que también les afectan mucho como el uso de pesticidas, pero añade que estos efectos «se agudizan más» en el caso del río «a lo largo del tramo de aguas abajo de la toma del trasvase». Además hay que recordar que estos insectos a la vez son base de la dieta de otros animales.

Las frondosas riberas no lo son tanto y la raíz del problema es la misma

Los chopos o los fresnos que tienden a crecer en las riberas de los ríos también lo están pasando mal con la situación del Tajo. Tal y como explica Roberto González de SEO-Birdlife estas especies «necesitan que el nivel freático (aguas del subsuelo) tenga conexión con las raíces». Olo que es lo mismo, si las raíces de estos árboles no llegan al agua, finalmente se mueren. Añade que otras zonas protegidas de las zonas limítrofes del río como los carrizales también precisan de que sus necesidades hídricas estén cubiertas.
Miguel Ángel Hernández, de Ecologistas en Acción, añade otro problema a la desaparición de especies vegetales. Los árboles ‘de toda la vida’ se están secando (como se ve en la imagen cedida por Ecologistas en Acción), mientras que empiezan a proliferar especies vegetales que están más adaptadas al tipo de agua que ahora viene por el Tajo, que es más concentrada en sales al venir menos volumen. También son especies que soportan mejor los niveles de contaminación del río. El taray, que procede de zonas secas de Europa, Asia y África, es el ejemplo de una especie no autóctona que está empezando a quitar hueco a los chopos o los fresnos. Hernández apunta que este problema puede dar al traste con el que «ha sido un orgullo del Tajo, sus frondosas riberas».

S.0.S invasoras: ¿podría llegar el mejillón cebra o el jacinto de agua?

Hay dos especies invasoras que están llenando las páginas de los periódicos tanto como algunos ríos de España. Es lo que ocurre por ejemplo con el mejillón cebra que está creando verdaderos problemas en el Ebro. Julio Varea, de Greenpeace, no descarta que el próximo afectado pueda ser el Tajo, pues señala que se han detectado ejemplares de esta especie en el Segura y que no sería descabellado que llegase al Tajo a través precisamente del acueducto. «El mejillón cebra se queda adherido a las paredes, viaja en botes, pegado a instrumental», expone,  «en el Ebro ha llegado hasta en Burgos». En dirección contraria Varea explica que han aparecido en el Segura peces típicos el Alto Tajo como la boga, el carpín o el pez dorado. Son ejemplares que llegan, junto con el agua, a través del trasvase.
El jacinto de agua está dando muchos quebraderos de cabeza en otro río peninsular, el Guadiana (en la imagen se ve cómo se tienen que quitar estas plantas que llegan a invadir casi todo el cauce). Miguel Ángel Hernández, de Ecologistas en Acción, tampoco descarta esta amenaza para el Tajo. En este caso apunta a otro factor, el Cambio Climático y el aumento de la temperatura, que se suma a la falta de agua. «Ya ha ocupado buena parte de la cuenca media y baja del Guadiana y se podría ir extendiendo a toras zonas», alerta, «puede remontar cauces e ir ocupándolos».

El Castrejón ha dejado de ser el recambio de Las Tablas para las aves

La zona protegida del Castrejón ya no es lo que era, pues ha perdido parte del valor medioambiental que tenía antes (el paisaje sigue siendo igual de imprensionantes, sobre todo desde la zona de las Barrancas de Burujón). Miguel Ángel Hernández, de Ecologistas en Acción, explica que precisamente el Castrejón es un punto caliente del Tajo, pues le afectan dos de las grandes amenazas del río: la falta de agua del Alto Tajo porque se trasvasa y la llegada de la contaminación de Madrid.
Hernández explica que tradicionalmente el Castrejón era «el recambio de Las Tablas de Daimiel». Es decir, que cuando en el parque nacional no había agua suficiente, cuando había sequía en los humedales de La Mancha, las aves iban al Castrejón. Hoy la variedad de especies ha descendido mucho. Hernández aclara que las anátidas (aves como los patos)«han desaparecido, porque la mayor parte se alimentaba de la flora acuática que crecía en el embalse». En concreto denuncia que ya no se ve el pato colorado, el porrón común o el porrón moñudo. «Solo quedan aquellas especies que están más adaptadas a la contaminación», señala. Eso ocurre por ejemplo con el ánade real y el azulón. Hernández lamenta que el Castrejón «ha dejado de funcionar como reservorio ambiental que tantas veces ha sacado de apuros a la fauna acuática de Castilla-La Mancha».

Si las islas del Tajo dejan de ser islas, las colonias de garzas desaparecerán

Una de las zonas protegidas vinculadas al Tajo es de las islas de la zona de Malpica y Azután. Roberto González, de SEO-Birdlife señala que podrían estar en riesgo por la falta de agua. «Estas islas son colonias de garzas», explica González, que añade que para su supervivencia es fundamental que las islas no dejen de ser islas. «Si baja el nivel de agua, esas islas quedan accesibles a depredadores naturales», avisa. Es decir, que podrían llegar animales como gatos silvestres o ratas y acabar con las colonias de estas aves.
No es la única zona protegida vinculada al Tajo que depende del agua que se lleva el trasvase. González explica que también hay zona protegida para aves en los embalses de cabecera, de donde parte precisamente el acueducto. Son ZEPAs (es decir zonas de protección para aves),  pero señala que las «aves acuáticas hibernantes necesitarían de una lámina de agua» para que sigan acudiendo a estos espacios. En conjunto el Tajo pasa por 18 espacios de protección natural, 10 de ellos son LIC (Lugar de interés Comunitario)y 9 ZEPA (Protección de Aves). «No solo nos interesa a nosotros, sino a los europeos», clama González, que recuerda que se protegen esas zonas porque se consideran de interés para el continente. Explica que hay que marcar unos objetivos para la conservación medioambiental de esos espacios y que eso es algo de lo que falta en el Plan de Cuenca.