Fábricas de miseria

M.M.B.
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La dura realidad de los asentamientos de inmigrantes persiste y las oenegés claman por que las administraciones sean responsables

El mensaje de whatssap corrió como la pólvora. Ciudadanos anónimos se lanzaban a pedir mantas, ropa, cualquier cosa que pudiera dar calor, para hacerla llegar a los inmigrantes que malviven en los asentamientos. Otra vez los asentamientos, aunque se mire hacia otro lado siguen ahí. «No es de ahora, llevan ahí años, pero con este frío pensamos que teníamos que hacer algo», explica Maite. Ella y otros cinco amigos se lanzaron a pedir mantas y comida. Hicieron un llamamiento en Facebook, el mensaje se hizo viral y a la mañana siguiente aparecieron los primeros donantes, «cuando fui a abrir la tienda, había gente esperándome en la puerta». Su establecimiento, una tienda de muebles en la calle Mayor, es el punto de recogida. Ahora piden que les lleven comida no perecedera y que no tenga que ser cocinada, como botes de conserva. En la carretera de las Peñas, no muy lejos de donde estuvo la tristemente famosa Pansalba, hay varios asentamientos.