El azafrán también se cata, y cualquiera, con unas indicaciones básicas, puede averiguar si es de la máxima calidad, esto es, de La Mancha.

Para aprender a conocer esas sencillas técnicas, el empresario y exportador de azafrán, Antonio Sotos, y el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Azafrán de La Mancha, Antonio García, dirigieron ayer una de las últimas catas del ciclo Sabores con Denominación, que registró, además, un lleno hasta la bandera en el que había gente de todas las edades, desde abuelos que recordaban haber tostado azafrán cuando eran chiquillos, hasta jóvenes interesados en conocer y apreciar uno de los productos más característicos de su propia tierra.

Sotos invitó a los presentes a hacer dos comparaciones. Primero, entre el azafrán Mancha y el azafrán iraní, esto es, entre el de más calidad del mundo, por una parte,  y el más producido del mundo, por la otra. Y luego, hizo una comparación similar, entre el azafrán manchego y el que calificó, directamente, de «fraude» porque hasta puede ser azafrán... o no serlo ni por asomo.

la prueba del vaso. Una de las pruebas más sencillas y, al mismo tiempo, más efectivas, fue poner en dos vasos de agua, por separado, un poco de azafrán manchego y un poco de azafrán iraní. El primero, casi de inmediato, tiñó el agua de un color intenso, denso,  anaranjado; el segundo, por contra, tiñó el agua de un amarillo bastante desvaído.

Por su parte, el presidente de la DO, Antonio García, hizo un recorrido por la historia del azafrán, una especie que España llegó a controlar casi en régimen de monopolio y que, en los años 90, estuvo a punto de desaparecer a causa de la competencia de Irán y de   un fraude al consumidor que llegó  a ser masivo.

«Cuando nació la DO, en ella se inscribieron 40 productores -señaló- y, poco a poco, hemos llegado a los 500 actuales, pero aún nos queda mucho por recorrer».

Y eso, aunque el kilo de azafrán español, 100% Mancha, se paga a 3.000 euros el kilo.