Árboles en el punto de mira

A.M.
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Arranca la poda del arbolado de la ciudad, unos trabajos con los que trata de prevenirse la caída de ramas y molestias

Arbolado de alineación en una calle de Albacete. - Foto: R. Serrallé

Las numerosas caídas de ramas y árboles que se han registrado en los últimos tiempos en la capital de España, cobrándose la vida de dos personas, han puesto en el punto de mira al arbolado urbano de todas las ciudades. También en Albacete los 19.000 árboles que salpican las calles de la ciudad, sin contar con los que crecen en los miles de metros cuadrados de parques y zonas verdes, son objeto de vigilancia por parte del servicio municipal de Medio Ambiente.

El pino es una especie que predomina en los parques de la ciudad y en algunas calles. También es frecuente encontrar calles a las que dan sombra plátanos, una especie de crecimiento rápido y de buena adaptación a esta zona. Los olmos sobreviven en algunas zonas de la ciudad, por ejemplo en el barrio de San Antón, donde algunos ejemplares han alcanzado portes de tales dimensiones que son objetos de una vigilancia especial. Chopos, moreras y otros árboles más de tipo ornamental, como los guindos o los ligustrum, tipo ‘árbol del amor’, se encuentran también con facilidad.

La prevención de los accidentes comienza con la elección de la especie a plantar en una determinada calle. No es por tanto una cuestión azarosa. En los últimos tiempos se aplican criterios «más científicos», precisa el responsable del negociado de Medio Ambiente, Juan Carlos Sánchez Tébar.  Es fundamental, por ejemplo, tener en cuenta el espacio que tendrá el árbol para desarrollarse a la hora de elegir la especie, «no es lo mismo una calle ancha donde el árbol puede crecer con facilidad y sin competencia, que aquellas otras que no tienen luz obligando al árbol a crecer en su búsqueda, «tratamos de evitar que se repitan plantaciones como la que se hizo en el Parque de Abelardo Sánchez, con unas condiciones de vivero, donde los árboles crecían por competencia, dando lugar a una situación que todo el mundo conoce». Esta situación es la que llevó a acometer  en el año 2002 la  tala de 400 pinos que presentaban una amenaza para la seguridad. «El tiempo nos ha dado la razón, si no se llega a hacer aquel trabajo se habría caído más de un árbol en estos años», resalta Sánchez Tébar, con el asentimiento de la concejal de Medio Ambiente, Rosa González de la Aleja.

plagas y podas. Además de decidir cuál es el árbol más idóneo a la hora de plantar, después hay que vigilar su buen estado. La procesionaria, que afecta a los pinos, es una plaga recurrente, que se tiene que prevenir y tratar todos los años. Además, los jardineros se mantienen vigilantes ante la aparición puntual de otras enfermedades, como la plaga del tomicus, un insecto que perfora la corteza de las coniferas que se detectó en los pinos de La Pulgosa.

Junto al tratamiento de plagas, el arbolado urbano debe ser sometido a campañas de poda para hacer compatible su existencia con la vida urbana. «La mejora poda es la que se hace», coincide el jefe de Medio Ambiente, pero admite que es necesario acometer estos trabajos cada año para evitar que las ramas causen molestias en viviendas o al tráfico o que se den «formaciones salvajes que en el campo están bien, pero en la ciudad no se pueden permitir». Eso sí, conscientes de que las podas severas causan enfermedades en los árboles, tratan de espaciar en el tiempo su realización, «a no ser que sean árboles que causen muchas molestias».

En Albacete hay árboles que han alcanzado tamaños considerables, lo que conlleva un mayor riesgo y por ende obligan a una mayor vigilancia. «No es lo mismo que te caiga una ramita de un ligustrum, que la de uno de los olmos que han crecido tanto en el barrio de San Antón». Y es que el riesgo de caída siempre está ahí, porque los «árboles envejecen».

No solo los olmos de San Antón o los pinos del Parque de Abelardo Sánchez están en el punto de mira, hay otros ejemplares identificados por los operarios, sometidos a una vigilancia y supervisión especial.

Asimismo, recuerda la concejal de Medio Ambiente, cada vez que se produce un temporal fuerte se cierran los parques que tienen verjas, para evitar daños por posibles caídas. Porque el riesgo siempre está ahí: el viento puede derribar ramas con facilidad, la nieve que se deposita sobre los árboles puede hacerlos caer y el agua que reblandece el terreno puede dar lugar a que árboles cuyas raíces tienen poca sujeción a la tierra caigan.

En breve, aprovechando la parada de la savia, los operarios empezarán las tareas de poda en la ciudad. En unos casos la poda se hace para formar a los árboles jóvenes, mientras que en otros los trabajos de poda van dirigidos a la conservación, «buscamos prevenir accidentes por caídas de ramas». Suelen ser objeto de estas podas «árboles ya mayores, árboles que están donde no debieran pero que como los hemos heredado debemos conservarlos y evitar que causan problemas».

Eso sí, hay un criterio que siempre rige: en caso de que se detecte cualquier riesgo para la seguridad, el árbol es talado.