De Irak a la crisis

DPA
-

La retirada de las tropas españolas de Bagdad, de la que ahora se cumplen 10 años, fue la primera decisión como presidente de un Zapatero que acabó superado por la recesión

De Irak a la crisis

La primera decisión que José Luis Rodríguez Zapatero tomó como presidente del Gobierno le arrebató el apodo de Bambi que le habían puesto los medios por sus ojos azules enmarcados por picudas cejas y cierta imagen de candor. El socialista anunciaba el 18 de abril de 2004 la retirada de las tropas españolas de Irak. Una decisión que desató el enfado del presidente estadounidense, George. W. Bush. De hecho, en los años que coincidieron en el poder, no lo recibió jamás en la Casa Blanca.

Con esa decisión arrancó el primero de los dos mandatos consecutivos del leonés, algo más de siete años en los que pasó de ser aclamado por los avances sociales que impulsó a ser duramente criticado por su gestión de la grave crisis económica que azotó al país.

Se cumplen ahora 10 años de la entrada de Zapatero en la Moncloa, por lo que el PSOE prepara un homenaje el día 26 de abril en Madrid. No lo hubo cuando se cumplió una década de la victoria en las urnas, el 14 de marzo. Oficialmente, para no coincidir con los actos de recuerdo del 11-M. Pero ahora, en precampaña de las elecciones europeas, Ferraz reivindicará al expresidente y recordará «la trascendencia de sus avances sociales» en un acto en el que Elena Valenciano, cabeza de lista para esos comicios, ocupará un lugar importante.

El 16 de abril de 2004, con 43 años, el leonés fue investido quinto presidente del Gobierno con una holgada mayoría absoluta en el Congreso. Era el segundo socialista que entraba en Moncloa, tras Felipe González (1982-1996). Un día después, asumió el cargo ante el Rey y el 18 de abril anunció el regreso de las tropas.

Su primer mandato, de 2004 a 2008, fue el de los avances sociales y el del diálogo con ETA. No obstante, su Gabinete aprobó el matrimonio homosexual con derecho a adopción, una ley que enfrentó al Ejecutivo con la Iglesia católica y los sectores conservadores. De hecho, el Vaticano llegó a expresar temor por lo que ocurría en España, la «vanguardia del laicismo», por esa norma y por las que agilizaban el divorcio y permitían la experimentación con células madre.

Esos primeros años fueron también los de la Ley de la Memoria Histórica y los del acercamiento a ETA, con la que Zapatero se granjeó críticas del PP y de las víctimas. Además, fracasó en ese intento. «No voy a pedir disculpas por haber intentado la paz y el final de la violencia», apuntó entonces.

En el segundo mandato del socialista llegó la reforma del aborto: sacó del Código Penal la interrupción voluntaria del embarazo y fijó una discutida Ley de plazos con la que el Gobierno de Rajoy pretende ahora acabar. Pero por lo que más se recuerda ese tiempo es por la pésima gestión de una crisis económica, la peor en la Historia reciente de España, que Zapatero se negó durante mucho tiempo a llamar por su nombre.

«Tomaré las decisiones que el país necesita, aunque sean difíciles. Voy a seguir ese camino cueste lo que cueste», subrayó. Sin embargo, hasta mayo de 2010 no realizo el primer recorte frente a la recesión.

En ese momento, la izquierda lo acusó de virar a la derecha, mientras que los sindicatos le convocaron una huelga general. Para entonces estaba más delgado, las bolsas y ojeras se habían apoderado de aquel rostro que años atrás recordaba a Bambi y su tradicional halo de optimismo había dejado paso a una expresión deprimida.

«La crisis no era tan fácil como algunos pensaban», aseguró el pasado noviembre cuando presentó El dilema. 600 días de vértigo, su relato de los últimos 18 meses en el poder. Cuando se cumplen 10 años de su llegada a él y casi dos y medio tras su salida, compagina ahora su puesto en el Consejo de Estado con seminarios de política. Se le ve mejor físicamente, corre medias maratones y, al contrario que otros exdirigentes anteriores, nunca critica abiertamente ni al Gobierno ni a los líderes de su propio partido.