Sobre el papel, Albacete no es de las provincias más afectadas  por la despoblación pero, cuando se estudian los datos con detenimiento, aparecen graves desequilibrios que suponen un grave problema tanto para las zonas que pierden habitantes como para las que ganan nuevos residentes.

Este fue uno de los problemas que se analizan en  el Congreso nacional Envejecimiento y Salud en la España Despoblada que celebran hasta hoy la Federación de Municipios y Provincias (FEMP), el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, la Junta de Comunidades y la Diputación.

El presidente de la Diputación, Santiago Cabañero, recordaba ayer que «en teoría, la provincia no es de las que más población pierde, una 7.000 personas en una década, pero las cifras engañan, porque hay un pequeño grupo de seis ayuntamientos que acumula casi las tres cuartas partes de la población».

En otras zonas, como son las dos sierras y el Campo de Montiel, la densidad de población ya está por debajo de los 10 habitantes por kilómetro cuadrado, esto es, ya son desiertos demográficos. En paralelo, la capital de la provincia, la ciudad de Albacete, ya acumula casi la mitad de la población.

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