25 años de un símbolo

A. Burgueño (Efe)
-

Del clamor por la liberación del industrial Julio Iglesias Zamora, que permaneció secuestrado por ETA 116 días, surgió el icónico lazo azul hace un cuarto de siglo

Hace cinco años Julio Iglesias Zamora acudió a la despedida de Gesto Por la Paz para mostrar su «eterno agradecimiento» a una organización que se había volcado para que ETA lo liberara tras su secuestro en 1993. De esas protestas nació un símbolo de la lucha por la libertad, el lazo azul. El pasado día 5 se cumplió un cuarto de siglo del inicio del cautiverio del industrial, que duró 116 días. Casi cuatro meses en los que la sociedad vasca dejó de ser una mayoría silenciosa para involucrarse en las numerosas movilizaciones que pedían a ETA la liberación de este ingeniero de Telecomunicaciones de la empresa Ikusi, propiedad de su tío Ángel Iglesias.

Cuando el 2 de agosto la banda asumió la autoría de un secuestro que todos le atribuían, la idea del lazo azul que representaba la letra A de askatu, liberar en euskera, ya había surgido por iniciativa de Gesto por la Paz, Bakea Orain, Asociación pro Derechos Humanos y La Fundación. Rechazaban «lo obvio», una «flagrante vulneración de los derechos humanos» que el grupo terrorista siguió sin ver y que obligó a recobrar este emblema con los secuestros encadenados de José María Aldaya, José Antonio Ortega Lara, Cosme Delclaux y, «desgraciadamente por un periodo muy corto», de Miguel Ángel Blanco, recuerda Jesús Herrero, por entonces miembro de la comisión permanente de Gesto por la Paz.

Explica que con el lazo azul se dio «un salto cualitativo en la dinámica de movilización» en la que llevaban tiempo trabajando las organizaciones pacifistas en Euskadi. «La diferencia es que implicaba un compromiso individual, que no dependía de quién lo había promovido, sino que cada uno podía generarlo por sí mismo. Se llevaba el lazo las 24 horas del día. Fue un punto de inflexión», señala.

Portar ese lazo, algo que se extendió rápidamente por toda España, era «tremendamente complicado en ámbitos mucho más reducidos» del País Vasco. «Pero luego nos transmitían que, en el momento en que se daba el paso, no había vuelta atrás», añade.