El año pasado rompió la tendencia al alza en la siniestralidad vial de los últimos dos años y cerró con 1.180 fallecidos en accidente en las carreteras interurbanas, 18 menos que en 2017, pero también con una cifra que empaña estos resultados: 135 peatones muertos en atropello, 44 más que el año anterior.
Precisamente, esta cifra preocupa al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, como al director general de Tráfico, Pere Navarro, quienes dieron a conocer ayer el balance de la accidentalidad vial de 2018.
Después de dos años de subida de la siniestralidad, 2018 terminó con un descenso del 1,5 por ciento.
No obstante, si se tienen en cuenta los datos consolidados (víctimas mortales a 30 días del accidente -durante la hospitalización- y fallecidos en vías urbanas), fueron cuatro años consecutivos en los que subió la siniestralidad.