Los 'tentáculos' del universo de Internet

Luis Lombardero
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El responsable del Máster de Empresas digitales de LID learning cree que las nuevas tecnologías no impulsan el desarrollo económico

Los 'tentáculos' del universo de Internet

Es ahora cuando tenemos un poco de perspectiva histórica para valorar la primera fase de internet, que comienza en los años 90 cuando abandona el ámbito militar y académico y se abre a la sociedad civil. 
Intentamos entender por qué hoy es una herramienta útil de comunicación o para hacer la compra, pero, de momento, no ha servido para impulsar un nuevo desarrollo económico con la profundidad que propició, por ejemplo, la electricidad. 
A lo largo de la Historia, se ha demostrado la relación directa entre los cambios tecnológicos significativos y el desarrollo económico. Sin embargo, hasta ahora, esto es dudoso en el caso del ciberespacio. Demasiado pronto, Google descubrió el gran potencial de este universo como red global de marketing, lo que les ha permitido convertirse en la mayor empresa de publicidad. Para ello, se necesita una amplia audiencia que se atrae con contenidos gratuitos como la música, el cine o libros en formato digital. Las redes sociales compiten con otro nuevo modelo de negocio vestido de colaborativo, participativo, en el que lo social contribuye a construir un mundo mejor y promueve que los propios usuarios generen los contenidos de forma gratuita. 
El comercio electrónico da entrada a otros intermediarios como Amazon, que encubren sus prácticas monopolistas y la evasión de impuestos, ya introducida por sus precursores, con una leve reducción de precios a la que las librerías no pueden recurrir por cuestiones legales. 
El CEO -mandamás- de Uber, Travis Kalanick, llegó hace unas semanas desde Silicon Valley a vender las bondades de lo que llama transporte compartido, y siempre con el objetivo de mejorar la vida de los ciudadanos. En realidad, es la copia de los taxis encubiertos que podemos encontrar en cualquier aeropuerto de países en vía de desarrollo. Su modelo de negocio es poner una web para ejercer de intermediario, lo que le permite llevarse el 20% de los ingresos fuera de España. Para ello, se salta la legislación y cambia empleo estable por un trabajo esporádico. 
El impacto económico de internet en el PIB y en el desarrollo laboral ha sido limitado cuando no negativo y solo ha favorecido a EEUU, que captura el 40% de los ingresos y el 30% de los beneficios de la denominada como economía de la información. 
 
Cambios. Con el inicio de la década, se comenzó a hablar de tecnologías emergentes y de la transformación digital de las empresas. Una de las aplicaciones más significativa es internet de todas las cosas (Internet Everything-IoE). Su efecto será la transformación digital de los sectores tradicionales de servicios e industriales, dando lugar a nuevos productos híbridos físico-virtuales. 
Según John Chambers, CEO de Cisco, este floreciente negocio de telecomunicaciones se convertirá en una oportunidad de 19 billones en los próximos años. En sus predicciones, 50.000 millones de dispositivos estarán conectados a la red en 2020.
Un ejemplo de transformación digital es el de la recogida de basuras. Una de las mayores empresas de gestión de infraestructuras con 60 años de historia ha incorporado a los contenedores de nuestras ciudades un sensor que indica cuándo están llenos y se deben recoger. Por medio de IoE, cada depósito está conectado a una plataforma a la que transmite información a través de un pequeño dispositivo. Posteriormente, una aplicación de Big Data explota los datos de todos los acumuladores y envía las instrucciones a la flota de camiones para adaptar la ruta de recogida. Esto se traduce en un mejor servicio a los ciudadanos y un importante ahorro de costes a la empresa. 
Éste es un ejemplo elemental de las posibles aplicaciones de lo que venimos llamando Smart cities. Otros servicios como los parquímetros digitales facilitan el pago desde el móvil y pronto permitirán identificar las plazas disponibles reduciendo hasta un 30% el tiempo de los recorridos urbanos. La gestión de la movilidad, las infraestructuras, la seguridad de nuestras casas o la atención sanitaria y de la tercera edad a domicilio son otras ofertas de IoE. 
 
Conexión ‘wifi’. En el último año, compañías como Qualcomm, Intel y Texas Instruments han creado chips baratos de menos de tres euros que permiten que, prácticamente, cualquier cosa pueda conectarse a internet vía Wi-fi o a un teléfono a través de un estándar llamado Bluetooth low energy. 
Mientras, la industria del automóvil ha iniciado la transformación digital de los vehículos incorporando sensores que ofrecen nuevos servicios digitales relacionados con la seguridad y el confort como la conectividad a internet, el uso del móvil con manos libres y el reconocimiento de voz, la relación directa con el taller en caso de avería, la geolocalización para accidentes o los radares que indican la cercanía de otros coches o si nos salimos del carril. Nuestro país cuenta con plantas de fabricación y una industria auxiliar del automóvil con la tecnología necesaria para asumir la fabricación de modelos que requieren grandes innovaciones también en la forma de fabricar. 
Por otra parte, Industria 4.0 ó internet industrial son los conceptos acuñados por el Gobierno alemán y diversas empresas industriales que manifiestan la potencialidad de internet para llevar a cabo una cuarta revolución industrial. La comunicación por medio de sensores de equipos y máquinas de alta tecnología permitirá hacer las máquinas más inteligentes e intuitivas para las personas, y ofrecerá nuevas posibilidades como el progreso en I+D+i, mantenimiento, control de calidad, logística y distribución. También hará posible que se mantenga la producción industrial en Estados con mucho mejores salarios que los asiáticos. 
 
Nuevo concepto. Tal y como parece, la transformación digital va a dar lugar a un nuevo concepto de las leyes financieras clásicas relacionadas con las economías de escala eficientes, los costes de producción y los precios de los productos y servicios. Entonces, se hablará de la economía digital con todo su significado, asociado a una nueva etapa de desarrollo que impactará en todos los sectores productivos y en la creación de puestos de trabajo.
El futuro se adelanta. Acabamos de conocer hace poco, por medio del Fondo Monetario Internacional (FMI), que China, en este mismo año, pasará a ser la primera potencia mundial en términos de PIB por delante de Estados Unidos, situación que no estaba prevista que ocurriese hasta 2019. 
A la vez, el Fondo Monetario Internacional también anuncia que España pierde siete puestos en la clasificación, pasando del octavo lugar al decimocuarto. Así, se cumplen los pronósticos: Europa y EEUU pierden peso y Asia-Pacífico y América del Sur ganan posiciones. 
Mientras, la producción industrial se ha multiplicado por dos a escala mundial desde el año 2000 al 2012, y todos los países que mejoran sus posiciones tienen más del 20% de PIB industrial. 
En España, hemos descendido al 14% disminuyendo la aportación en Valor Añadido Bruto (VAB) a 96.396 millones de euros y el empleo a 1.781.353 puestos de trabajo. Tenemos un problema de sistema económico que solo se puede cambiar por medio de la tecnología. 
Únicamente, si las corporaciones se dedican a dirigir sus inversiones hacia un modelo productivo en el que la industria tenga el suficiente peso y genere la demanda de servicios de valor añadido, y las personas nos formamos para adquirir las competencias relacionadas con la ciencia, la tecnología y la ingeniería, seremos capaces de tener un lugar al sol en la economía digital global.