"La Alcaldía me pesó como una losa"

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
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Carmina Belmonte, exalcaldesa de la capital por el Partido Socialista, sigue en activo en el ámbito profesional que le apasiona, el de la docencia universitaria

Casi un cuarto de siglo, 24 años para más señas, han pasado desde que Carmina Belmonte accedió a la alcaldía. La exalcaldesa, volcada en la docencia, sigue al pie del cañón, dando clases, y desde su despacho de profesora universitaria repasa su corta, pero intensa, vida pública.

¿Cómo entró en política?

En las primeras elecciones democráticas militaba en el PSP de Tierno Galván, aunque no iba en las listas era responsable de candidatura, en ella iba Pepe Bono. Cuando el PSP se integró en el PSOE no seguí afiliada, no pensé que fuera mi vida la política.

Tuvieron que pasar 14 años hasta que regresase a la vida pública, ¿ quién y cómo le proponen ser la candidata delPSOE a la alcaldía en 1991?

Estaba trabajando en la Universidad de profesora cuando quienes entonces eran los responsables del PSOE me lo propusieron. Me costó decidirme.

¿Qué le inclinó a aceptar?

Hay un refrán francés que dice más vale arrepentirse de lo que has hecho que no de lo que no has hecho. Pero hubo algo que pesó más. Sentí la obligación moral de aceptar porque era la la primera vez que se lo proponían a una mujer. Pensé que si no aceptaba se lo dirían a un hombre y que entonces siempre me hubiese pesado.

Aceptó y se convirtió en la primera alcaldesa de capital de provincia de España elegida por las urnas, ¿le pesó mucho?

Claro que me pesó. A las mujeres se nos miraba con lupa y se nos juzgaba con más dureza que a los hombres. Cada vez que hacías algo, no hacían el juicio de valor diciendo es que la alcaldesa ha hecho... sino las mujeres han hecho; y eso al contrario no sucedía, a los hombres se les juzgaba como personas no por su género. Ha cambiado mucho, pero hay que tener cuidado, los derechos se pierden si no se lucha por ellos, porque a quienes están en la posición más cómoda, los hombres, no les gusta perder esa comodidad.

¿Qué recuerdo tiene de sus cuatro años de mandato como alcaldesa?

Fueron muy duros. No estaba en política porque me hiciera ilusión, sino porque entendía que era mi responsabilidad y quizás por eso los viví con una excesiva tensión, preocupada por todo. Lo poco o mucho de agradable que pueda tener el cargo no lo disfruté. Sí que conocí a personas interesantísimas, y no hablo de celebridades, sino de gentes que me hicieron aprender mucho de lo que es la vida.

¿En quiénes está pensando?

En aquella época teníamos un 23% de paro en Albacete y había días que recibía hasta 15 personas que venían a pedir trabajo. Esas personas se iban sin trabajo porque no había y esas historias que contaban, lo mal que lo pasaban... era angustioso. Es el recuerdo más amargo que tengo.

¿Qué otros problemas de la ciudad eran los más acuciantes en aquellos años?

La escasez de vivienda. En mi mandato se puso en marcha el Instituto Municipal de la Vivienda y cuando dejé la alcaldía estaban en marcha 1.026 viviendas. Aún recuerdo cuando en campaña electoral Siro Torres prometió 1.000 viviendas, me quedé blanca, creía que no sería posible. Tuvimos dificultades con la recalificación de terrenos, pero se consiguió con mucho trabajo, sobre todo de Joaquín López Ros, que era concejal de Urbanismo.

Bajo su mandato se creó por primera vez la Concejalía de la Mujer, ¿cómo fueron las primeras políticas de género?

Se trataba de hacer visibles los problemas de las mujeres. En principió  pensé que podíamos hacer políticas transversales. Pero era imposible. Había que estar encima de lo que se hacía desde los distintos ámbitos municipales y por eso fue la creación de la Concejalía de la Mujer y del Centro de la Mujer. La primera concejal de la Mujer fue Enriqueta Belmonte, pero por motivos de salud lo dejó y la sustituyó Soledad Velasco.

Su gobierno se caracterizó por dar participar al movimiento vecinal, ¿era entonces más reivindicativo que ahora?

Antes era muy reivindicativo, ahora yo creo que está casi ‘muerto’. Nos reuníamos por la noche con las asociaciones y los colectivos para que sus representantes pudieran asistir a las reuniones a la salida del trabajo. Discutíamos los presupuestos, aunque siempre les decía que si querían dedicar más dinero a otra cosa que me dijeran de dónde quitaba. Estaba abierta a hacer cambios, pero les pedía corresponsabilidad.

¿Qué situación económica tenía el Ayuntamiento entonces?

El primer presupuesto que hicimos tenía un 30% de endeudamiento. Durante el mandato se refinanció la deuda, se saneó y dejé la alcaldía con un 19% y habiendo hecho muchas cosas. Es verdad que tuvimos ayuda de la Junta.

De su gestión, ¿qué resaltaría?

Hicimos una revisión del plan de urbanismo. El problema fue que el PP, que estuvo con nosotros desde el principio y pactó votar a favor, en el último pleno dijo que no. Ya suponían que iban a ganar las elecciones y cambiaron de opinión.

Luego el PPredactaría su propio plan de urbanismo, ¿habría sido Albacete diferente si se hubiera desarrollado aquel plan de 1985?

Puede que sí. Aquel plan marcaba mucho el consenso e incidía en que era el Ayuntamiento, no ningún grupo ni nadie, quien decidiría qué es lo que se iba a hacer en la ciudad. Era un plan hecho con una visión de mejora de la ciudad.

¿Le molestó este cambio de opinión del PP?

Sí que me dolió. Aunque yo tenía mayoría absoluta, las cosas importantes de la ciudad se pactaban. El PSOE en estos casos renunciaba a algunas de sus posiciones y a mi me tocaba muchas veces discutirlo con el partido.

¿Cómo fueron sus relaciones con el PSOE, porque usted se presentó como independiente? ¿A veces se sintió sola?

Prácticamente todo el tiempo me sentí sola. Nunca he entendido por qué no les gustaba lo que hacía, no me lo llegaron a decir y nunca lo he sabido. Yo tenía algo claro, tenía que cumplir mi programa. Aunque hace ya 24 años, en mis elecciones hicimos un programa abierto, nos reunimos con un montón de colectivos para elaborarlo, pero además mantuve reuniones informales con más de 1.000 personas para saber qué problemas había en los barrios. Antes de dejar la alcaldía releí la lista de las peticiones y todas, excepto una, se habían atendido.

¿Cuál fue ese incumplimiento?

Una piscina en los Anguijes, pregunté a los concejales con experiencia y me dijeron que era posible, pero era una barbaridad hacer una piscina en un lugar tan pequeño.

¿De verdad cumplieron con todo lo demás?

Todo, aún recuerdo que tuvimos que negociar con un banco para poder cerrar un agujero que había en la plaza de Villacerrada, pero se solucionó y me fui con esa plaza arreglada. Y mira que cuatro años son poco tiempo en política.

¿Por qué no siguió?

No quisieron que siguiera.

¿Hubiera seguido?

No me apetecía, pero sabiendo que el momento político no era el mejor ni el más propicio, hubiera dicho que sí por responsabilidad.

¿No se lo llegaron a ofrecer?

No me lo ofrecieron. Pero se lo puse fácil. Antes de que me dijeran que me tenía que ir, anuncié mi marcha. No tenía ninguna intención de calentar asientos, si estaba en la alcaldía era por responsabilidad hacia mi ciudad y nada más.

La sucedió como candidata a la alcaldía Matilde Valentín, aquel año, 1995, el PSOE perdió la alcaldía, ¿se mereció la derrota?

Uno se merece lo que le toca. Es un cúmulo de circunstancias. Hay quien culpa de la derrota a la anterior. Sí le doy la razón en un sentido: como no se me apoyo, no se puso en valor todo lo que se hizo. Fue un fallo del PSOE no hacer ver todo lo que se había hecho, porque se hizo mucho. No hablo solo de grandes obras y grandes cosas, porque el que esté en un alcaldía y no se ocupe de lo grande no está haciendo nada, pero también estábamos en lo pequeño, en esas cosas que hacen la vida más agradable. Terminamos los rebajes en las calles, cambiamos la flota de autobuses y nos cuidábamos hasta de que el adoquín de las calles no fuera resbaladizo.

Habla de obras, la reforma de la plaza Virgen de los Llanos, fue muy controvertida.

El resultado fue horroroso, evidentemente no sabía que iba a quedar así de mal, de ser así no lo habríamos hecho. Es lo más feo que se hizo en mi mandato. Lo asumo. El siguiente gobierno municipal reformó esa plaza e hicieron muy bien.

El caso Circuito, al final quedó en nada,  ¿fue solo una operación política o hubo algo más?

Aquello fue doloroso y terrible, porque mi empeño todo el mandato fue hacer las cosas lo mejor posible. Lo que tengo que decir es que siempre hice lo que antes me había presentado a la firma el interventor con su rúbrica, lo demás… Quizá hubo alguna mala gestión, pero avalada por un secretario que era letrado municipal y por el interventor del Ayuntamiento que nunca dijo nada de que podía haber irregularidades. Fue muy desagradable, para mi y para las personas que tuvieron que pasar por esa situación.

¿Hay alguna decisión de la que se sienta especialmente orgullosa?

Compramos el Teatro Circo y si luego costó rehabilitarlo es porque se gestionó mal, porque yo había arrancado el compromiso de que esa obra se financiara. Cuando dejé la alcaldía el Teatro Circo se quedó pagado al cien por cien, los propietarios insistieron en que si no era así no lo vendían, porque de mi se fiaban. Tuvimos que hacer un reajuste presupuestario y en tres años pagamos los 400 y pico millones de pesetas que costó. Si no lo hubiéramos comprado, se habría terminado hundiendo. Hay otra cosa de la que me siento orgullosa, de haber puesto en marcha el Centro de Atención a Drogodependientes con la absoluta oposición del PP, pero yo tenía muy claro que no podíamos poner ese centro en medio del campo como pretendían porque esa gente no tenía medios para desplazarse. En aquel mandato hicimos muchas otras cosas, se inauguró el viejo ayuntamiento, dedicamos la Posada del Rosario a biblioteca, se arreglaron los Depósitos del Sol, se peatonalizó el Altozano, terminamos de poner luz y agua a la Feria, inauguramos la piscina del Paseo de la Cuba y fue también la época en la que se remodeló el Carlos Belmonte cuando el Albacete Balompié estaba en primera división. Y todo eso entre la oposición que nos tiraba al degüello, tanto IUcomo el PP, y los nuestros que no ponían en valor lo que hacíamos.

Usted ha declarado sentir un gran peso al frente de la alcaldía, ¿desapareció cuando la dejó?

 Al día siguiente de tomar posesión como alcaldesa, me levanté sobre las 6 de la madrugada y me asomé al balcón, vi a un mujer que parecía ir a limpiar y pensé que como alcaldesa todas las decisiones que yo fuera a tomar influirían en la vida de esa persona. Esa reflexión hizo que me cayera encima una responsabilidad que me pesó como una losa, un peso que no se me quitó hasta que no dejé la alcaldía.

¿No le han vuelto a tentar con entrar en política?

No, nadie me lo ha propuesto y no me siento ahora atraída. A lo mejor en aquel momento si me hubieran propuesto algo, quizá habría dado el paso. Pero ahora no.