«Pensaba que la casa se caía»

MARCELO ORTEGA
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Lola Cortés y María Victoria Fernández, dos albacetenses supervivientes del terremoto en Nepal, contaron a 'La Tribuna' cómo vivieron el temblor de tierra que causó miles de muertos y la incertidumbre a la que se enfrentan

La alta cifra de muertos -cerca de 4.000- y los graves daños que el terremoto del sábado dejó en Nepal son estos días noticia de apertura en los medios de comunicación, que también dan cuenta de la falta de información sobre la suerte de decenas de españoles que se encontraban en el pequeño país asiático. Quienes se cuentan ente los habitantes sanos y salvos son María Victoria Fernández y Lola Cortes, dos albacetenses que ejercen en Nepal como voluntarias en colegios de profesorado de inglés al este de Katmandú. Las dos ejercían ayer de «corresponsales», contando su experiencia de la tragedia y cuál es la situación que ven ahora, mientras todavía sienten las réplicas del temblor y duermen en tiendas de campaña a ras de suelo.

«Estaba leyendo en mi habitación cuando todo empezó a moverse», explicaba Lola Cortés, que lleva en el distrito de Bhaktapur menos de un mes: «En ese momento te asustas muchísimo, las paredes se movían, las puertas del armario se abrieron, empezaron a caer cosas... Salí corriendo a la calle, donde todo el mundo estaba chillando, y nos reunimos en el campo». Lo que ahora ve da testimonio del alcance del seísmo, aunque hay zonas devastadas en peores condiciones: «Estoy en las afueras, hay algunas casas caídas, un hombre que quedó bajo los escombros... Si bajo al pueblo la situación es mucho peor. Se han improvisado tiendas de campaña y pasamos la noche mientras aún hay réplicas».

SURFEAR EN UNA OLA. María Victoria Fernández contaba también los momentos de angustia que vivieron: «Nunca he tenido una experiencia así, llevo tiempo viviendo aquí, tengo lazos con la familia con la que vivo, y me asusté mucho». Esta albacetense contaba que en el inicio del temblor «se fue la luz, pero suele pasar; luego empezó a moverse todo de una forma enorme, era como estar surfeando en una ola; pensaba que se caía la casa, y empecé a gritar para ver si me contestaban las otras personas de la casa, que estaban en la parte de arriba. Cuando el temblor paró, bajamos a la calle».

María Victoria Fernández señalaba que están en una zona rural donde pronto encontraron campo abierto para estar seguros: «Al lado de nuestra casa cayó otra que es vieja, cayó un poste de luz, y no tenemos electricidad. La gente está asustada, no sabemos cuándo volveremos a la normalidad».

 

INCERTIDUMBRE. Quienes ven en primera persona el resultado del fuerte temblor de tierra en Nepal esperan noticias, explicaba Lola Cortés: «Vino la policía para un rescate, pero no hemos visto nada de que la ayuda llegue. La gente ahora está más preocupada en salvar sus vida, seguimos fuera de las casas». Cortés aseguró que al mediodía de ayer todavía no tenía ninguna comunicación de parte de Asuntos Exteriores: «A nivel personal nadie ha contactado conmigo. Hemos llamado al Consulado, pero las líneas están colapsadas. Por familiares sé que van a enviar un avión para llevarse a los españoles, pero nadie me ha llamado, aunque por mi hermano ya les hemos hecho llegar mis datos». Esta joven que llegó a Nepal el día 8 de abril para empezar el voluntariado en un colegio insistía en que no saben qué pasará ahora, mientras muchos de los fallecidos siguen sepultados bajo los escombros y los propios hospitales que deben asistir a los supervivientes se han venido abajo: «Es pronto para decir nada, lo gordo del terremoto ha pasado ya, pero seguimos viviendo réplicas. Pregunto lo que puedo, pero no tenemos mucha información». Mientras tanto, los vecinos conviven en los improvisados refugios: «La familia con la que estoy está muy atenta, están asustados también; nos metemos como podemos en las tiendas y nos ayudamos los unos a los otros». Su compañera, María Victoria Fernández, mostraba su pesar por los graves daños de Katmandú, donde estuvo hace unos días, visitando y fotografiando lugares que una semana después son irreconocibles, simples montones de escombros: «Es increíble, una pena porque hace poco estaba aquí una amiga que vino a verme y estuvimos en Katmandú; se fue dos días antes del terremoto».