Un ferrocarril con destino a las cero emisiones

Javier d. bazaga | madrid
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En 25 años de funcionamiento de la alta velocidad en España, Renfe ha reducido su huella de carbono y ha contribuido a una economía baja en emisiones evitando la expulsión de casi 13 millones de toneladas de gases de efecto invernadero

Es la gran aspiración del actual siglo XXI, alcanzar una economía y una sociedad de cero emisiones. Pero los grandes avances se producen dando pequeños pasos, y otros «no tan pequeños». Hace 25 años que la Alta Velocidad comenzó a rodar en España, tiempo en el que se ha evitado la expulsión de casi 13 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera -con lo que se podrían llenar 13 millones de piscinas de 25 metros de largo, 10 de ancho y dos de profundidad-.Además, el uso del transporte ferroviario en España durante este cuarto de siglo ha permitido un ahorro para la sociedad estimado en 4.286 millones de euros si se evalúa en términos económicos el impacto sobre el cambio climático, la contaminación y la tasa de accidentes que habría tenido realizar este transporte por otros medios.Es la estimación que ha hecho Renfe en base a los datos de ahorro de costes externos, ahorro de huella de carbono y ahorro de consumo energético generados por los servicios de Renfe de acuerdo con la metodología de sustitución modal contenida en el estudio Carbon Footprint of Railway Infraestructure, UIC y la evaluación de externalidades del estudio Costes Externos del Transporte en Europa (Ce Delft, noviembre de 2011), que sugieren además que, de no haber hecho uso de este recurso, se habría producido un incremento en el consumo energético de más de 2,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Teps).La principal aportación de estos estudios es demostrar, con procedimientos de medida estandarizados y científicamente aceptados, que el ferrocarril es el modo que genera menos costes externos, especialmente comparado con otros modos dependientes de los hidrocarburos como el avión, el autobús o el coche.No en vano, el 89 por ciento del volumen de transporte de viajeros y mercancías de Renfe se desarrolla por redes electrificadas y está, por tanto, parcialmente descarbonizado en base al actual mix eléctrico (53 por ciento sin emisiones y 33 por ciento renovables).Además, la empresa ya ha reducido su huella de carbono un 56 por ciento desde 1990 (año base del Protocolo de Kioto) hasta situarse en 24,2 gr de CO2 por unidad transportada, y mantiene activa una estrategia de sostenibilidad y eficiencia energética que incluye un nuevo acuerdo con Adif para profundizar en varias áreas propias del sistema ferroviario, mejora de prácticas de consumo y ahorro de energía, o proyectos de innovación para analizar la tracción mediante gas natural licuado o pilas de hidrógeno como potenciales sustitutos del combustible fósil. Limpio y eficiente. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) y de la Unión Internacional del Ferrocarril (UIC), el transporte es responsable del 23 por ciento de los gases de efecto invernadero (GEI) por consumo de combustible, y se espera que la demanda de movilidad mundial de viajeros y mercancías se duplique entre 2010 y 2050, como consecuencia de la globalización económica y la pujanza de los mercados.Sin embargo, mientras que el ocho por ciento del transporte mundial se hace por ferrocarril, el volumen del gases que genera es tan solo del 3,5 por ciento frente al 10,5 por ciento que genera la aviación, 10,4 la navegación y un grueso 73 por ciento que genera el transporte por carretera, porque las emisiones de CO2 del ferrocarril son sustancialmente menores que el de otros modos de transporte.Así, las emisiones de CO2 específicas del ferrocarril se han reducido un 63 por ciento en el caso de los viajeros, y un 48 por ciento en el caso de las mercancías, entre 1975 y 2013.Con estas cifras cabe señalar que la actividad de transporte de Renfe en los servicios de alta velocidad entre 1992 y 2016, tanto de larga distancia como de media distancia (lo que ha supuesto un total de 346 millones de viajeros), ha contribuido enormemente a dar esos «no tan pequeños» pasos hacia una economía baja en carbono, como así lo demandan los últimos acuerdos adoptados en la Cumbre de París.