Castilla-La Mancha encabeza la lista de regiones españoles exportadoras de vino y, gracias a ella, España batió todas las marcas posibles de ventas de vino en el exterior en 2015, al superar los 24 millones de hectolitros, por encima de Italia y Francia.

Pero nuestra comunidad sólo es líder en volumen, no en valor. En este capítulo, aún le queda mucho por aprender de las regiones que más rentabilidad le sacan a su vino, que son Cataluña y La Rioja. Así se detalla en un reciente informe del Servicio Exterior del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (FAS-USDA) dedicado al sector vinícola nacional y que le dedica una especial atención a la gran región manchega.

El informe refleja un sector que está en pleno proceso de transformación, tras la finalización de un dilatado programa de arranque financiado por la UE, que ha reducido el potencial productivo de sus viñedos, pero no tanto como se esperaba, con un consumo a la baja y que depende en demasía del vino exportado a granel.

EL MAYOR VIÑEDO. A pesar del programa de arranque, en España había 954.659 hectáreas de viñedo en 2015, de las que 473.628 hectáreas estaban en Castilla-La Mancha. Según el estudio del FAS-USDA, desde 1980, España redujo su superficie de viñedo en un 42% pero, en paralelo, los programas de modernización de explotaciones han hecho que «cerca del 37% de las plantaciones son de riego».

Eso plantea una paradoja. A pesar de todo el dinero público invertido en arrancar viñedo, los programas de modernización, reconversión y transformación que, en paralelo, se han desarollado en el sector han hecho que, desde 2005, el rendimiento de los viñedos nacionales haya subido un 18,5%.

La región donde esta paradoja es más evidente es, precisamente, Castilla-La Mancha, en la que se produjeron, durante esta campaña 2015-2016, entre 22,2 y 22,5 millones de hectolitros de vino -de los que 3,6 correspondieron a la provincia de Albacete.

De hecho, a la vista de estas cifras, los autores del estudio ponen en duda la efec tividad del programa de arranque: «el efecto neto del programa se ha estimado en unas 150.000 hectáreas, mientras que las ayudas concedidas a la reestructuración representaron un crecimiento anual de un millón de hectolitros en Castilla-La Mancha, la principal región vinícola».

Dicho de otra forma, el sector aún tiene un grave problema de exceso de producción por resolver, que se junta, en paralelo, con un consumo realmente bajo para una gran potencia vinícola, unos 19,9 litros por persona y año, el noveno puesto mundial, muy por debajo de los mercados internos de nuestros competidores.

MERCADO EXTERIOR. A la vista está que, con esta situación, la salida obligada es el mercado exterior. En teoría, los datos de 2015 son muy buenos, con 24 millones de hectolitros vendidos al exterior, principalmente a la UE, Estados Unidos y China.

En valor, de acuerdo a los datos que maneje el USDA, eso son 2.638 millones de euros, una cira mareante. Pero los resultados van por barrios, ya que «Cataluña y La Rioja, que se centran en el valor añadido, son los líderes en valor, mientras que Castilla-La Mancha, el principal proveedor de vino a granel, lo hizo en volumen».

Y ahí es donde reside el principal problema. Algo más del 50% de las exportaciones en volumen, unos 13,9 millones de hectolitros, corresponden a los vinos a granel, en los que Castilla-La Mancha ostenta un dominio aplastante, pero vendiendo a un premio medio que oscila entre los 0,30 y los 0,33 euros por litro.

Laas exportaciones de vino embotellado, por contra, lleggaron a un precio medio de 2,03 euros por litro -el dato incluye tanto a los vinos con indicación de calidad como los que no la tienen.

«De acuerdo al Observatorio Español del Mercado del Vino            -concluye el estudio- España aún necesita vender menos vino a granel que otros países productores  y más vino español con indicación de origen».

Casi igual que hace 20 años.