José Antonio Ruiz: «Emociona ver la pasión conque se enfrentan a esta carrera»

A. Díaz
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El coreógrafo, bailarín y maestro de la danza española visitó el conservatorio que lleva su nombre y compartió con profesiones y alumnos el Día Internacional de la Danza

El Día Internacional de la Danza se celebró en el Conservatorio Profesional José Antonio Ruiz por todo lo alto, con un invitado de excepción, el bailarín y maestro de la escena española que da nombre al conservatorio. José Antonio Ruiz comentó a LaTribuna de Albacete sus sensaciones ante esta visita que el destacado coreógrafo compartió también el jueves con los alumnos, en la Jornada de Puertas Abiertas.

Un encuentro con su conservatorio en un día especial...

Siempre es muy agradable ver la labor que se está haciendo. Estábamos tiempo un poco alejados por circunstancias, pero estoy encantado de que la directora, Charo Carbajal, me haya invitado en esta jornada y que vayamos abriendo contactos para que sea más fructífera la labor que ellos están haciendo. Fue emotivo ver los chicos y chicas de los diferentes cursos su exhibición de coreografías y repertorio. Emociona ver la pasión con que se enfrentan a esta carrera tan complicada, la danza.

Usted, que ha llegado a lo más alto, ¿considera que es tan complicada, tan difícil?

 Es muy complicado y eso también lo he hablado y desarrollado con el claustro de profesores porque es verdad que tiene que haber unos métodos, unos pasos a seguir, pero luego las circunstancias digamos, socio-políticas que marcan una serie de pautas que a veces, en vez de potenciar, dificultan el desarrollo. Es una labor para crear afición, gente que pueda identificarse y que pueda acercarse al mundo de la danza, conocerla para que el día de mañana pueda amarla y que sea su medio de vida, no como objetivo, pero sí su forma de vivir, muy dura, pero absolutamente gratificante.

¿Hay relevo generacional?

 Sí, pero hay un camino muy denso por recorrer todavía, sobre todo, en danza española, se perdieron las grandes referencias, los maestros que se nos fueron, entonces, mantener la llama y el aprendizaje que toda esa experiencia implica es muy complejo. Sin estar ellos ya presentes, tenemos que recurrir a las vivencias que hemos tenido los que tuvimos el privilegio de compartir escenario con Antonio Ruiz, Antonio Gades, Mariemma, Pilar, con tantísimos grandes artistas que desgraciadamente no están. Tenemos la obligación de, esas vivencias, compartirlas con los nuevos estudiantes, sobre todo para que no se queden sólo en la buena ejecución, sino que también transmitan la esencia, la ética y la estética de la danza española.

Una época casi irrepetible...

Digamos que cada época tiene su momento pero hoy, indudablemente, hay extraordinarios bailaores, bailarines, bailarinas, muy buenos intérpretes. A principios del siglo pasado, desde Antonia Mercé en adelante, fue una época maravillosa, aunque no quiero decir que no haya futuro, por supuesto que sí lo hay, porque además nadie es insustituible y en nuestro tipo de danza cada uno tiene la posibilidad de imprimir su identidad, pero así como en la pintura o la música los primeros años del siglo pasado fueron maravillosos, creo que nos hemos quedado huérfanos, por eso tenemos que crear una labor sólida para transmitir esa esencia, que no tengan la sensación de que todo se ha creado de la nada o por generación espontánea. Estamos aquí como consecuencia de ese camino que recorrieron los grandes maestros.

¿Cómo es esa esencia del arte de la danza española?

Desde luego, desde el amor y el respeto a la profesión y con ganas de desarrollar, pero sobre todo, conocer nuestra raíz para llegar a un lenguaje vivo, de futuro, pero manteniendo esas raíces, digamos los cánones de la danza española, una disciplina que es tan rica que tiene su propia identidad. Cada época tenemos que hacerla pensando en que tenemos que mejorar, siempre quedan cosas. En la vida nos queda mucho por descubrir, pero hay que ser honesto con nuestro pasado.

Continúa en la brecha. El año pasado estrenó nuevo espectáculo, Invocaciones, creado para Los Veranos de la Villa.

Con una serie de artistas que querían hacer un trabajo conjunto y la verdad es que fue muy bonito. Utilizamos canciones populares, partiendo de Lorca, pero también las que hemos aprendido de maestros y padres, por eso el título, Invocaciones, al recurrir a nuestros ancestros porque por eso estamos aquí. Además trabajé con artistas estupendos como Fernando Romero, Merche Esmeralda, Esperanza Fernández, Iván Melón Lewis, al piano, Miguel Ángel Cortés, Jesús Guerrero, Miguel Ortega, a la voz; un colectivo extraordinario. Un trabajo muy íntimo y casi de catarsis, de encontrarse con uno mismo, un espectáculo hermoso, bonito, ejemplo del recorrido que hemos hecho cada uno individualmente, pero eso, sin compartir no significa nada. Yo, cuando más feliz me siento es cuando comparto; lo mío ya me lo conozco y no me sorprende, lo que me gusta es compartir.

¿Algo puntual?

Sí, me dosifico, hago sólo aquellas cosas que realmente me gustan con la gente que me motiva, si no es así, prefiero no hacer nada. Me nutren los sentimientos y seguiré haciendo cosas cuando crea que tengo que hacerlo, con las personas que me apetezca, como decía, me dosifico, y llega un momento en el que uno tiene que desarrollar su energía en cosas concretas. No me he ido, pero tampoco he vuelto, no quiero tener una dependencia de escenario, porque ese espectáculo lo pensé para dirigir, pero luego me vi abocado a participar físicamente.

¿Dirigir o interpretar?

En esta etapa me siento más coherente dirigiendo, si bien es verdad que puedo ofrecer algunas pinceladas, que me enriquecen.

¿Cómo ve el panorama actual?

La verdad es que la situación no es como para ser optimistas, pero la resignación no puede estar nunca presente y tenemos que luchar desde todos los ámbitos y a la Administración obligarla a que reconozca la riqueza artística que tenemos en nuestro país. La resignación, jamás. Mientras haya energía tenemos que seguir luchando y reivindicando lo que es nuestra cultura.