María cumplió 100 años

G.G.
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Ana María García Guijarro celebró el aniversario en cama por una reciente rotura de cadera, y acompañada por algunos de sus familiares hizo gala de una buena memoria

Ana María García Guijarro, que nació en la calle Nueva de Tobarra, aunque su familia era de la pedanía de Aljubé, donde pasó su infancia y parte de su juventud, cumplió su primer siglo de vida, acompañada por parte de su familia (tiene dos hijos, seis nietos y dos biznietos).

En el mes de mayo de 1916, mientras las naciones luchaban en la primera Guerra Mundial, nació Ana María, del matrimonio conformado por Jesús García y Ángela Guijarro, que se trasladó desde  Aljubé a la calle Nueva de Tobarra, con dicho fin.

El día del centenario, Ana María lo celebró en cama por una reciente rotura de cadera, que no le permite levantarse, y dando muestras de su gran memoria, en la que almacena anécdotas e historias de su larga vida.

Se casó el 21 de marzo de 1942 con Rafael Espadas Higueras, con quien tuvo dos hijos, Jesús y Josefa, y se trasladó a vivir a Tobarra, trabajando él en la huerta, como peón o bracero y ella en su casa, cuidando de sus hijos.

Se da la circunstancia de que la centenaria, desde muy joven, sufría una importante miopía no tratada porque se negó a utilizar gafas y, prácticamente ciega, en sus últimos años caminaba por su casa y realizaba las faenas propias del hogar, incluso la comida, prácticamente sin ver casi nada.

En la actualidad, tras una operación de cataratas con la que obtuvo una mejoría visual pasajera, está completamente ciega pero, hasta hace poco, caminaba sin tropezar, porque conocía cada palmo de su casa. También sufre problemas de sordera, pero cuenta con una memoria excelente.

no fue a la escuela. Tanto ella como su marido, ya fallecido, no fueron a la escuela, pero cuenta su hija, Josefa, que «con el dinero y lo que valían las cosas, no había manera de engañarla, y mi padre se las arreglaba para hacer cuentas con granos de panizo».

Y en estos días en los que se están preparando las fiestas de la pedanía de Aljubé, a preguntas de su nieto, cuenta cómo se celebraban en sus tiempos mozos: «cuando llegaban las fiestas, en la noche previa a San Isidro, se preparaban  con mucha alegría, con volteo de campanas y disparo de cohetes, y se celebraba un baile, al que teníamos que ir acompañadas, el día del patrón se hacía Misa y procesión y también había baile por la noche, como al día siguiente, que llamábamos el de San Isidrete. Eran días en los que la juventud disfrutaba, aunque entonces no acudían puestos a vender como en las fiestas de Tobarra, a las que veníamos andando».

Las mozas tenían un truco para llegar a las fiestas de San Roque de Tobarra en buenas condiciones, tras caminar varios kilómetros, y era que andaban con el calzado viejo o las zapatillas y en las cercanías, «en la cuesta del Molino, en el puente donde bajaba el agua, y cuando regresábamos, nos quitábamos las nuevas y volvíamos a ponernos las viejas; y también las dejábamos en la fragua del Herrerete, pero era menos seguro, porque cuando queríamos volver podía estar cerrado y en el otro sitio estaban seguras».

Al respecto de su fecha de nacimiento, se cuenta la anécdota de que, como ocurría en muchas ocasiones, sus padres la registraron en el juzgado con bastante retraso, por lo que no constaba la fecha exacta por miedo a que les multaran, aunque ella siempre ha sabido el día exacto de su nacimiento, más allá de los papeles oficiales.

También cuenta su nuera que en una época, cuando acudía al médico, constaba (al parecer por un error en los datos), que tenía cuatro años más, y en 2012, ya le decían que había cumplido su primer siglo de vida.