Un firme Felipe demuestra que sí hay segundas partes buenas

P.J.G
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El novillero local, que volvió a vestirse de luces tras tres años y medio, firmó una actuación con mucha pureza, verdad y valentía

Segundas partes nunca fueron buenas. Ese es el dicho, pero como otros tantos, tiene la excepción que confirma la regla y esa excepción la protagonizó ayer Sergio Felipe, novillero local que volvió a vestirse de luces tres años y medio después y fue el gran protagonista de la novillada, incluso con viento en contra, materializó en el manso encierro de la casa Lozano. Sergio Felipe volvió y, por lo visto en el ruedo, lo hace para quedarse, porque esa firmeza y esa disposición no son flor de un día y el alcadoceño lo dejó patente, paseando la única oreja de la tarde, que pudo ser una salida en hombros si no se hubiera cerrado la puerta grande con los aceros. Si Sergio Felipe volvió, Toñete vivió su última novillada antes de doctorarse el sábado en Nimes. Seguro que no fue lo soñado, porque al madrileño le correspondió el peor lote de la infumable novillada y poco más que la disposición que puso pudo hacer. Completó la terna Francisco de Manuel, a quien correspondió el novillo más potable del encierro, el sexto, al que realizó una faena sin apreturas y sin mayor trascendencia.

Firmeza. Sergio Felipe fue el triunfador de la tarde. A todos sorprendió hace tres años y medio su adiós a los ruedos y a muchos su anunciado regreso y en una cita de tanta responsabilidad como la Feria de Albacete, gran escaparate taurino del mes de septiembre. Una incógnita por resolver que tuvo una rápida solución, que es, por lo visto en el ruedo, que Felipe vuelve para quedarse.

El segundo de su lote fue el verdadero termómetro, porque fue un toro manso y complicado y el novillero solventó la papeleta con nota. Brindó su muerte a su paisano Lorenzo Alfaro, que en estos años de ausencia en los ruedos es quien le abrió la puerta de su ganadería y, como se suele decir, de bien nacidos es ser agradecidos. Inició su labor doblándose por bajo, con gusto, para poder al manso de El Cortijillo, al que después sometió con firmeza, pureza y mucha verdad en su muleta. Una colada del novillo y un topetazo en el pecho no amilanaron al novillero, que, más en la distancia corta, arrancó los muletazos por ambos pitones, de uno en uno, porque el astado no permitía ligar. Se sucedieron las series, con mucha verdad, sobre todo en el toreo al natural. En pleno arrimón, fue prendido y pasó varios segundos en el aire, a merced del novillo y se libró milagrosamente de una cornada, aunque seguramente, desde arriba, el maestro Dámaso González, que ayer hubiera cumplidos años, le echó un capote. Se levantó tras la cogida con la misma firmeza y ya sólo faltaba ejecutar la suerte suprema para ganar una merecida puerta grande, pero pinchó dos veces antes de dejar una estocada y, aunque afloraron los pañuelos, la presidenta consideró que no eran suficientes para dar un apéndice al novillero local, aunque como decía el maestro Curro Romero, las orejas son despojos. 

Antes, con el que abrió plaza, ya dejó patente su disposición en el quite que realizó por tafalleras y gaoneras a su enemigo, un novillo soso y renqueante de los cuartos traseros. Tras brindar al público, realizó una faena bien planteada, en la que supo dar tiempo al mermado astado entre serie y serie para confeccionar una faena que fue a más ante un novillo que iba a menos. Mérito del espigado coletudo, que estuvo muy firme ya en la distancia corta y brillante en las bernadinas finales. La estocada final, en todo lo alto,  hizo rodar al toro y consiguió una merecida oreja.

Recuerden, se llama Sergio Felipe y es de Alcadozo.

El peor lote. Si Sergio Felipe volvió al escalafón novilleril, Toñete se despedía en Albacete antes de doctorarse dentro de unos días. Y no le acompañó la suerte al madrileño, porque le correspondió el peor lote del mal encierro de El Cortijillo, que no tendrá castigo si sigue la misma empresa el próximo año y volverá a anunciarse en una novillada, que para eso es un hierro de la casa de los empresarios. Porque ayer los novillos fueron la cruz y de ello bien que puede dar fe Toñete, ilusionado con su doctorado, pero también motivado ante su despedida del escalafón inferior, en la que no se le puede pedir más de lo que hizo, que fue poner voluntad e intentarlo, sobre todo con el primero de su lote, un verdadero marmolillo, suelto de salida, como los demás, pero eso va en el encaste Núñez, pero sin emplearse en el caballo y parado en banderillas, el panorama era poco esperanzador. Los temores se confirmaron cuando Toñete cogió la muleta y se dispuso a iniciar su faena, porque fue imposible hacer que el novillo pasase, ni por el pitón derecho ni por el izquierdo y los contadas veces que lo hizo fue topando. Con buen criterio, decidió abreviar el novillero y se fue a por la espada para pinchar antes de cobrar la estocada con la que despachó al astado.

Acosado, negro mulato de 438 kilos fue el último novillo al que se midió Toñete y tampoco quedará en el recuerdo del novillero, al igual que no lo hará en el del público presente en la plaza. Tuvo el detalle de acordarse del maestro Dámaso González y brindó al cielo, pero su buena intención se encargó de cargársela un novillo que tomó la muleta sin entrega, con la cara alta y calamocheando, topando más que embistiendo, ante lo que Toñete puso voluntad y entrega.

Completó la terna Francisco de Manuel, que se presentaba en esta plaza, y si bien poco se le pudo pedir ante el primero de su lote, que le dio una voltereta tras colarse, debido estar mejor con el que cerró plaza, el garbanzo blanco del encierro, con más movilidad y nobleza, pero el joven novillero realizó una faena sin apreturas, de ligar los muletazos en repetidas serias, pero sin profundidad ni calado alguno. Además, estuvo desacertado con los aceros.