La Roda CF lo consiguió (1-1)

Área 11
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El conjunto de Mario Simón obtuvo el punto que le faltaba para mantener la categoría tras un encuentro de nervios en el que se mostró superior a un Cartagena, que deberá jugar la promoción para no descender a Tercera División

La Roda CF se salvó por méritos propios, con esfuerzo, con garra y ante un equipo que tampoco le puso en muchos apuros. Los rodenses fueron mucho mejores y, pese al empate, merecieron más, aunque el premio final les hizo explotar por la metodología usada, cercana a los nervios y con aposento en la tensión.

El partido fue raro y, en el inicio, cuando La Roda despertó lo hizo con mucha cautela, expectantes, pero con los dientes afilados. Sin perder el norte, el equipo rodense embistió el balón con más criterio cuando lo dispuso, pero con menos posesión, infinitamente sin balón. Permitieron que los de casa, con la presión de las gradas, marcara los tiempos, que se sintiera cómodo, pero ni con esas. El peligro, con las sensaciones que le arrastran, tenía color rojo. Por eso los avisos, tocando a rebato, llegaban cuando conjugaban metros y contras, cuando pillaban a la zaga local desguarnecida, casi siempre tras errores de Luque, impreciso en el corte, y Robusté, cargado con tarjetas desde muy pronto. Antes había avisado Dani López, cuando no se habían cumplido los cinco minutos, ofreciendo la tarjeta de presentación al choque.

Hasta el ecuador de esta mitad no volvieron a saludar a Limones. Se atrincheraron alrededor de Salcedo jugando con muchas ayudas, muy juntos, sin espacios. Los de casa, con los nervios apurando el nudo en el cuello, no encontraban salida al crucigrama. Un remate de Chus Hevia, de falta directa, y alguna galopada por la banda de unos interiores con tanta velocidad como ineficacia en el pase. Poco en la balanza para desequilibrar una balanza desnivelada sólo por una defensa albaceteña que acumuló tarjetas en su línea de atrás. Con el paso de los minutos, el equipo de Simón se acomodó en el partido y ganó presencia en terreno rival. En cuanto pisaban campo contrario, desequilibraban ante la endeblez de un cuadro local incapaz de cumplir en las marcas. Además, los resultados le favorecían. Y el reloj, aliado entre la maraña de nervios que convivían con los cartageneros era un fiel escudero con poco más que presencia con el balón y remates a pelotas paradas, tras saques de esquina, un arma que les pudo dar resultado en un par de acciones al filo del descanso.

En la salida de la segunda mitad los que quisieron hacer jirones a la defensa contraria fueron los contrarios que, en apenas un minuto, avisaron de lo que le esperaba a los visitantes. Luque disparaba desde la frontal tras una mala decisión en la salida del balón. Habían adelantado líneas los de casa, tratando de hacerse con un espacio mucho más cerca de Salcedo.

Pero fue un espejismo porque en cuanto los de Mario Simón quisieron aparecer lo hicieron como habían acostumbrado, tratando bien el balón, apurando metros, tocando desde la creación para hacer sufrir, aunque fuera sin balón, a un Cartagena al que le costaba encontrarse. El partido para los de casa carecía de rendijas, de espacios, porque mordía La Roda con criterio, sin la pausa para contar hasta tres y pensar. A los visitantes les valía con que corriera el tiempo y que ellos no se perdieran en banalidades.

Un dato a favor eran, además, las estadísticas. Desde el inicio, y asistiendo al resto de choques, los rojos estaban salvados lo que les habilitaba una tranquilidad que les sostenía con más del guión que venían exponiendo. Pero cuando más tranquilas parecían ir las cosas en el argumento rodense llegó el gol local, como una piedra de hielo en el camino. Un defensor introducía en el palo corto de Salcedo un centro horizontal de Gato. Quedaban más de 20 minutos para, al menos, lograr las tablas, la salvación de los rojos.

Pero lejos de achicarse, el equipo de Mario Simón apuró sus armas y se hizo dueño del balón aumentando las revoluciones en campo contrario. Y, cinco minutos después, lograban las tablas en una jugada de estrategia. Dani López, de cabeza, se aprovechaba de un rechace del guardameta Limones para abrir un horizonte para los albaceteños.

Hasta el final del encuentro, los nervios protagonizaron el duelo. Para los de Mario Simón las cosas circulaban manteniendo el sitio, sin perder la intensidad y sabiendo apurar unas armas que dañaban en cuanto volvían a encontrar los metros que dejaban atrás los de casa, que abatían al ataque, pero sin un guión certero.