Cuando jugar con un perro es también terapia

I.M.
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Una psicóloga, Verónica Soler, y una adiestradora, Marisa Jaquero, ponen en marcha un taller novedoso que trabaja la inteligencia emocional infantil a través del cariño animal

Los niños interactúan con un perro. - Foto: V.S. / M.J./ J.M.E.

«El ser humano debe permanecer en contacto con la naturaleza a lo largo de toda su vida para poder mantener una buena salud mental». Con esta frase de Boris M. Levinson se anuncia el centro de psicología especializado en terapia asistida con perros, Ibel, de la psicóloga Verónica Soler y que resultó uno de los 12 finalistas que ha habido en los proyectos Sherpa 2014.

La terapia asistida por animales es una modalidad de tratamiento terapéutico en que un animal, que cumple determinados criterios, forma parte integral del procesos. Dirigida por una profesional del ámbito social o sanitario, tiene, en definitiva, como objetivo, mejorar el funcionamiento físico, social, emocional y cognitivo de las personas participantes en la terapia y se pueden realizar en grupo o de forma individualizada con una amplia variedad de colectivos. Aquí, precisamente en este último punto es en donde radica la novedad del proyecto de Verónica Soler, pues los beneficiarios de su terapia pueden ser adultos pero también los más pequeños de la casa gracias a un taller de inteligencia emocional en la que se trabaja desde la auotestima hasta la empatía pasando por todo tipo de emociones. Y se trabaja valiéndose del juego y con unos compañeros muy especiales, en este caso tres perras adiestradas en positivo, dos de Verónica Soler y la tercera de la adiestradora de perros, Marisa Jaquero, la representante de la otra empresa de esta aventura: Arrocan (educación canina).  

De momento de  este taller infantil únicamente se ha hecho una edición con seis sesiones que empezaron en noviembre y finalizaron el pasado mes con la asistencia de  ocho niños con edades comprendidas entre siete y 10 años; cuatro, no obstante, menos que el límite que se han establecido. La próxima cita será a finales de este mes e igualmente se tratará de sesiones cerradas.  El precio que tiene es de 70 euros, siendo las redes sociales y en particular sus respectivas páginas web los principales focos de promoción y de captación de clientela que tienen.

 Lo que ofertan no es ni más ni menos que un taller en los que se trabajará la inteligencia emocional de unos niños que, explica Soler, aunque en un principio parecen que no tienen ningún tipo de problema, si que los tienen. Estamos hablando, por ejemplo, de niños que tienen dificultades de relación con los demás o de expresarse, o que tienen muy poca autoestima y que necesitan, por lo tanto, de un refuerzo exterior con perros.

Y por qué con perros y no con otros animales, pues porque, indica Verónica Soler, en primer lugar son unos animales que motivan y mucho a los niños a la hora de asistir y en segundo lugar y no por ello menos importante porque «el niño puede aprender mucho gracias a la relación o vínculo que ha establecido con él, muchas más que si no estuviesen allí, y a los ejercicios que previamente se han  establecido con los perros del taller». En concreto con tres perras mestizas con «una alta sociabilidad, muy acostumbradas a estar con niños, a su manipulación, y con  una gran capacidad de respuesta ante cualquier estímulo que pueda surgir, como por ejemplo, que les tiren del rabo, ya que han sido entrenados para ello», dice, por su parte, Marisa Jaquero.

Lo que está claro es que en cada ejercicio interactúan los dos, si bien, el mayor o menor protagonismo de uno o de otro dependerá de lo que toca hacer, de manera que en unos el protagonista será el menor acercándose al perro y en otros casos, será el perro quien se acerque para que sea premiado  o simplemente acariciado, aunque por regla general los menores son las principales estrellas, por expresarlo de alguna forma.

Además si tenemos en cuenta que dos de ellas son unas cachorras  no hubo ningún problema como tampoco los hubo con la otra perra a pesar de que es más mayor. Sus nombres son Arya, Monet y Vera y las tres trabajaron conjuntamente pues siempre, matiza Soler, estaban presentes dos adultos, en este caso, Verónica y Marisa. Así estaban controlados desde un primer momento los niveles de estrés del perro y cuándo había que premiar su conducta, a la vez que se garantizaba que se iban a conseguir los beneficios de la terapia tanto los físicos, como sociales y psicológicos.

Beneficios. Algunos de los niños es cierto que en su familia tenían un perro como animal de compañía, pero también los había que no e incluso se dio la circunstancia de que uno de los participantes les tenía miedo por lo que toco quitárselo poco a poco y conforme él quería con el resultado final de que acabó abrazándolas. No obstante, sea para este niño como para el resto de los participantes, esta experiencia les ha supuesto potenciar su motricidad, mejorar sus habilidades sociales, facilitar una mejor expresión de sus emociones y ganar en seguridad. Y es que, explica Soler, algo tan sencillo como acariciar a un perro hace que te disminuya el estrés y la presión sanguínea o tenerle un amor incondicional fortalece nuestra autoestima.  En ello también ha influido que cada uno de los perros con los que se ha trabajado en el taller tienen una serie de habilidades a ofrecer, como taparse los ojos, girarse, entregar cosas, incluidas las fichas de un dominó, o recoger la pelota que previamente le habían tirado, pues el taller ante todo es un juego divertido para los niños y para los perros con una aceptación incondicional de los unos con los otros.  

El progreso de los niños empezó a verse a partir de la segunda sesión, quizás sea porque a las edades que tienen aprenden rápidamente, pero es que, además, su ilusión fue a más y de hecho más de uno se fue con la tristeza que les suponía dejar de ver a Arya, Monet y Vera. Y lo mismo pasó con los padres, los cuales, «sólo de ver los contentos que iban y estaban sus hijos, ellos también disfrutaron y bastante, al margen de que la mayoría de ellos vinieron a nosotras por las ganas que tenían de hacer o probar algo diferente. Asimismo cómo a más de uno les encantan los perros vieron el taller como una buena forma de trabajo».

El lugar en donde tuvo lugar el taller y tendrá lugar el próximo es en Factoría Perga; un centro coworking ubicado en la calle Alcalde Conangla, en horario de 18 a 19 horas durante seis martes.

No obstante, estos talleres es una de las diversas actividades que llevan a cabo tanto Verónica Soler como Marisa Jaquero.  Soler, psicóloga de profesión y que empezó con su empresa Ibel en febrero del pasado año y que vio en los Sherpa una buena opción para formarse y asesorarse en términos empresariales, hace igualmente terapia individual con adultos con su perra y está a la espera de dar el salto a la terapia con perros en residencias de la tercera edad con un taller en grupo y en el que igualmente se contará con la colaboración de la educadora canina y técnico de Medioambiente, Marisa Jaquero. Marisa Jaquero, por su parte, además de adiestradora  desde hace tres años con Arrocan en la capital  trabaja, por un lado, en Zocoproducciones en Madrid y sus perras han intervenido en anuncios y proyecciones audiovisuales de lo más variados (en breve, por ejemplo, se va a poder ver en la televisión una serie de ocho capítulos con Antonio Resines y en la que una de sus protagonistas es su perra Vera, que también aparecerá en el nuevo anuncio de Coca-Cola) y por otro, con Avifauna trabaja en la búsqueda con perros de cadáveres de pájaros en parques eólicos y tendidos eléctricos.

El vínculo de unión, no obstante, entre ambas vino a raíz de que Verónica empezase a entrenar a su perra.

Con respecto a las otras protagonistas de este taller, las perras, indicar que Arya forma parte de una camada cuyos dueños los regalaban por internet y que fue adoptada por Verónica Soler. A Monet, Verónica se la encontró en la calle y a Vera, por su parte, se la encontró Marisa Jaquero abandonada en un pueblo de la provincia, en el interior de una alcantarilla.