Quique González: «En este disco aparece la pérdida, pero no hay regodeo en el dolor»

V.M.
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El cantautor madrileño ofrece hoy un concierto en el Teatro Circo, donde presentará en directo su último diso, 'Me mata si me necesitas'

La última gira de Quique González pasará hoy de nuevo por Albacete, concretamente  por un escenario que, según él mismo confiesa, atrapa: el Teatro Circo (a las nueve de la noche). El cantante regresa con nuevo disco bajo el brazo, Me mata si me necesitas, un álbum que la crítica ha calificado de «vital y luminoso» y resume a la perfección el sonido acuñado por el trovador madrileño.

Vuelve al coliseo albacetense dos años después de presentar Delantera mítica, ¿un escenario mágico para usted?

Me gusta mucho este tipo de teatros, reconozco que es uno de mis sitios favoritos, muy adecuado para escuchar nuestra música. Guardo muy buen recuerdo del concierto de la gira de Delantera mítica y también me acuerdo perfectamente de mi primer concierto en Albacete, una sala que tenía un piano y donde hacían sesiones de jazz (Nido de Arte)... allí por cierto conocí a Raúl Cimas.

¿Podría calificarse este nuevo disco como un viaje emocional?

Sí, creo que está bien definido como viaje emocional. En cualquier caso siempre es así, porque mis canciones van en paralelo a mi vida, a las cosas que me pasan: alegrías, pérdidas, emociones... Ante todo es un disco grupal, de una banda, Los Detectives,  que se formó con Delantera mítica  y que, tras reunirnos con Ricky Falkner para grabar un par de canciones, con la idea de trasladar la magia del directo al estudio, quedamos tan contentos que decidimos emprender la aventura de hacer un disco juntos, con temas que yo había escrito durante esa gira.

La química conseguida con su actual banda, Los Detectives, se palpa sobre el escenario, ¿es una de las notas más destacables de la gira?

Por supuesto, aparte del tema musical hay una camaradería increíble y mucho amor, comprensión e implicación entre todos, algo que también se palpa en los discos y en el directo. Conmigo sobre el escenario están Eduardo Ortega, que toca varios instrumentos (guitarra acústica, eléctrica, violín, mandolina y pedal steel); Eduardo Olmedo en la batería; Alejandro Climent al bajo; David Chuches detrás del piano y el Hammond; Nina Morgan, que canta y hace coros; y Pepo López, en las guitarras.

En algunos textos alude a la amargura de la pérdida, a la necesidad de encajar las derrotas, no obstante el tono dominante es más optimista que en anteriores trabajos, ¿no cree?

Sí, aunque en este disco aparece la pérdida, no hay regodeo en el dolor, tiene más ese espíritu de tirar hacia adelante pese a todo, encajando con deportividad los golpes de la vida, que una atmósfera depresiva; en esa mezcla entre tragedia y alegría, entre esos dos mundos, están escritas todas las canciones.

También hay menos cabida para la denuncia social, ¿por qué?

Es verdad, quizás porque en Delantera mítica había más una visión hacia afuera de lo que estaba ocurriendo en esos momentos, era un disco más ácido, menos intimista que éste.

Musicalmente hablando su carrera oscila entre el rock, el blues, country, el folk e incluso el soul, ¿cómo agita esa coctelera?

No es algo consciente, todos los estilos de los que hablas me gustan muchísimo e intento introducirlos de una forma natural en las composiciones, sin que suene a algo impostado. También mis ídolos, mis héroes musicales lo han hecho: Bob Dylan, Tom Petty, Van Morrison, José Ignacio Lapido, Eric Clapton, Stephen Stills... al final uno quiere llegar a hacer música que emocione a alguien de la misma manera que a uno le emociona la música de esa gente.

En cualquier caso, parece que se siente especialmente cómodo en el sonido country rock...

No lo sé, me gusta mucho ese estilo de música, lo he escuchado desde muy joven y es un género que se presta mucho a contar pequeñas historias.

El sencillo Se estrechan en el corazón, ¿muestra los múltiples matices de su música?

Es una canción muy sencilla, de las más directas del disco, creo que, en definitiva, todo el trabajo  refleja muchos estilos y tipos de canciones, aunque quizás en éste todo está como más condensado.

Hay también un tema de una gran intensidad que pone fin al trabajo, La casa de mis padres, ¿cómo se gestó?

De todas las canciones que he escrito es de mis favoritas y tuve que rascar bastante por dentro para sacarla adelante, de hecho me llevo 22 horas terminar las dos  últimas estrofas.  Perdí a mi padre el año pasado, había perdido a mi madre con 18 años y el hecho de quedarte sin esos referentes te hace ver la vida de otra manera, como si cambiases de superficie, por eso quería despedirme de ellos con esa visión de una casa deshabitada, donde se mezclan recuerdos felices y momentos de convivencia y cariño.

No suele tener pelos en la lengua a la hora de arremeter contra la política cultural de los últimos gobiernos, ¿todo sigue igual?

El siempre acertado y enfadado, justificadamente, Javier Marías abordaba esto en una columna de El País Semanal.  Vivimos en un país en donde la cultura está perseguida directamente, para la derecha siempre hemos sido unos apestados y para el PSOE una herramienta de cara a sus votantes, aunque realmente nunca han valorado la importancia que tiene, sólo les importa la cultura para dar premios y salir en la puta foto.  Vivimos en un país donde los menores de 18 años no pueden entrar a un concierto,  es algo casi fascista, y que ha pasado con la piratería, tanto que miramos a Europa, es un escándalo.