«Yo soy al que no quieren ver ahí arriba»

Javier D. Bazaga/ Países Bajos
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Juan Francisco Martínez-Tebar es el albaceteño responsable de supervisar la calidad de las estructuras que soportarán los aerogeneradores del que será el parque eólico marino más grande del mundo, en el Mar del Norte

Juan Francisco Martínez-Tebar trabaja en el puerto de Vlissingen, un enclave situado en la costa sur de los Países Bajos. Allí lleva desde el mes de febrero como responsable de calidad de producto. Es el encargado de supervisar las estructuras, llamadas jackets, que soportarán los 102 aerogeneradores del que será el parque eólico marino más grande del mundo.

Iberdrola construye este complejo en el Mar del Norte, en un punto situado a 57 kilómetros de la costa de Inglaterra y a 116 de la costa de Holanda. Es el East Anglia One que tendrá una extensión de 300 km2, el equivalente a 30.000 campos de fútbol, y tendrá capacidad para generar 714 megavatios (MW) de potencia gracias a las turbinas de 7MW, las más grandes que existen en estos momentos en el mercado.

Martínez-Tebar, de 37 años, es el responsable de detectar los defectos de fabricación o desperfectos que puedan haberse ocasionado en el transporte de esas estructuras tubulares de 65,5 de altura, y que más tarde serán instaladas sobre pilotes en el fondo del mar, a unos 40 o 50 metros de profundidad. «Yo soy al que no quieren ver ahí arriba», bromea este ingeniero albaceteño debajo de estas inmensas torres de 900 toneladas.

Es el único español en el pequeño equipo que trabaja en el puerto donde se almacenan 40 de estas jackets y al que están a punto de llegar otras cuatro procedentes de Ferrol. El idioma que se habla allí es el inglés, que ha tenido que aprender «a la fuerza, a base de practicarlo».

Comenzó su trayectoria profesional en Albacete «en la campa de Gamesa en el polígono de Romica», gracias a un amigo que le dijo que buscaban a alguien con su perfil. «Lo mío fue amor a primera vista». Así explica cómo acabó dedicándose a este mundo de las energías renovables cuando eran solo «ideas de unos locos».

Cuenta la anécdota con la que se impresionó por primera vez en este enclave y tenía que recepcionar unas palas para unos aerogeneradores, y le llamaron diciendo que el camión no podía girar en una curva. Se acercó a comprobar la maniobra y se quedó asombrado al ver aquellas palas de 45 metros. Aquello fue en el año 2008, hoy las palas que están manejando tienen 75 metros de longitud.

Al poco decidió dar el salto y aceptó la oferta de Iberdrola, donde está ahora, para dirigir una campa en la provincia de León. «Tuve muchas dudas, hasta mi madre me decía que si lo había pensado bien», pero tomó la decisión convencido de que en Iberdrola podría crecer profesionalmente en otras áreas de trabajo, como así ha sido.

Hoy es responsable de una parte fundamental en la construcción de un parque eólico marino que plantea muchos retos técnicos y de innovación. Cuando entre en funcionamiento en 2020, según está previsto, este parque podrá abastecer de electricidad a más de 600.000 hogares británicos, «puede dar electricidad a toda la provincia de Albacete y a un poquito de Cuenca», compara sonriendo.

En Holanda lleva desde el mes de febrero, pero antes ha hecho trabajos similares en México o Kenia. «Lo peor es estar lejos de la familia, es lo más difícil», cuenta. Tiene mujer, leonesa, y dos hijos pequeños, de cinco y dos años. Intenta volver una vez al mes para estar con la familia y, aunque ahora resida en León, se lleva a su ciudad natal allá donde va.