Tollos: Tesoros de la biodiversidad

Ana Martínez
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Un grupo de vecinos de La Manchuela elabora un documental para dar a conocer el gran valor ecológico de estas formaciones naturales, propias de la comarca

El cañón del Júcar y de su principal afluente, el río Cabriel, son responsables de prehistóricas formaciones conocidas como tollos, impresionantes monumentos formados por rocas, agua y plantas, que encierran un alto valor ecológico y que se encuentran únicamente en la comarca de La Manchuela.

La riqueza de la biodiversidad que presentan los tollos y la necesidad de reivindicar una fórmula de protección llevó a los profesores Rafael Molina y Gregorio López a realizar un inventario en la comarca. La sorpresa fue descubrir y catalogar 86 tollos en toda La Manchuela, cuando los vecinos pensaban que no había más de 35. «Esto nos hizo concluir que ni en La Manchuela se conocían los tollos existentes, por lo que decidimos grabar y editar un documental», explica el biólogo Rafael Molina.

Sin apoyo económico y con un pequeño equipo de cámaras, el rodaje se centró en la grabación de aquellos tollos con más carga estética, con el objetivo de darlos a conocer a toda una comarca cuya historia ha estado intrínsecamente relacionada con el agua de los ríos que la atraviesan. Sin embargo, la progresiva desaparición de muchas profesiones ligadas al entorno natural y de quiénes las realizaban desembocó en un completo desconocimiento de la existencia de estos tollos en La Manchuela.

Con una hora de duración, el documental titulado Tollos y fuentes naturales de La Manchuela no sólo refleja la idiosincrasia de estas formaciones originales y exclusivas de este territorio, sino que aprovecha la filmación para poner en valor el patrimonio etnográfico, musical, botánico, natural y antropológico de La Manchuela. Es así como adquieren protagonismo veteranas profesiones ligadas al campo y los cultivos como el pastor José Antonio El Chusco, el herrero Andrés Ponce y hasta una vecina de Villatoya, llamada María Chicano, que recuerda cómo confeccionó el primer manto para la imagen de la Virgen.

No podía faltar el experto en tradiciones y pitero de Iniesta, Javier Cuéllar, que explica la relación que siempre ha tenido la música tradicional con todos los momentos de la vida, desde la niñez hasta la madurez. El relato más teórico sobre los tollos viene de la mano de los profesores Gregorio López y Rafael Molina. Es el primero el encargado de explicar la importancia que históricamente ha tenido para La Manchuela la interrelación de las aguas subterráneas y superficiales, gracias al Júcar y al Cabriel, pero también a otros ríos menos significativos como el Valdemembra, el arroyo de Ledaña o el de Abengibre. Cuando el agua de lluvia se filtra en la llanura, allí donde los cauces de estos ríos cortan el terreno es dónde se producen los impresionantes manantiales, fuentes naturales y tollos de La Manchuela.

Los expertos reconocen la presencia en esta comarca de tollos de regato o reguero, que son los que tienen agua permanente, y de tollos fontanales  en los que nace un manantial y, mayoritariamente, tienen una laguna. También han reconocido tollos secos, cuya humedad ha desaparecido como consecuencia del descenso de los niveles freáticos.

Los caprichos del agua. De «efímero» califica el biólogo Rafael Molina estos tollos si se comparan con el tiempo geológico.  Es el agua quien los demuele, y es el agua el que crea otros nuevos. Es así como el paisaje de La Manchuela, en su vertiente ribereña, no es estático, sino dinámico: «El agua lo va conformando caprichosamente; ella es la que aporta la riqueza de la biodiversidad que atesoran», enfatiza.

Una biodiversidad formada por dos tipos de vegetación, una ligada al agua muy frágil por su angostura, y otra localizada en las laderas que recubren la oquedad del tollo y que está poblada de monte mediterráneo como pino, coscoja, aliaga, romero, brezo..., especies que junto al enebro y a la sabina forman un tapiz vegetal leñoso de increíble belleza.

Nutrias, cangrejos, lagartijas, murciélagos, ratas... Margarita Melgoso, técnico en Medio Ambiente, habla de la calidad y transparencia de las aguas de los tollos, aguas que tienen bajos niveles de oxígeno disuelto, «lo cual hace que no haya organismos sensibles como peces», apunta. No obstante, estas formaciones naturales reciben otros animales para habitar, abrevar o refugiarse, aves y mamíferos incluso catalogados de interés especial, así como anfibios y reptiles.

La principal amenaza que se cierne sobre esta riqueza ambiental son los pronunciados descensos de los caudales. Gregorio López recuerda cómo las personas mayores de La Manchuela hablan de tiempos pasados en los que había fuentes naturales muy «potentes» que llegaban a tener caños «como el astil de una azada». La caída de las precipitaciones en un 10-15% ha provocado que, con el paso de los años, alrededor de un 90% de las fuentes y manantiales de La Manchuela se hayan evaporado.

La visión ecologista. El documental incluye también el punto de vista de ecologistas y defensores del medio ambiente. Desde Accem denuncian la aniquilación del bosque mediterráneo por la invasión de pinos y cómo las grandes extracciones de agua subterránea realizadas para regadío en los últimos 40 años también están provocando la sequía de estas fuentes naturales.

Quinciano Borja habla de la soberanía, de cómo la tierra y el agua están cada vez en menos manos, de cómo las semillas deberían ser un patrimonio irrenunciable y de cómo los sabios, los campesinos, han sabido mantener y aprovechar los recursos naturales desde el respeto y el apoyo mutuo.

Tiene puestas sus esperanzas en los nuevos movimientos de personas que están retornando al mundo rural, esas a las que no les da vergüenza llevar boina y beber en botijo, las que reivindican sus orígenes y recuperan antiguas casas y aldeas. Son movimientos sociales campesinos muy reivindicativos que abogan por la soberanía alimentaria y una relación respetuosa con su entorno.

Echa mano de su memoria para hablar del uso de los tollos húmedos, cuya agua se utilizaba para el riego de pequeñas parcelas, a condición de que el almacén de agua quedara por encima de la tierra de cultivo. Si no era así, el agricultor tenía que hacer un azud artificial para que el agua llegara a sus huertas. Los ganaderos hacían uso de los tollos secos para el refugio de sus escuetos rebaños. Para ello realizaban pequeñas adaptaciones del tollo con ramajes, maderas o piedras.

El trabajo audiovisual no podría terminar de otra manera:reivindicando la singularidad de los tollos de La Manchuela y agradeciendo su inaccesibilidad para garantizar la conservación de un entorno salvaje, nada modificado por la acción humana. «El futuro -concluye Gregorio López- puede ser halagüeño porque los tollos están en lugares inhóspitos, poco o nada visitados por la gente;lo importante es que permanezcan lo más ocultos posible para evitar visitas masivas».

El punto final lo pone Rafael Molina reclamando medidas de protección que garanticen estos elementos «esenciales y originales» propios de La Manchuela. Y propone varias fórmulas como la declaración de parque natural, lugar de interés comunitario o zona de especial protección de aves (Zepa), clasificaciones que gestiona la comunidad autónoma. Otra posibilidad sería declarar los tollos Reserva de la Biosfera, reconocimiento que depende de la Unesco.