El hospital roza las 1.400 consultas diarias en su 30 cumpleaños

MAITE MARTÍNEZ BLANCO
-

La apertura del centro transformó la atención sanitaria en Albacete, «actuó como un faro, atrajo a nuevos profesionales cualificados y se ganó en cantidad y calidad», subraya el doctor Zorita, su primer director

Hace 30 años y un día que el hospital de Albacete recibió a los primeros enfermos. El edificio hoy sigue en pie, a pleno rendimiento, aunque clama por una reforma y ampliación que se llegó a comenzar, pero que la crisis paralizó hace tres años.

El día a día del hospital es hoy intenso. Si hace tres décadas a urgencias acudían al día una media de 134 pacientes, hoy rondan los 400. Si en 1985 se atendían unas 200 consultas diarias, hoy entre primeras citas, revisiones y consultas de alta resolución al día se ven unos 1.400 pacientes. En sus quirófanos se anestesian e intervienen una media de 43 enfermos diarios entre las urgencias y las cirugías programadas, cuando hace 30 años el promedio era de 16 operaciones al día.

El número de pacientes hospitalizados ha pasado de los 51 diarios a los 68, pero hay que tener en cuenta que hoy funcionan en la provincia tres hospitales que hace 30 años no existían: Hellín, Almansa y Villarrobledo, además del Perpetuo Socorro abierto a la vez.

FALTA ESPACIO. Quienes trabajan en la casa coinciden en que el hospital se ha quedado pequeño, obsoleto e incómodo. «Cuando se inauguró era un edificio moderno, impecable, ahora está masificado, se ha quedado pequeño, debería haber dos camas como máximo por habitación», opina Fernando Gómez Bermejo, oftalmólogo, que recuerda muy bien la apertura de aquel flamante hospital hace 30 años, su hija nació dos días antes de aquel evento.

Este oftalmólogo, a la sazón presidente del Colegio de Médicos de Albacete, es claro en su opinión: «lo ideal es hacer un hospital nuevo, bien dotado, a las afueras de la ciudad cuando haya presupuesto, pero sin cerrar el actual que puede quedarse como geriátrico, para salud mental...», declara el doctor Gómez Bermejo quien considera un error haber construido hospitales comarcales en Almansa y Villarrobledo en lugar de edificar un nuevo gran hospital provincial. «Se hicieron por razones políticas, inaugurados de prisa y corriendo porque había elecciones, mal dotados de personal, aunque no de medios tecnológicos», apostilla.

En los años del festín económico se reformó urgencias y también el área de Pediatría, pero la gran modernización de este centro no se proyectó hasta el 2010, cuando la economía ya renqueaba y en las arcas públicas escaseaban los euros. El llamado Plan Director era más que ambicioso, el CAS se demolería para dejar espacio a dos nuevos edificios, uno para Salud Mental y otro Materno-Infantil, que permitirían ampliar en 36.000 metros cuadrados el complejo. El actual hospital, además, sería renovado al completo. Sus promotores insistían en que con esta renovación y ampliación, el hospital ganaría otros 30 años de vida.

La obra comenzó. Iba a costar 72 millones de euros y seis años de trabajo. Se empezó por construir un parking de casi 200 plazas, un subterráneo que está casi terminado pero que no se ha llegado a abrir al público. El cambio de gobierno que propiciaron las elecciones de 2011 llevó al nuevo ejecutivo del PP a paralizar toda obra pública, no había dinero, alegaron los responsables. Tres años después, aquel vallado provisional que protegía unas obras que debían estar acabadas sigue ahí y poco se sabe sobre qué pasará con ese proyecto.

El presupuesto autonómico de este año prevé una partida de 900.000 euros. Si con ese dinero se terminará el aparcamiento que se dejó a medias o se revisará el proyecto para retomar la reforma es algo que aún se desconoce.

10 AÑOS CERRADO. La historia parece repetirse. La gestación de este edificio hace ya varias décadas tampoco fue fácil. La Diputación de Albacete, heredera de la sanidad de beneficencia y tutora de una vieja institución que durante siglos funcionó en la ciudad, el hospital de San Julián, -que primero estuvo en el Altozano, después donde ahora está el actual Ayuntamiento y finalmente en una parcela contigua al actual hospital-, encargó en 1970 al arquitecto Antonio Escario el diseño de un nuevo edificio que sustituyera al que entonces estaba funcionando en no muy buenas condiciones.

El primero de mayo de 1971 se colocó la primera piedra de lo que terminaría siendo el Hospital General de Albacete, no sin múltiples avatares. La obra se prolongó casi cinco años y costó 361 millones de pesetas. En 1975 el nuevo hospital estaba construido, pero la Diputación se declaró incapaz de asumir los gastos de su funcionamiento. Son años complejos políticamente, de profundos cambios en la política sanitaria. El Ministerio de Sanidad y el Insalud acaban de crearse. El tira y afloja entre los políticos provinciales y Madrid se prolonga una década.

El 22 de marzo de 1979 al fin entran en servicio consultas externas. La apertura del resto se demoraría aún seis años más. En 1980 el Insalud se hace cargo del edificio y dos años después se demolería el viejo hospital de San Julián para construir el CAS.

La apertura de este hospital provincial despertó grandes expectativas en los albaceteños y también en los sanitarios, en especial entre los que trabajaban en lo que entonces se llamaba Residencia del Seguro Obligatorio, que echó el cierre con la puesta en marcha del nuevo hospital. Una década más tarde, tras una profunda remodelación, reabrió sus puertas transformada en el Hospital Perpetuo Socorro.

«La residencia se había quedado pequeña, nos veíamos ahogados en un edificio que se había quedado anticuado y pequeño, sin medios materiales y humanos para ejercer la medicina del momento», rememora ahora el doctor Zorita, un neurólogo salmantino, formado en EE UU, que había llegado a Albacete en 1974 para ejercer como médico y que dirigió la residencia entre 1982 y 1985. Durante unos meses estuvo al frente del nuevo hospital.

Aquella residencia contaba con un laboratorio, un servicio de Rayos X y poco más. «La práctica de la medicina era dura y difícil en Albacete entonces», confiesa el doctor Zorita, que no olvida que muchos pacientes pedían el traslado a otras ciudades con hospitales mejor dotados. Las derivaciones a Madrid «eran el pan nuestro de cada día» y no muchos médicos querían venir a Albacete donde además los contratos que se ofrecían eran escasos.

La apertura del nuevo hospital en abril de 1985 cambió este triste panorama. «El hospital actuó como un faro, atrajo a médicos, profesionales cualificados, y en cuatro o cinco años la residencia y el hospital no tenían nada que ver, el cambio fue radical, no sólo en números sino en calidad», resalta este neurólogo que ha ejercido toda su carrera en Albacete, en este hospital, hasta que hace tres años se jubiló.

EL PRIMER TAC. «Aunque ahora el hospital se ha quedado pequeño y es incómodo», dice el doctor Zorita, recuerda que hace 30 años su apertura supuso un gran paso adelante. Los avances tecnológicos fueron llegando. En 1986 se instaló el primer TAC craneal y los enfermos de Albacete se olvidaron de sortear la burocracia para poder ser admitidos en Alicante «las dilaciones eran tales, que a menudo cuando llegaban era tarde», se lamenta hoy el neurólogo.

Nuevos servicios se fueron incorporando, en 1987 se abrieron las consultas de alergología y dermatología, ese mismo año el hospital empezó a ofrecer cirugía vascular y al año siguiente se creó oncología. Los pacientes de diálisis al fin tuvieron que dejar de viajar tres veces en semana a Alicante y el hospital empezó a ofrecer neurocirugía, lo que puso punto y final con los desplazamientos a Murcia para operarse.

«Como un goteo, quizás más lento de lo que hubiésemos querido los médicos, pero se cambió por completo la práctica de la medicina en Albacete». Todo un hito.