Aproximadamente el 15% de las personas infectadas por el VIH no siguen ningún tratamiento. Así lo asegura la coordinadora de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete (CHUA), Elisa Martínez Alfaro.

Eso ha provocado que el número de personas que reciben tratamiento haya descendido también notablemente. «Aproximadamente en el CHUA se está dando tratamiento a unas 300 personas de media, aunque hay pacientes que se van y otros que vienen. El año pasado eran unos 350. Esta bajada se debe a que hemos dado de baja a los pacientes que llevaban más de un año sin hacerse el seguimiento y los 300 que tenemos son los pacientes activos; es decir, los que no se han trasladado y vienen regularmente a hacerse los controles».

Aunque no es un porcentaje elevado, Martínez muestra su preocupación por la salud de estos pacientes. «Para una persona que está infectada del VIH es peligroso no hacerse este tipo de controles, porque puede repercutir muy desfavorablemente en su salud, porque esta es una enfermedad que sin tratamiento es mortal a largo plazo».

Sin embargo, hay un problema añadido y es que estas personas que no se tratan, pueden infectar a otras. «Es perjudicial para la sociedad en general, porque estas personas sin tratamiento son las que transmiten la infección al resto de parejas sexuales o de los compañeros con los que comparten droga. Son los que están manteniendo la epidemia de la enfermedad».

En este sentido, la coordinadora de enfermedades infecciosas afirma que dentro de ese 15% encontramos tanto a personas que han dejado de tomar el tratamiento, como a individuos que desconocen que están infectados.

Martínez recordaba además que las personas que siguen un tratamiento regularmente pueden llevar una vida totalmente normal. «El 95% de los pacientes que tratamos tienen una carga viral indetectable, controlada, por tanto, no trasmiten el sida, no sufren la enfermedad y llevan una vida normal, sólo la contagian los que no están tratados, ni controlados».

Esto se debe, en gran medida, a las mejoras que han experimentado los tratamientos. «Hay muchos tratamientos muy buenos, muy poco tóxicos, se ha avanzado mucho en el tratamiento del VIH y realmente son muy potentes, muy eficaces, con lo cual, la gente que toma la medicación y la toma bien, no tiene problemas».

Y es que hace tres décadas, las cosas no eran así. «Los tratamientos han cambiado mucho en los últimos 30 años. Los primeros tratamientos eran muy complicados, con muchas pastillas, muchas veces al día, con medicamentos que se toleraban mal y que producían muchas nauseas y diarreas. Actualmente hay terapias de una sola pastilla al día, que tienen una toxicidad muy pequeñita».

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