Molina, Felipe y Adriano abren la puerta grande

P.B.
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Los tres toreros que formaban el cartel se repartieron siete orejas en una tarde destacable también por tratarse de la corrida en la que por fin tomó la alternativa el diestro alcadoceño

Los tres toreros salieron en hombros al final del festejo celebrado en Villarrobledo. - Foto: P.B.

Con medio tendido cubierto, se celebró este Domingo de Ramos una corrida de toros que suponía la entrada en el escalafón de matadores de toros de Sergio Felipe, número 70 de Albacete y primero de la historia de Alcadozo, una alternativa soñada por el torero albacetense, que se materializó en la tarde de ayer. Tarde agradable, que se fue volviendo fresca, pero que mantuvo el calor en los tendidos por la actitud de los toreros. Se lidiaron seis toros con el hierro de Voltalegre, bien presentados, y con juego desigual, para el francés Adriano y los albacetenses Molina y Sergio Felipe. Corrida fuera de las fechas habituales de Villarrobledo, pero que suponía la vuelta de los toros a la ciudad tras más de un año sin toros por distintos motivos. También se daba la circunstancia de que un albacetense fuese el testigo de la alternativa de un paisano, lo que suponía un aliciente añadido para la Tauromaquia de la provincia.

Abrió plaza un toro bien presentado al que Sergio Felipe recibió con verónicas templadas, quitando por gaoneras muy ajustadas. Tras la ceremonia de cambio de trastos, comenzó toreando en redondo templado y molestado por el viento, pero el toricantano se hizo con la situación a base de mando y firmeza, estirando del animal, que aunque se entregaba, tampoco quería series largas. Al natural se pudieron ver tandas por abajo, con mando, temple y ligazón. Faena compacta, de buen toreo y adornada con tecnica y clase. Faltaba la estocada y se volcó en ella, cobrando una estocada hasta el puño y arriba, lo que valió dos orejas.

El sexto tuvo muchas complicaciones, un toro alto con la embestida siempre por arriba. Lo recibió con tres faroles en el tercio y una larga,  llegando el de Voltalegre embistiendo con poca clase, pero se encontró con un torero muy firme, aguantando los pitones cerca de la cintura, sin perder la compostura, una firmeza y  valor impropio de un torero con pocos festejos,  pero con el ánimo muy compacto y valor del bueno,  no de grito y miradas al tendido, sino seco y verdadero,. La faena tuvo mucha compostura y además del valor, también se compuso de técnica, terrenos apropiados y distancias precisas. La espada no entró a la primera y lo que podían haber sido dos orejas, quedó en una, llevándose tres orejas en el esportón el dia de su alternativa 

Adriano tuvo delante un toro al que costaba pasar, con el viaje corto, agarrado al suelo y que no dejó confiarse al torero, que le perdía pasos entre los muletazos para quedarse colocado. Faena con altibajos, destacando algunos pasajes al natural. Lo mató de estocada baja de efecto muy rápido y cortó una oreja.

Con el cuarto, al que Palomo colocó un gran par de banderillas, se pudo ver a un Adriano más confiado, aunque el toro tuvo un recorrido corto, llegando a embestir con largura en una serie en redondo, cuando el torero francés estiró del de Voltalegre. Se hizo con el tendido en las cercanías, con circulares y otros recursos. Lo mató al segundo intento y cortó otra oreja que le abrió la puerta grande. 

Un pitón partido. El tercero de la tarde, un jabonero sucio, salió con brío de chiqueros, pero en el encontronazo con el caballo se partió el pitón izquierdo y dolido de los cuartos delanteros, de lo que se fue recuperando, pero quedó rebrincado por el izquierdo. Con la mano derecha lo templó suave y se desplazó con franqueza y largura, en los primeros compases del trasteo. Tuvo que echar mano de las cercanías para poder pasarlo, llegando al tendido con fuerza, pero se atascó con la espada y recogió una ovación tras el arrastre. 

El que hizo quinto llegó brusco a la muleta, lo que ya anunció en banderillas. La faena  de Molina derrochó seriedad y firmeza, porque no era fácil estar delante. Muy irregular en la embestida, tragándose el primero y quedándose en los muslos al siguiente, debiendo tragar y mandarle para guiar la embestida. Faena de gran mérito, con cabeza, valor y sitio, mostrando su entrega con la espada, resultando cogido con un golpe en el costado. Fue premiada su entrega con las dos orejas. Tras la corrida, se le sometió a un reconocimiento médico pendiente de estudio radiológico, pero lo cierto fue que la cogida tuvo espectacularidad y parecía algo gordo, que gracias a Dios parece menos grave.