Sinopsis oficial
Ubicada en el trepidante mundo del Distrito de Diamantes de la ciudad de Nueva York. Howard es un encantador distribuidor de joyas que no puede evitar vivir su vida al límite a través de una insensata adicción al juego, a las drogas y a las mujeres. Pero cuando se encuentra en posesión de un diamante ópalo negro de 600 quilates, Howard tiene finalmente la oportunidad de cambiar su vida de una vez por todas, solo si logra mantenerse con vida y mantener el diamante más raro del mundo en su poder.
La crítica -
Por Juana Samanes
Acostumbrados a contemplar al actor Adam Sandler en comedias, la mayor parte de ellas de argumento simplón y de gags pueriles, se hace extraño verle protagonizar un largometraje duro y violento donde el drama familiar y el cine negro se dan la mano. No hace nada mal ese salto mortal donde cambia de registro interpretativo.
Howard es un liante distribuidor de joyas que vive siempre al límite, en la cuerda floja, debido a su adicción al juego, a las drogas y a su talante mujeriego. No obstante cree que su suerte puede cambiar cuando compra un extraño diamante ópalo negro de 600 quilates, del que se encapricha una estrella del baloncesto, y con el que Howard pretende enriquecerse.
Observando la prometedora pero corta carrera de los jóvenes hermanos Safdie, Benny y Josh, se observa una querencia de estos directores por la tramas delictivas y los personajes oscuros, mientras coinciden con Woody Allen en situar como escenario principal de sus películas la ciudad de Nueva York. Así, este largometraje transcurre en el distrito de los diamantes de la ciudad de los rascacielos, donde los joyeros judíos son mayoría. Aunque posiblemente la característica que mejor defina el estilo de los cineastas sea su facilidad para mantener la tensión mediante un ritmo enloquecido.
Historia de un antihéroe buscavidas, que vive de forma frenética y ha hecho de la mentira su “modus operandi”, su argumento nos presenta a personajes que viven al margen de la ley, mientras recuerda las raíces judías de los directores dedicando un breve trazo a la importancia que conceden a los lazos familiares y, de paso, cómo el tomar a la ligera esas costumbres convierten al protagonista en todo un paria para su gente.
Con un arranque que nos recuerda a Diamantes de sangre, el arranque pone sobre el tapete las diferencias entre el Primer y Tercer mundo: el supuestamente “civilizado” disfruta de la belleza de las piedras preciosas y las atesora mientras que, para los ciudadanos de las zonas más empobrecidas, suponen sólo la forma de sobrevivir trabajando en su extracción en minas normalmente mal acondicionadas. Eso sí, en el mundo occidental la violencia está igual de presente, puesto que la codicia marca las relaciones personales.
Con un montaje “muy picado” el protagonista nos sumerge en una existencia plagada de jornadas maratonianas para buscarse la vida, pero nunca acaba de resultar empático porque queda claro que la vida sí le ha dado oportunidades pero las ha desaprovechado como consecuencia de sus equivocadas decisiones, que rayan la esquizofrenia. Todo ello describiendo el aterrador submundo de una populosa ciudad donde impera la deshumanización de sus pobladores para quien el valor de una persona depende solo del dinero que genera o posee. Vamos, un asco.