Maternidad distinta e intensa que enriquece

T.R
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Beatriz García y Miguel Ángel Sánchez son una familia albacetense acogedora de un niño desde hace tres años y medio

Miguel Ángel y Beatriz, dos padres acogedores, y al fondo sus hijos. - Foto: Rubén Serrallé

Fue hace 19 años cuando el matrimonio albacetense integrado por Beatriz García y Miguel Ángel Sánchez descubrió lo que es acoger temporalmente a un menor, en este caso una niña saharaui durante cuatro años, a través del programa «Vacaciones en Paz». Esta experiencia positiva vivida les llevó una vez su hija biológica, Ángela, ya tenía cinco años, a dar el salto e interesarse por el programa de acogimiento familiar. Tras superar el período de formación para ello, esta familia acogió a una niña de 17 meses mediante un acogimiento de urgencia, pasados 15 días la pequeña que padecía una enfermedad mitocondrial regresó a su hogar, y hace tres años y medio les llegó la oportunidad de acoger a Juan José, inicialmente por un período de seis meses que se prolonga ya tres años y medio, de forma que hace ahora un año se convirtió en acogimiento permanente.

Juan José no venía con un libro de instrucciones para su nueva familia, como tampoco viene ningún niño cuando llega e este mundo, afirma la madre acogedora Beatriz, que asegura que «Juanjo traía una mochila muy cargada», pero a pesar de los momentos duros vividos en un principio por su conducta rebelde, «la experiencia ha merecido la pena», afirma esta familia acogedora, que aconseja a otras que están en su misma posición a dar este paso y «la oportunidad de una vida normal» a menores que por diversas circunstancias familiares han tenido que ser dados en tulela a la administración bien temporalmente o de forma permanente, «pero que necesitan un hogar en el que crecer, una familia, y las mismas oportunidades que cualquier otro niño de su edad, para tener una vida normalizada».

Entre ocho meses y un año tardó el menor Juanjo, que ahora tiene seis años, en adaptarse a su nuevo entorno familiar y a su hermana, que ahora cuenta con 10 años, porque no hablaba, llevaba pañal y chupete y tenía muchas rabietas. «Su historia era muy complicada porque apenas había vivido escaso tiempo con su madre biológica en un piso de acogida, pasando después por varios centros de acogida y otras familias acogedoras, a las que nunca se adaptó. Con esa mochila tan cargada de una conducta rebelde que le llevaba incluso a autolesionarse (se metía el dedo en la nariz hasta que se hacía sangre) llegó a nosotros», recuerda esta familia acogedora que vive en Hellín y que ahora miran desde la lejanía esos duros comienzos en esta vivencia como si de un cuento con final feliz se tratara.

Un gran cambio. Trabajando al máximo esos comportamientos, que incluso llevaban al menor a pegar a su hermana e hija biológica de esta pareja y descargar toda su ira y frustración con ella, Beatriz y Miguel Ángel han conseguido reconducir la situación y que la conducta de Juanjo cambiara por completo. «Ahora es maravilloso, lo cual no quita para que como otros niños siga teniendo dificultades en muchas cosas; Ángela y Juanjo son como dos hermanos normales, de vez en cuando, como ocurre con todos los hermanos, se pelean, pero entra dentro de lo normal».

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