El coronavirus desborda las peticiones de ayuda a entidades

N.G.
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Cáritas y Cruz Roja detectan que muchos de los que se acercan por sus instalaciones nunca antes lo habían hecho

Colas para pedir comida en el Cotolengo. - Foto: Rubén Serrallé

El coronavirus ha agravado la situación de muchas de las personas que ya acudían a los Servicios Sociales y a las entidades a pedir ayuda antes de la pandemia. Al principio se hablaba de crisis sanitaria, pero desde diversos ámbitos se preveía que esta iba a derivar en una crisis social y económica, como así ha sido. El panorama es «desolador», alertan las organizaciones que atienden a las personas en situación de vulnerabilidad.

Y es que las personas más pobres han visto como han empeorado sus condiciones de vida. Antes, aunque fuera con trabajos precarios, conseguían algunos ingresos, pero ahora ni eso.

Además, la paralización económica de pequeños autónomos, vendedores ambulantes, trabajadoras de hogar y empleados afectados por ERTE ha provocado que muchas más personas necesiten apoyo. Las organizaciones han notado un incremento de las situaciones de necesidad que esta crisis ha provocado en personas que hasta ahora no habían necesitado ayuda antes.

Desde Cáritas, la coordinadora de programas de la entidad en Albacete, Ana López, afirmó que «la situación a nivel social sigue siendo grave». La incertidumbre en muchos sectores y el aumento del desempleo hace que muchas personas vean empeorada su situación.

Indicó que la actual situación de crisis debe ir acompañada de «una política potente de acción social» para las personas que están perdiendo ingresos y «las herramientas que se pongan en marcha para compensar esa pérdida de ingresos tienen que ser ágiles». Algo que, dijo, no está ocurriendo, puesto que las ayudas que se están poniendo en marcha tienen complejidad de gestión y solicitud, lo que hace que el acceso sea difícil. Esto ocurre, por ejemplo, con el Ingreso Mínimo Vital, donde un porcentaje muy bajo de los solicitantes ha recibido una respuesta favorable. Las personas que las solicitan, en su mayoría, tienen «poca cualificación y una brecha digital muy grande» y «se están viendo muy solas a la hora de tener un apoyo para poder acceder».

 

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